Bebés sobre pedido en Suecia

El éxito de los suecos produjo de inmediato una bolota de nieve llena de esperanzas de que miles de mujeres en el mundo puedan ser sometidas a un trasplante de útero para lograr el sueño de sus vidas: tener hijos.

José Luis Belmar
Columnas
Revuelo en Suecia
Foto. Sigfrid Lundberg

¡Calmantes montes, pájaros cantantes, alicantes pintos! No por mucho madrugar, amanece más temprano, señoras que se están yendo con la finta del doctor Mats Brännström, mandamás del equipo de científicos de la Universidad de Gotemburgo, Suecia, quien anunció en septiembre pasado que su team había logrado un éxito rotundo como resultado del primer bebé que nace en el mundo como producto del trasplante de útero que realizó en una señora de 36 años que había nacido sin este órgano debido a una condición genética que, únicamente en Inglaterra, es compartida por otras 14 mil mujeres.

“Olvidó” que el donador del útero había sido la mamá de la joven y no una amiga de la hija.

Y también escondió muy bien lo que sucedió antes del “exitoso” parto.

El éxito de los suecos produjo de inmediato una bolota de nieve llena de esperanzas de que miles de mujeres en el mundo puedan ser sometidas a un trasplante de útero para lograr el sueño de sus vidas: tener hijos.

Ah, pero hay un pero del tamaño del mundo.

Más vale…

El doctor Glenn Schattman, ex presidente de la Sociedad para la Asistencia de Tecnologías Reproductivas y especialista en fertilidad de la Universidad de Cornell, tocó la trompeta y produjo un sonido de alerta.

Shattman dijo que el trasplante de útero posiblemente no sea muy frecuente. “Esto no se realizaría si no hubiese otras opciones. Requiere de una cirugía que toma mucho tiempo y está expuesta a riesgos y complicaciones”, añadió.

La paciente sueca tuvo que tomar medicinas para prevenir que su cuerpo rechazara el nuevo órgano. Seis semanas después del trasplante tuvo su periodo menstrual, lo que indicó que estaba sana. Después de un año, cuando los doctores constataron que el útero trabajaba bien, transfirieron un único embrión producido en un laboratorio con el huevo fértil de la mujer y el esperma de su marido.

El crecimiento del bebé y el flujo de sangre hacia el útero y el cordón umbilical fueron normales hasta la semana 31 del embarazo, cuando la madre desarrolló la peligrosa preeclampsia; condición que combina presión arterial elevada (más de 140/90) y cantidades excesivas de proteína en la orina de la madre. Entre 5 y 8% de las mujeres embarazadas la padecen, según la Fundación Preeclampsia de Estados Unidos.

Se tuvo que realizar una cesárea de acuerdo con las rutinas clínicas normales, de tal manera que no se arriesgase la salud de la madre y del bebé, quien nació con un peso de apenas un kilo 760 gramos.

El doctor Arthur Caplan, especialista del Centro Médico Langone de la Universidad de Nueva York, experto en el estudio de la ética e implicaciones filosóficas de algunos procedimientos y tratamientos médicos y biológicos de pacientes, dijo que el sistema no está listo para subir a la rampa. “No estoy convencido de que hemos hecho suficientes ensayos en animales (el Modelo Ratón) para que nos vayamos de súbito con los seres humanos”, indicó.

“El trasplante de útero debe ser tratado como muy, pero muy experimental. Requiere una vigilancia profunda de comités de investigaciones éticas. Las vidas de tres personas pueden ser potencialmente afectadas”, añadió.

Pero además de las complicaciones está el costo de 100 mil libras esterlinas, algo así como dos millones 200 mil pesos mexicanos, sufragados por la Fundación Jane y Dal Olsson, organización sueca de caridad desde 1999. La cola por un útero empieza a ser larga. En Suecia existen casi tres mil mujeres con edades adecuadas para tener hijos, pero que no los pueden tener por carecer de útero.

Luego entonces, my dear ladies, más vale prevenir que lamentar... ¿O no?