¿La técnica al servicio de la patria?

El movimiento estudiantil del IPN comienza, para mal, a mostrar su verdadero rostro.

Juan Gabriel Valencia
Columnas
Ya en el rechazo de la Asamblea Politécnica afloran reclamos difusos y las razones verdaderas
Foto: NTX

No por obvio deja de ser decepcionante que la receptividad hecha manifiesta por parte del gobierno a las exigencias y demandas del estudiantado politécnico, de facto hayan sido rechazadas y hayan decidido continuar con el paro escolar.

En la etapa contemporánea de México, ante este tipo de movimientos sigue vigente ese rasgo de la cultura nacional del piensa mal y acertarás. No era, como la realidad de la respuesta estudiantil revela, un simple reclamo por la estructura de un plan de estudios y el reglamento de una institución. Ambos temas eran opinables, en los que ninguna de las partes enfrentadas a priori tenía la verdad y la razón absolutas. Había que discutir, negociar, entender al otro. Eso es un diálogo. Eso es, aparentemente, lo que los dirigentes estudiantiles no estaban dispuestos a hacer. Y aquí es fundamental subrayar el tema de los “dirigentes”. Muchos estudiantes, que no son dirigentes del movimiento, habían expresado en las calles su legítima inconformidad ante planes de estudios y reglamento del Instituto Politécnico Nacional. Podían discutirse y en su caso corregirse y mejorarse. Pero todo indica que eran solo un pretexto y hoy muchos de esos estudiantes desearían haber aceptado la respuesta de la Secretaría de Gobernación y regresar a clases.


No obstante los dirigentes se oponen porque tienen demandas adicionales y, más que demandas, otras motivaciones.

Pretextos


Ya en el rechazo de la Asamblea Politécnica afloran reclamos difusos y las razones verdaderas.

Se alude a las reformas estructurales “que afectan a la nación”. Por cierto los dirigentes estudiantiles ignoran, o así parece, que esas reformas estructurales aludidas fueron deliberadas, procesadas y aprobadas por una representación nacional electa por algunas decenas de millones de votantes.

En el rechazo se habla también de la falta de democratización de la vida institucional del IPN. El país de regreso a los años setenta en que estudiantes de las instituciones de educación pública se planteaban que fueran ellos mismos quienes establecieran el plan y los programas de estudios por encima y al margen de diseños institucionales orientados hacia algo cuya sola formulación rechazaban, como es la idea de un mercado de trabajo social e individualmente rentable.

Sería muy lamentable que ante la negativa de los estudiantes a la aceptación gubernamental de sus exigencias presentadas en el pliego petitorio al secretario de Gobernación, el gobierno de la República modificara su postura inicial, esto es, un diálogo al más alto nivel, práctica inédita frente a este tipo de situaciones en el pasado.

Respecto del hecho de que los dirigentes estudiantiles afirmen que las reformas estructurales “afectan a la nación”, si se asume con neutralidad el significado de afectación implica que ningún segmento profesional habrá sido más afectado en forma positiva que los egresados del Instituto Politécnico Nacional. Su reclamo a la tecnificación de la currícula académica es un gran contrasentido a su vocación profesional, expresada en su inscripción al Instituto Politécnico Nacional. ¿O no es el lema de la institución politécnica “la técnica al servicio de la patria”? De verdad podían haberse buscado un mejor pretexto y otra coartada.