La nueva Turquía, ¿misma gata pero retocada?

José Luis Belmar
Columnas
Recep Tayyip Erdo?an, presidente de Turquía
Foto: NTX

Mientras Europa continúa gobernada por memorables mediocres, al nuevo presidente electo de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, se le queman las habas por las ambiciones que tiene para lo que él llama “Nueva Turquía”, las cuales se reducen simplemente a darle más poderes a su “Presidencia” y nada más.

Si ustedes piensan que el ser presidente cambiará la mentalidad corrupta, arrogante y autoritaria de quien todavía continúa bajo los cargos de corrupción y trató de echar abajo a Twitter y YouTube, es que todavía creen en la existencia de Papá Noel.


El turco necesita tener zonas de amortiguamiento para convertirse en un poder sustancial en el Cercano Oriente para tener influencia en la Unión Europea y predice que Turquía ingresará en esta para 2023, cuando se celebre el 100 aniversario de la República Turca.

Sin embargo se enfrenta a varias piedras en su camino: Turquía no es un país europeo, 97% de su territorio está en Asia, la UE no necesita compartir fronteras con Siria, Irán e Irak; Turquía es demasiado grande para que la absorba la Unión, con una población que se predice será de 91 millones de habitantes para 2050, sería el miembro dominante de la UE.

Turquía no es una democracia madura al estilo europeo. Su política es un menjurje entre un ejército autoritario e islamitas de diferentes tonalidades. Durante doce años como primer ministro, Erdogan se pasó los derechos humanos por el Arco del Triunfo y docenas de periodistas languidecen en la cárcel. El informe anual de Amnistía Internacional está lleno de innumerables detalles sobre tortura, violaciones a la libre expresión, negación de los derechos de las minorías, juicios injustos y un gran fracaso en la protección de la mujer. Europa importaría el difícil de solucionar problema kurdo. La opinión pública en la UE está en su mayoría opuesta al ingreso y a los turcos les viene guango el asunto.

Mascarada

Alemania bloqueó la apertura e iniciación de nuevas pláticas de acceso con Turquía por lo que hizo Erdogan en el parque Gezi y en la plaza Taksim.

A pesar de su creciente economía, el ingreso de un país tan pobre y tan grande en la Unión Europea pondría duras cargas en las finanzas de la UE. Un ejército de inmigrantes pobres se iría a Occidente para unirse a los nueve millones de turcos que ya viven en la Unión Europea.

Las raíces históricas, culturales y religiosas están en el Asia Central y en Oriente Medio. Como una nación abrumadoramente musulmana, las tradiciones culturales turcas son fundamentalmente diferentes a las de la Europa cristiana. Turquía ha sido siempre vista como un invasor externo, con Chipre como un obstáculo insalvable.

Los electores de Tangogan fueron musulmanes, quienes sinceramente piensan que Erdogan cambió y que por obra y gracia del Espíritu Santo los llevará hacia la tierra prometida llamada Unión Europea.

Turquía solo busca sacar raja de su membresía permanente dentro de la UE. La mano de gato que se dio “el nuevo sultán” para engañar a sus electores y a los tarúpidos de la UE haciéndoles creer que Turquía es buenita y solo busca colaborar al engrandecimiento del organismo, no es más que eso: una mano de gato.

Las verdaderas ambiciones del nuevo “sultán” Erdogan son revivir el ideario de la época otomana y lograr que su “Nueva Turquía” ingrese en firme dentro de la Unión Europea.

Su “Nueva Turquía” no es más que el nombre, en el fondo es la misma gata con más retoques autoritarios, despóticos y arrogantes.

Erdogan resultó ser más cuento que Calleja.