Debemos dar dimensión social a la cultura: Tovar y de Teresa

El presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes hace un primer balance de su gestión.

Hector González
Todo menos politica
Tovar | Programa de Cultura, en abril de 2014
Foto: NTX

Rafael Tovar y de Teresa regresó a la titularidad del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes para cumplir con el objetivo trazado desde la Presidencia de la República: “Ampliar el acceso a la cultura como un medio de formación integral de los ciudadanos”.

El funcionario arribó a la dependencia con la venia de no pocos creadores e intelectuales, pues varios le reconocen su conocimiento y experiencia en el sector, luego de que durante parte del sexenio de Carlos Salinas de Gortari y de Ernesto Zedillo dirigió la institución y sentó parte de la política cultural que desde entonces rige al país.

Dentro del Plan Nacional de Desarrollo del sexenio de Enrique Peña Nieto se enumeraron cinco objetivos que involucran a la cultura:

1. Situar a la cultura entre los servicios básicos brindados a la población como forma de favorecer la cohesión social.

2. Asegurar las condiciones para que la infraestructura cultural permita disponer de espacios adecuados para la difusión de la cultura en todo el país.

3. Proteger y preservar el patrimonio cultural nacional.

4. Fomentar el desarrollo cultural del país a través del apoyo a industrias culturales y vinculando la inversión en cultura con otras actividades productivas.

5. Posibilitar el acceso universal a la cultura mediante el uso de las tecnologías de la información y la comunicación, y del establecimiento de una Agenda Digital de Cultura en el marco de la Estrategia Digital Nacional.

A diez meses de su arribo al Conaculta, Tovar y de Teresa hace un primer balance de su trabajo y traza el rumbo que delineará su gestión.

—¿Cuál es su balance respecto del tiempo que lleva en su nueva gestión frente al Conaculta?

—Este es un país con grandes cambios, nuevas voces y actores, más comunicado; las redes sociales han creado nuevos modos de convivencia y la cultura no es ajena a esto. Ahora tenemos la oportunidad para hacer de la cultura una tarea que cubra toda la República y llegue a un mayor número de personas. La actual es una sociedad con mayor deseo de participación y con la necesidad de encontrar formas de darle calidad a su tiempo libre. Todo ello plantea nuevas necesidades culturales y para los artistas son nuevos recursos para cumplir su tarea creativa.

—Usted ha delineado tres ejes de su plan de trabajo, que van del aprovechamiento de las nuevas tecnologías a la contribución del tejido social…

—La vieja demanda de llegar a todos los mexicanos es hoy más factible. Condenso en tres nuevos temas el enfoque en que debemos trabajar: uno, darle dimensión social a la cultura; dos, la agenda digital, cada actividad del Conaculta debe tener su salida en pantalla virtual; tres, relanzar la imagen de México en el extranjero y reforzar la autoestima, que probablemente está disminuida.

—¿En acciones concretas cómo aterriza esto?

—La posibilidad del libro digital dentro de las bibliotecas públicas nos tiene que hacer más creativos. Necesitamos un plan muy claro que dé unidad a las digitalizaciones, con buscadores únicos y la información accesible para la consulta. No basta con llenar el espacio cibernético de contenidos culturales. La cultura puede contribuir a la cohesión social. El fomento a las culturas populares necesita promoción. En el tema de medios audiovisuales, el cine ha crecido en producción y es necesario desarrollar nuevos métodos para su exhibición y distribución. No hay suficientes salas para las producciones nacionales, lo que nos lleva a desarrollar plataformas digitales y otras respuestas que permitan una proyección, no solo nacional sino también internacional, del cine mexicano. Hace falta reposicionar al país a nivel mundial a través de la cultura. No podemos negar que por la inseguridad y violencia nuestra imagen se ha deteriorado en el extranjero.

