Ry Cooder, a contracorriente

No es casualidad que haya publicado recientemente el álbum Soundtracks, placa en la que nos deja ver que suena más libre desde el cobijo del cine.

Pablo Reyes
Columnas
Entrevistar a Ry Cooder es tarea delicada
Foto: hereandnow.wbur.org/

Durante toda su carrera artística Ry Cooder se ha caracterizado por ser un músico controvertido: ya sea por su añejo conflicto con Los Rolling Stones, por sus opiniones políticas y profesionales o bien por su tan peculiar forma de hacer música, lo cierto es que su compleja personalidad lo ha llevado a ganarse el reconocimiento internacional no a partir de los oídos del público sino más bien desde la lentilla del séptimo arte.

No es casualidad que el guitarrista haya publicado recientemente el álbum Soundtracks, placa en la que nos deja ver —o más bien escuchar— que suena más libre desde el cobijo del cine.


Los especialistas del gremio periodístico señalan que entrevistar a Ry Cooder es tarea delicada. Advierten que hay determinados asuntos que desatan la ira del artista. Por ejemplo: que “Estados Unidos se ha ido al carajo” o que “la industria de la música tiene lo que se merece…”

Respecto de lo último Cooder no debería quejarse, pues vivió los años de la abundancia y gozó del mecenazgo de Warner, disquera donde editó sus trabajos desde 1970, aunque actualmente está en Nonesuch, un subsello de prestigio de la multinacional. En todo caso llama la atención que su música siempre fue a contracorriente, desde exploraciones en el blues o en el folk hasta incursiones en el tex-mex y la música hawaiana; discos que vendían cantidades modestas pero de producción costosa, especialmente cuando inició la vertiente narrativa con Chávez Ravine.


Fue finalmente en 1997 cuando acertó en el blanco con Buena Vista Social Club, un proyecto inventado sobre la marcha que lo catapultó a la cima del estrellato. Pero incluso antes Cooder disfrutó de total libertad para grabar lo que se le daba la gana, una libertad de la que no disponían compañeros del mismo sello como Eric Clapton.

Desde 1980 Ry tuvo un trabajo bien pagado: compositor cinematográfico con casi 18 bandas sonoras acreditadas.

En el siglo XXI lo ha abandonado. Se le escuchan diferentes explicaciones: “Ya no me llama nadie” o “Las películas actuales dan asco”.

Por ello sorprende a propios y extraños la nueva producción de Ry Cooder intitulada Soundtracks, una cajita que reúne siete scores, entre ellos su trabajo más aclamado e imitado, la música del filme Paris, Texas, donde es posible escuchar su guitarra como el hilo conductor de la música incidental de esta película.

Más libre

Pareciera que en el cine Cooder suena más libre que en sus propios discos. Puede ser festivo y experimenta sin miedo, como en Trespass, y no duda en romper con su estatus de musicólogo, como en The long riders. El propio Cooder afirma que las bandas sonoras son “el último refugio para la música abstracta”.

Soundtracks permite escuchar a Ry Cooder en todo su esplendor, matizando, perfeccionando atmósferas, estableciendo la continuidad en cada película. Su música se mezcla bien en el ambiente y escucharla sin imágenes permite maravillarse ante el trabajo de un artista a contracorriente.