¿Es el ébola el petate del muerto?

Grandes medios de comunicación de masas hacen hasta lo imposible para espantar a quien se deja con el petate del muerto.

José Luis Belmar
Columnas
Denuncia la OMS: mercado negro
Foto: AP

Grandes medios de comunicación de masas hacen hasta lo imposible para espantar a quien se deja con el petate del muerto: el ébola, el mortal virus que ha vuelto a cobrar vidas, sobre todo en África.

El ébola es una enfermedad infecciosa viral aguda que produce fiebre hemorrágica en humanos y primates, y es causada por el virus que describió por primera vez en 1976 el doctor David Finkes, cerca del río Ébola, en Zaire.


La bronca actual es que, apoyado por medios retrógradas incrustados en la industria mediática, el nuevo brote es utilizado por fuerzas oscurantistas para expandir los propósitos político-económicos de grandes farmacéuticas.

Para nosotros el brote actual ha sido aprovechado para hacer una gran campaña de manipulación creada con la intención de realizar un colosal negocio a través de la vacunación. Hay quienes aseguran que las farmacéuticas ocultan el suero efectivo y venden su imitación transgénica.

En la actualidad la Organización Mundial de la Salud (OMS) todavía duda en aplicar contra el ébola un método de tratamiento conocido por más de 100 años, mientras se promociona su imitación genéticamente modificada, de la que hay una escasa oferta.

El suero de convaleciente o hiperinmune representa el plasma con anticuerpos derivado de la sangre de personas que se recuperaron tras contraer la enfermedad, esto es, la sangre de personas que han estado enfermas por el virus del ébola pero se han recuperado desde entonces.

Sensacionalistas

Sin embargo, no estamos descubriendo el hilo negro. Dicho método fue desarrollado en los ochentas del siglo XIX por el investigador polaco-alemán Emil von Behring, Premio Nobel de Medicina en 1901 por sus éxitos en el tratamiento de la difteria y el tétanos.
Recientemente, un científico en Hong Kong utilizó el suero de convaleciente para combatir el brote de SARS (Síndrome Respiratorio Agudo y Grave), alcanzando 100% de recuperación sin efectos secundarios para los 70 pacientes que trataba.

Por estos días hemos visto con dolor cómo algunos medio españoles han dejado de lado la ética, en el caso de la enfermera Teresa Romero, contagiada en su país cuando atendía a misioneros que contrajeron el ébola en África.

Teresa ha sido perseguida hasta la saciedad por periódicos que se ubicaron permanentemente frente al hospital donde estuvo ingresada para construir portadas sensacionalistas a costa de su delicada situación. La mataron estando viva; e incluso llegaron a hablar de que sería incinerada sin autopsia.

Los medios suecos se fueron hasta “home” con un “hit” sencillo, pues aseguraron hace unos días que cinco de cada seis habitantes de Suecia tienen pánico de contraer el ébola. ¡Qué brutos! Casi ocho millones de habitantes.

El interés mercantil de las élites occidentales en el ébola es mucho más aterrador de lo que nadie podría haber imaginado, pues ha salido a la luz que una investigación del virus la hizo la empresa canadiense Tekmira, que en 2010 firmó un contrato con el Departamento de Defensa de Gringolandia por un valor de 140 millones de dólares para el estudio del ébola y el desarrollo de medicamentos para combatirlo.

Sea como fuere, desde que en los medios occidentales aparecieron los primeros informes sobre el brote del ébola, Tekmira está batiendo récords en la bolsa y los medios venden ejemplares que da gusto.

Mientras tanto en África la demanda de sangre de los supervivientes ha generado un mercado negro que la OMS dice debe ser clausurado con la ayuda de los gobiernos.

¿Sueños de opio?