—En el papel suena muy bien, pero el problema son los cómos…

—Claro. Los cómos están a la vista. Hay que usar las nuevas herramientas, pero tenemos el problema de la conectividad, aunque esta crece a pasos agigantados. Actualmente, casi 40% de la población tiene acceso a internet. En las bibliotecas se puede cargar información en discos duros para sustituir el problema de la conectividad. Sé que no podemos pensar en computadoras cuando hay municipios donde no hay ni luz, pero tampoco podemos detenernos en problemas que no dependen del sector educativo. Han proliferado las instituciones culturales privadas. Reconozco que ha crecido la infraestructura cultural, pero falta encontrar modelos de gestión y sustentabilidad para estos espacios. En ocasiones olvidamos estas cosas tan obvias, por eso los espacios se convierten en elefantes blancos. Pensamos concentrar los recursos en renovar la estructura y crear sinergias para que pueda utilizarse plenamente, para llegar a la gente y darle dimensión social. Para esto hemos desarrollado dos programas que se desprenden de los compromisos del presidente: uno relacionado con la prevención del delito y el otro con la cruzada contra el hambre. En el primer caso estamos trabajando en un programa llamado Cultura en armonía, que tiene como propósito desarrollar seis núcleos de acción cultural, de utilización de infraestructura, desarrollo y estímulo a proyectos que provengan de la propia comunidad, para incluso vincularlo a programas de empleo. Paralelo a este, desprendido de la cruzada contra el hambre, estamos trabajando en el programa Cultura solidaria, que tiene la intención de ir a zonas marginadas con las experiencias desprendidas del programa Cultura en armonía.

¿Parálisis?

Hace unas semanas, diversos intelectuales expresaron en el suplemento cultural Laberinto su preocupación por la parálisis de la actual administración en este ramo. “¿Cómo opinar sobre un proyecto para la cultura que nadie conoce? A nueve meses de iniciado el mandato del presidente Peña Nieto, no se ha anunciado un proyecto nacional para la Cultura”, expresó Sabina Berman.

“Hasta ahora ha sido una gestión invisible”, dijo a su vez Paco Ignacio Taibo II.

—En términos de infraestructura, le heredaron varias obras inconclusas. ¿En qué condiciones están y en qué medida esta herencia afectó el presupuesto de su primer año de gestión?

—Muchas las recibimos con entre 60 y 70% de avance de obra. A nosotros nos tocó pagar adeudos de obras ejercidas en 2012 y para concluirlas hemos tenido que dedicar recursos de este año. Eso nos ha creado un agujero en el presupuesto, ya que estas eran acciones que no estaban programadas, porque se supone que deberían haberse terminado en noviembre pasado. No obstante, y tratando de verlo en el sentido positivo, son obras que se suman a la infraestructura cultural de México y les tendremos que sacar todo el jugo. Si en La Ciudadela hay bibliotecas, debemos tener claro para qué se utilizarán, quién las va a manejar y bajo qué modelo se gestionarán; eso hoy no existe. Es el mismo caso de los Estudios Churubusco o de la Cineteca.

—¿Estos huecos influyen en el accionar de Conaculta? Intelectuales y creadores han expresado que sienten una parálisis en su gestión, dado que aún no se presenta el Plan Nacional de Cultura.

—De acuerdo con la legislación, primero teníamos que tener el Programa Nacional de Desarrollo y luego el programa sectorial. Nosotros estamos dentro de la Secretaría de Educación Pública como órgano desconcentrado. Bajo esta norma, nos toca presentar el Programa de Cultura en abril de 2014. Estamos viendo la posibilidad de hacerlo antes, pero hay plazos en la ley que debemos cumplir. Por lo que a nosotros respecta ya tengo claro el contenido; de hecho, ya le comenté varios puntos.

Públicos y pendientes…

La creación de públicos es uno de los mayores rezagos de la política cultural mexicana, pues según la Encuesta de hábitos, prácticas y consumo culturales 66% de la población nunca ha ido a un espectáculo de danza; solo 32% acostumbra a ir al menos a un concierto al año; y 67% nunca ha visitado un teatro.

—¿Cómo pretender generar nuevos públicos? Hay una vasta oferta, pero no es consumida.

—Nos tenemos que encaminar a un Programa de animación cultural que utilice plenamente la infraestructura artística que tenemos. Las becas apoyan libros, producciones de teatro, danza o conciertos, etcétera. A veces nada más se apoya el proyecto, pero la obra en sí no ve la luz. Lo que estamos haciendo es sumarlo al Programa de animación cultural, que tiene como propósito darle salida a lo que produce el Fonca. Queremos agotar de actividades la mayor parte de nuestra infraestructura cultural. En términos prácticos, al público lo único que le importa es la posibilidad de verse beneficiado de servicios culturales que le den mayor calidad a sus vidas. Nos tenemos que centrar en este objetivo y no estar pensando en una política cultural teórica, con denominaciones pretenciosas, sino darle dimensión social al trabajo cultural.

