El cerebro que envejece

Sabemos que la población de nuestra ciudad envejece. Según las proyecciones de la Conapo en 2030 habrá en el Distrito Federal 78 adultos mayores de 65 años por cada 100 jóvenes menores de 15, mientras que en 2010 la proporción era de 34 a 100.

Redacción
Todo menos politica
La tensión nerviosa crónica acelera el deterioro cerebral, pero el ejercicio habitual lo contrarresta y se ha observado que las personas mayores con mejor inteligencia fluida tienden a caminar más rápido. Camina, ejercítate, para que el dolor no te arrugue el cerebro.
Foto: Especial

Elena Fernández del Valle

elemarine@me.com

Sabemos que la población de nuestra ciudad envejece. Según las proyecciones de la Conapo en 2030 habrá en el Distrito Federal 78 adultos mayores de 65 años por cada 100 jóvenes menores de 15, mientras que en 2010 la proporción era de 34 a 100.

¿Qué le pasará a mi cerebro si llego a contarme entre esos 78 y tengo la suerte de no desarrollar enfermedad de Alzheimer o Parkinson?


Los médicos solemos tener una visión sesgada de esta etapa de la vida, porque acuden a nosotros las personas enfermas y no las que conservan sus aptitudes al correr de los años.

Nos son de enorme utilidad artículos como los que publicó la semana pasada la revista Science en un número especial dedicado al cerebro humano que envejece.

Uno de ellos trata sobre los Lothian Birth Cohorts, un grupo de adultos mayores cuya evolución cognitiva ha sido estudiada en detalle por investigadores de la Universidad de Edimburgo.

En 1932 y de nuevo en 1947 las autoridades educativas de Escocia se propusieron medir la inteligencia de todos los estudiantes de once años. Se aplicaron las pruebas; se procesaron los datos; las pruebas y expedientes de los niños participantes se archivaron y quedaron olvidadas.

En 1997 Ian Deary, profesor de sicología de Edimburgo, descubrió en los sótanos de su universidad un montón de cajas polvorientas que guardaban los originales de aquellas pruebas aplicadas 50 y 60 años atrás.

El hallazgo tenía un valor incalculable desde el punto de vista científico, ya que apenas unos cuantos estudios de la evolución de la inteligencia a lo largo de la vida reúnen información sobre las habilidades cognitivas de sus sujetos antes de los 19 y 20 años.

Deary se dio a la tarea, con algunos colegas, de localizar a cuantos sobrevivientes de aquellos dos grupos quedaran en las cercanías e invitarlos a participar en un estudio sobre la inteligencia en el adulto mayor.

En total, mil 641 individuos aceptaron. Gracias a ellos, los investigadores asociados a este proyecto de la Universidad de Edimburgo han publicado más de 250 artículos científicos sobre diferentes aspectos del envejecimiento cerebral y han puesto en duda una serie de aseveraciones que se tenían por verdaderas: los efectos benéficos de la cafeína, de ciertos tipos de dieta o del vino en cantidad moderada, por ejemplo, desaparecen estadísticamente cuando se toma en cuenta el coeficiente intelectual del sujeto a los once años.

Variaciones

En cambio, otros factores se asocian a una inteligencia más alta en edades tardías, independientemente de qué tan listo fuera el sujeto cuando niño: tener más años de estudios y una buena condición física, ser bilingüe y no fumar.

Hay habilidades cognitivas que tienden a conservarse bien, como el lenguaje. Hay otras (las de la “inteligencia fluida”) que declinan irremediablemente después de alcanzar su mejor momento alrededor de los 30 años, como la habilidad para el cálculo mental rápido o para tener presentes a la vez varios elementos de un problema.

Esto es así en términos generales, pero existen variaciones individuales enormes. Cada quien envejece a su manera, a cada quien le da su historia posibilidades únicas de remediar o compensar los estragos del tiempo.

¿Tienes más de 60 años y te has conservado en forma, aunque llevas meses de mala racha? La tensión nerviosa crónica acelera el deterioro cerebral, pero el ejercicio habitual lo contrarresta y se ha observado que las personas mayores con mejor inteligencia fluida tienden a caminar más rápido. Camina, ejercítate, para que el dolor no te arrugue el cerebro.

No harás tu vida más larga, pero sí más ancha y profunda.