Terror en Egipto = dilema de Obama

Barack Obama ya no siente lo duro, sino lo tupido.

José Luis Belmar
Columnas
Barack Obama, presidente de EUA
Foto: AP

Barack Obama ya no siente lo duro, sino lo tupido. Si no es Siria, son los gringos y sus republicanos; si no son estos, es Egipto, que continúa sumergido en una ola de terror. Obama necesita una limpia con muchos huevos; pero de dinosaurio.

Las relaciones Estados Unidos-Egipto después de la caída de Mohamed Morsi están entre azul y buenas noches. Los medios de comunicación de masas, los centros de estudio (Think Tanks) y los políticos alrededor del mundo discuten el dilema en que se encuentra el negrito cucurumbé en el problema de reestructurar las relaciones EU-Egipto, después de que el Ejército mandó a la goma al gobierno democráticamente electo de Morsi, hace ya un mes.


El presidente de la policía mundial y su administración deben dar color de inmediato entre apoyar la democracia o dar el espaldarazo al movimiento popular que surgió contra la llamada Hermandad Musulmana en Egipto. Lo que decida Obama será crucial para las futuras relaciones entre ambos países, particularmente en el ámbito de la ayuda.

Si escoge seguir los principios democráticos, entonces calificará lo sucedido en Egipto como un golpe de Estado. Entonces se verá obligado a seguir las leyes estadunidenses que prohíben “cualquier ayuda a un gobierno de cualquier país, cuyo gobierno electo haya sido mandado al tambo por un golpe de Estado o algún decreto”.

Hay que entender bien que las relaciones entre ambos países tienen dos canales muy distintivos, a través de los cuales EU implementa sus políticas: uno es la Presidencia de Egipto y el otro es el Ejército egipcio.

Interrogantes

Dado que la mayoría de la ayuda gringa va a las Fuerzas Armadas, debilitar al Ejército (la única institución más o menos estable en la actualidad en Egipto) podría terminar en el reforzamiento de la Hermandad Musulmana y otros grupos extremistas, en cuyo caso nadie excluye la posibilidad de una guerra civil.

Es imperativo tomar en cuenta que las relaciones con el Ejército tienen un beneficio mutuo y pienso que la línea de Washington irá por el lado del socio más agachón que ha tenido en Egipto en el pasado: el Ejército. La ventaja de ello es que el Ejército estará muy bien dispuesto a seguir doblando los remos cuando Washington le solicite algo. Ya saben ustedes que en los países africanos, y en muchos europeos, el dólar lleva la voz cantante.

Obama debe mantenerse callado, debido también a que Estados Unidos está a punto de entregar cuatro jets F-16 al Ejército egipcio y no puede arriesgar una venta con una metida de pata.

Sin embargo, varias interrogantes flotan en el aire.

¿Qué pasará si la bien organizada Hermandad Musulmana participa en nuevas elecciones y gana?

¿O qué pasaría si los Hermanos se esconden como topos bajo tierra y se unen a grupos más extremistas, como el Gamla Islamyya, el cual durante la década de los noventa llevó a cabo infinidad de actos terroristas?

¿Y qué sucedería si Egipto entra en un nuevo periodo de fraudes en las elecciones, como sucedió durante la época de Mubárak? No hay que olvidar que la HM esperó más de 80 años para tomar el poder. Lo hizo democráticamente; pero utilizó su posición para formar un monopolio de poder y hacer de Egipto toda una familia.

Yo creo que el keniano (Obama) debe estar del lado de los que demandaron la salida de Morsi. Esta será sancionada y el proyecto político de la HM terminará en el bote de la basura y no saldrá de este en otros 100 años, como mínimo.

¿Y una si explota una guerra civil?

La respuesta está en el aire, como dijo Bob Dylan.