Nuevo escenario bélico en Mali

Hoy nadie con cierto acceso a la información puede estar ajeno a la certeza de que cualquier ampliación de las operaciones militares en cualquier parte del mundo termina por afectar las dinámicas internacionales; para empezar, las de seguridad.

Javier Oliva Posada
Columnas
Nuevo conflicto bélico en Mali
Foto: Internet

Hoy nadie con cierto acceso a la información puede estar ajeno a la certeza de que cualquier ampliación de las operaciones militares en cualquier parte del mundo termina por afectar las dinámicas internacionales; para empezar, las de seguridad.

La presencia intensa de las Fuerzas Armadas de Francia en su antigua colonia en el noroeste de África nos viene a recordar qué tan lejos estamos de una situación de control y sometimiento a uno de los principales antagonismos del Estado contemporáneo, como es el terrorismo.

Desde hace meses, decenas de integrantes de una variante de Al-Qaeda venían asentándose en el norte desértico de Mali.

Los esfuerzos, tanto de las autoridades locales como de su Ejército, resultaron una y otra vez infructuosos para frenar el avance hacia la capital, Bamako.

Contaron además con el beneplácito, luego de algunos enfrentamientos, de la etnia separatista Tuareg, aunque en las últimas jornadas de abierto conflicto bélico dirigentes de una de las facciones tuareg han anunciado su alianza con el gobierno malí.

Por lo que corresponde al escenario de la determinación del presidente galo, François Hollande, ha merecido el apoyo de la opinión pública de su país y de los integrantes de la OTAN... pero nada más.

Incluso, en su editorial del pasado martes 15 el diario The New York Times llamaba la atención sobre la escasa solidaridad de los socios militares de Francia en la implicación de una guerra que, como la de Afganistán, requerirá de compromiso internacional para obtener buenos dividendos para todos.

Consideraciones

Sin embargo, es importante —diríase, fundamental— no establecer paralelismos entre una guerra y otra.

Primero, porque en el caso africano se trata de una evidencia respecto de la debilidad estructural y endémica de las formas de gobierno que allí se han asentado, o al menos en la mayor parte de los países de ese continente.

Puede decirse lo mismo del caso afgano, pero la gran diferencia radica en la formas de vida y sistemas sociales locales.

Como apuntó Claude Levis-Strauss, la estructura antropológica marca una forma de asociación en medio de expresiones plurales religiosas.

El segundo elemento a considerar, propio de la geopolítica, es la proximidad física del escenario bélico: colindante con uno de los países más poderosos del Magreb, Argelia, la distancia respecto de Afganistán es ocho veces menos, aproximadamente.

Además de que en materia de relaciones culturales y por la doble nacionalidad en tanto antigua colonia, Mali mantiene una larga y estrecha presencia en Francia.

Pero el punto crucial respecto de la gravedad de los hechos, radica en que la coyuntura está demostrando qué nivel de compromiso hay de los gobiernos y Estados respecto de la contención y sometimiento a los grupos terroristas se refiere.

Estados Unidos, incluso por voz del mismo presidente Barack Obama, precisó que en la frustrada operación de rescate de un espía francés secuestrado por la guerrilla somalí desde hace tres años, los servicios de inteligencia de su país prestaron “discreto apoyo técnico”.

Incluso España ha expresado que “valora” el envío de un barco de guerra de apoyo logístico. Los demás integrantes de la OTAN se han limitado al “apoyo moral”.

Sin embargo, desde ahora se puede anticipar que no será un paseo, ni mucho menos, la expedición de Francia en el norte de su antigua colonia.

La resistencia, armamento y adiestramiento mostrado por la guerrilla de inspiración islámica demuestran la dureza de lo que veremos en los siguientes meses.

Y como en todas las guerras, el inicio es entendible, pero el final, una incógnita; y sus implicaciones resultan de extraordinaria complejidad.