—¿Qué plantea para incentivar una mayor participación de la iniciativa privada en inversiones culturales?

—Desde hace muchos años ha habido la intención de sumar a la sociedad civil a través de patronatos y asociaciones de amigos. Ambas figuras son herramientas que complementan el trabajo del Estado, pero no pueden asumir las funciones que le toca a la institución cultural o viceversa. Uno de mis objetivos centrales es integrar y articular el esfuerzo de todos. Y en términos de impuestos existe la posibilidad de que las asociaciones de amigos deduzcan la carga tributaria con sus aportaciones. El teatro y el cine cuentan con estímulos fiscales, que esperamos ampliar.

—Ernesto Piedras ha planteado la necesidad de crear sinergias entre el Conaculta y secretarías como la de Hacienda.

—Hemos dado información sobre las necesidades y carencias que tenemos. Ya veremos cómo se irán satisfaciendo. Lo que sí le puedo decir es que en el cine se cuenta con cuatro fondos. Siguiendo con el cine, necesitamos lograr una readministración para pensar que este dinero no solo es para la producción, sino que tiene que abarcar toda la cadena e incluir la divulgación o distribución.

—¿Hace falta una Secretaría de Cultura o es suficiente la figura jurídica del Conaculta?

—La denominación es lo de menos, en la medida en que se tenga un programa claro de trabajo y los instrumentos para coordinar a las instituciones. Conaculta tiene 19 organismos concentrados y desconcentrados, pero no pueden andar por su lado porque muchos de ellos tienen objetivos comunes entre sí. Nuestro fin es crear objetivos comunes para que puedan ir sintonizados y alineados.

—Un tema estancado es el seguro social para los artistas y creadores. ¿Qué planea hacer al respecto?

—Es un tema muy amplio, porque las necesidades de seguridad social de los artistas varían de acuerdo con sus especialidades; cada una implica diferentes ingresos y disponibilidad financiera. Tenemos una primera parte de satisfacción de sus necesidades a través del Fonca, con las becas y el apoyo a producciones. Yo vi el tema de la seguridad social en 1999 y es muy complejo. Los artistas no son funcionarios ni derechohabientes de las instituciones y tenemos que encontrar fórmulas flexibles y sui generis para poder integrarlos a la seguridad social sin que esto implique favoritismo a un determinado gremio. En el caso de los artistas tenemos que ver en dónde empieza el concepto y dónde termina; pero quiero decirle que estamos en ello y contamos con la mejor disposición de la Cámara de Diputados para encontrar una legislación adecuada.

—¿Algo en concreto?

—Por ahora, no.

—¿Es necesario replantear la forma en que se entregan las becas y premios? Hay, por ejemplo, disciplinas como la literatura muy por encima de la música o la danza, por ejemplo.

—Es importante ver todo esto de los premios, concursos y becas como estímulos a la creatividad, no como programas específicos. Pero, efectivamente, hay un desnivel entre algunas disciplinas. He insistido bastante en este sentido. A bote pronto le puedo decir que las artes visuales y la literatura cuentan con más estímulos que la música, el teatro o la arquitectura. Tenemos que equilibrar esto.

—¿Veremos más reconocimiento a las disciplinas que mencionó y desaparecerán algunos premios literarios?

—Hay que ver uno por uno, porque cada premio tiene su razón histórica. Ahora estoy en el análisis de todos los premios. No puede ser que pese al prestigio que tenemos en arquitectura no contemos con reconocimientos importantes en esta disciplina.

—¿Cómo le gustaría dejar al Conaculta al término de su gestión?

—Fortalecido a través de un marco jurídico que ayude a concretar sus funciones. Que exista una mayor descentralización de sus funciones y que el Conaculta sea el articulador de esos objetivos. Confío en que podremos llegar a un mayor número de personas a nivel nacional. Debemos aprovechar la oportunidad histórica que nos plantean las nuevas tecnologías para promover y difundir la cultura.

—¿Hace falta mayor independencia respecto de la SEP?

—Es una institución que más que independencia lo que necesita es un lugar. La mayoría de los estados se manejan con Conaculta y con los artistas tenemos una relación fluida, pero necesitamos traducir esto en operatividad.