Un libro blanco por fuera, pero negro por dentro

Recientemente Suecia admitió que durante 100 años marginó y esterilizó al pueblo gitano y al mismo tiempo persiguió y robó niños al por mayor para evitar “gente no pura” en el país.

José Luis Belmar
Columnas
Recientemente Suecia admitió que durante 100 años marginó y esterilizó al pueblo gitano y al mismo tiempo persiguió y robó niños al por mayor para evitar “gente no pura” en el país.
Foto: Especial

Recientemente Suecia admitió que durante 100 años marginó y esterilizó al pueblo gitano y al mismo tiempo persiguió y robó niños al por mayor para evitar “gente no pura” en el país.

Y qué mejor que admitir esta parte negra de la historia de Suecia dándose golpes de pecho y presentando ante la opinión pública el Libro blanco, que para los suecos significa más bien un libro negro lleno de porquería y media.


Todo empezó con el desalojo de dos gitanos rumanos de un campamento en Estocolmo el pasado 14 de marzo. Todos, sí, todos se jalaron los pelos y se dedicaron a vociferar en favor de este grupo paria que no tiene techo donde cobijarse.

Todos los que asistieron a la presentación del Libro blanco se enteraron de que a lo largo del último siglo Suecia esterilizó, persiguió, arrebató niños y prohibió la entrada en el país a los gitanos y estos fueron tratados década tras década por el Estado como “incapacitados sociales”.


¡Qué novedad! Estos suecos no se miden. Ahora salen con algo que es bien conocido en Suecia y en otras partes del mundo desde hace años y felices días, pues no eran únicamente gitanos las víctimas sino los mismos suecos quienes, por ser feos, tener la cabeza más grande que las medidas establecidas y/o no saber leer bien, eran sometidos a esterilizaciones y enviados a instituciones para retrasados mentales.

Nazismo

Pues sí, la noticia no es nueva solo que el gobierno piensa que sus habitantes son tarúpidos a la quinta potencia y que nada conocen de los programas tipo Josef Mengele que se hacían en Suecia y otros países, como Austria, Francia, Finlandia, Noruega y Suiza, para mantener la raza étnicamente pura.

Yo lo escribí en Excélsior allá por 1989 y la encargada de negocios de la embajada de Suecia en México exigió que el director, Regino Díaz Redondo, quitara mi artículo, aduciendo que todo era mentira, algo que no sucedió, “but of course”.

Como vemos, no fueron mentiras.

Los primeros documentos oficiales describían a los gitanos como “grupos indeseables para la sociedad” y como “una carga”.

Entre 1934 y 1976 el Estado prescribió a las mujeres gitanas la esterilización apelando al “interés de las políticas de población”, se lee en El País, de España, el pasado 28 de marzo.

Lo que no dice por ningún lado es la negra verdad de que más de 60 mil mujeres SUECAS fueron esterilizadas forzosamente entre 1934 y 1976, fecha en que se abolió la legislación eugenística, por considerárseles socialmente incapacitadas. Incluían a las que habían sido liberadas de la prisión, enfermas mentales, con dificultades de aprendizaje, pobres, epilépticas, alcohólicas y mujeres de “calidad racial mixta”.

El Libro blanco señala que los abusos históricos en Suecia no hicieron más que seguir el patrón tipo nazi inventado hace siglos por monarquías europeas, y también dice cómo los ayuntamientos suecos prohibían el asentamiento permanente de gitanos y cómo los niños eran segregados en aulas especiales y se les impedía acceder a los servicios sociales. La idea era que se fueran de Suecia.

Durante años los suecos se hicieron los suecos y escondieron hechos tan absurdos, como la práctica de medir el tamaño de la cabeza de los niños antes de ingresar a la escuela, para cerciorarse de que estos cumplían con las normas genéticas establecidas por el Estado de clásico corte nazi.

Los suecos son vaciados. Ahora compensan con bastante lana a quienes se quejan y se hacen tarugos con quienes no.

¡La doble moral sueca al servicio de la verdad!