Nuevo CD de Cuarteto Latinoamericano

El disco número 48 del Cuartero Latinoamericano lleva por nombre Tetraktys y está conformado por una decena de piezas compuestas por músicos mexicanos.

Hector González
Todo menos politica
El disco número 48 del Cuartero Latinoamericano lleva por nombre Tetraktys y está conformado por una decena de piezas compuestas por músicos mexicanos.
Especial/Cuarteto Latinoamericano

El disco número 48 del Cuartero Latinoamericano lleva por nombre Tetraktys y está conformado por una decena de piezas compuestas por músicos mexicanos.

El origen data de una colaboración con el Núcleo Integral de Composición que dirige Enrico Chapela. “Planeó un seminario de un año de duración que preveía unir el trabajo de los creadores con el Cuarteto Latinoamericano para la composición y revisión de breves obras diseñadas para el conjunto y la grabación del disco”, explica en entrevista Arón Bitrán, violinista de la agrupación.

Las composiciones se concibieron ex profeso. Para Bitrán la experiencia resultó gratificante y no vacila en calificar las piezas de una escritura impecable: “No hay nada que no se pueda tocar. Los instrumentos están usados correctamente. Todo es producto de las revisiones que se hicieron. Muchos de los muchachos no tenían tanta experiencia en el trabajo con cuerdas, pero al final el resultado fue más que satisfactorio”.

El repertorio incluye estéticas, conceptos y lenguajes distintos, explica el músico. “Los maestros aceptaron y respetaron la diversidad. Únicamente nos ocupamos de que tuvieran una factura impecable en lo que se refiere a aspectos técnicos. Para la gente será muy interesante oír las distintas vertientes y caminos que los compositores de México recorren por estas épocas”.

En este sentido el violinista argumenta la dificultad de encasillar Tetraktys dentro de una sola estética. “Vivimos una época afortunada donde se ha roto la obligación que existía en los cincuentas o sesentas de plegarse a ciertas corrientes, fueran el serialismo, la música electroacústica o la aleatoria. Actualmente los muchachos tienen a su disposición una enorme paleta de recursos que se han generado desde finales del siglo XX y lo que va del XXI. Los pueden usar con mucha libertad; ya no existe el mandamiento estético de que si no estás en la vanguardia estás fuera del juego”.

Así, adelanta: “Tenemos obras con lenguaje tonal, serial; otras con corriente neorromántica; algunas hacen referencia a la música mexicana”.

Tiempo de bonanza

Conformado en 1982 por los hermanos Arón, Álvaro y Saúl Bitrán además del mexicano Javier Montiel, el conjunto desde el principio se ha caracterizado por una variedad de repertorio. Lo mismo se acerca a la música brasileña que al tango o a piezas de grandes compositores como Mozart o Brahms.

Al margen de lo que sucede con otros conjuntos de música de cámara, como el quinteto de alientos o el trío con piano, la música para cuarteto se distingue por su amplia oferta, misma que según Bitrán se apoya en el poder de atracción que genera entre los compositores contemporáneos.

“El cuarteto de cuerdas, a pesar de que es un género con más de 300 años de vida, sigue siendo una combinación de instrumentos muy atractiva para los compositores. Hay algo mágico en la combinación de dos violines, viola y violonchelo, algo que nos remite al cuarteto vocal. La riqueza de timbre de los instrumentos de cuerda hace que todos los compositores sientan una atracción por ese género”, argumenta.

Añade que para el conjunto es prioritario estar vinculado con compositores contemporáneos. “Creo que al trabajar juntos todos aprendemos. Los autores aprenden lo que funciona en un cuarteto y ellos nos abren los ojos sobre cosas que podemos explorar y que antes no habíamos visto”.

Con más de 30 años sobre su espalda el Cuarteto Latinoamericano es hoy uno de los mayores ejecutantes de música de cámara en la región. Activos a más no poder, Bitrán reconoce que ahora es más fácil mantener el proyecto: “Lo más difícil fue durante los primeros años, mientras nos afianzábamos en el trabajo y las relaciones interpersonales. Hoy la dinámica es más sencilla. Sabemos cómo trabajar mejor y mantener nuestras actividades”.

Perfeccionistas hasta la médula, advierte que una fortaleza es la poca complacencia que tienen hacia ellos mismos: “Siempre tratamos de mejorar, casi nunca salimos realmente satisfechos de un concierto. Tocar a Mozart, Brahms o Debussy implica una gran humildad ante la genialidad de estos maestros. Nos obligan a acercarnos a su música con respeto y devoción”.

Más ocupados por tocar las emociones del escucha que por conservar una técnica limpia Bitrán expone que su vocación es conseguir transmitir el mensaje que el compositor quería hacer llegar al escucha. “Aun así siempre hay imponderables que hacen que las cosas no siempre salgan satisfactorias. Hemos desarrollado una afortunada forma de comunicación con nuestro público a pesar de que nosotros sintamos que tenemos que tocar de otra manera”.

Fieles a su versatilidad y a un infatigable ritmo de trabajo hace unos días presentaron su disco Tango evolución, donde echaron mano del bandoneón para interpretar música de Ástor Piazzolla y Daniel Binelli. Preparan además la grabación de otro par de discos en Europa y Estados Unidos, uno de los cuales se dedicará a recuperar piezas de Ruperto Chapí, artista español de mediados del siglo XIX, especialista en zarzuelas y música para cuarteto.

Convencido de la pertenencia del cd, Arón Bitrán argumenta que si bien el número de descargas musicales vía internet va en aumento, en el caso de música clásica el disco aún tiene garantizada la vida: “Es verdad que actualmente en el ámbito de la música clásica el número de descargas ya superó al de ventas físicas, pero el proceso de transición de cd a la música digital es más lento. El melómano de clásico todavía aprecia el libretito y las anotaciones para el programa. No creo que desaparezca el disco de música clásica, aunque el mp3 sea una tendencia irrevocable”.