Valor del estilo en Drieu

En un promontorio de la sierra en que termina México, a manera de un nicho, en una pirámide maya, quien esto escribe ha encontrado de manera misteriosa unos escritos de Drieu La Rochelle.

José Luis Ontiveros
Columnas
Este escritor francés, para quienes no entienden que la literatura se liga con la vida
Foto: Internet

En un promontorio de la sierra en que termina México, a manera de un nicho, en una pirámide maya, quien esto escribe ha encontrado de manera misteriosa unos escritos de Drieu La Rochelle.

Este escritor francés, para quienes no entienden que la literatura se liga con la vida, ha sido considerado por la crítica como un estilista único e inimitable, un ideólogo original y un hombre atormentado por sus propios fantasmas.

Podría citar a Pound, a Céline, a mis relaciones con el mundo del salón literario, pero ello iría en detrimento de las entendederas públicas y por eso me concreto al lector, ese inexistente lector según Borges, que pese a mi esfuerzo didáctico nunca le importe lo que escribo y con todo derecho, ya que ejerce la soberanía de la inteligencia.

El caso es que los escritos de Drieu me han llegado a esa región tan laberíntica de las cumbres mayas por lo que creo ha sido una conspiración arcangélica. Desde que escribí en el cuaderno negro, que fuera prologado por el prosista maldito de Contemporáneos, Rubén Salazar Mallén, mi ensayo Drieu La Rochelle y la Revolución Cultural, mi derecho de autor no tengo por qué corroborarlo, dado que la cultura es una mercancía democrática al alcance de quien pueda comprarla.


Drieu escribe así sobre el estilo: “Si se quiere conocer a un escritor por su ser íntimo y sus más profundas insatisfacciones hay que ver cómo resuelve en sí el problema mayor, que es escribir”.

Y continúa el escritor del fascismo socialista —un cierto tipo de nacionalbolchevismo, la unión de tradición primordial con una forma de modernidad nacional, dado que Drieu ha sido uno de los más profundos escritores místicos contemporáneos—: de tal forma que el estilo se alimenta del alma y —hace énfasis Drieu, contundente— quien no tiene alma no tiene estilo.

Imaginario

Todo ello viene al caso para la inteligibilidad de estos Ensayos políticos y otras notas. Por ello es que Drieu ha sido conmigo un mismo ser, maltratado por aficionados, unos antidandísticos especímenes de nuestra degradación en todos los órdenes y otros críticos de la izquierda caviar y travestida que podemos ver en los canales trasnacionales.

Se hace, pues, muy necesario dar a conocer esos escritos donde Drieu fulmina a sus críticos más superficiales, que no hay que buscar bajo las piedras ni en la montaña maya sino en los restaurantes. Por eso creo que me ha sido deparado el escribir sobre Drieu con el derecho que me otorga haber sido publicado en Francia por Ordre nouveau y todos aquellos que se inspiraron en la doctrina de la OAS, Organización del Ejército Secreto que surgiera en Argelia y que de haber derrocado al régimen vergonzante de De Gaulle hubiera alzado una Francia de virtudes viriles y de acerado e imbatible corazón.

Y refiriéndose a lo que determina la manera de vivir, Agustín Cadena, el valioso escritor exiliado en Hungría, ha señalado que no solo es una forma de pensar sino un imaginario holístico, orgánico, completo y en su fondo, en consonancia con Jorge Cuesta, el pensador de Contemporáneos, que habla del fondo mineral de las letras en evocación del poema del célere cordobés en Canto a un dios mineral.

Drieu continúa de tal forma que el estilo nace y muere en la autenticidad del hombre, pues no hay mayor impostura que pretender tenerlo sin sacrificarse, como lo hiciera su cuerpo inerte en que la victoria de los aliados contra Europa lo llevaría a la decisión última del supremo estilo del héroe que es la muerte, y en lo concerniente al estilo define el escritor francés: “No hay nada más importante en un hombre con sus virtudes y sus defectos, que depurar en su alma la necesaria claridez y huella que deja en cada renglón que escribe”.