José Revueltas, intelectual vigente

Como en pocos casos su alcance creativo liga de manera consustancial su ejercicio político con el artístico, sobre todo con el literario. 

Hector González
Este 20 de noviembre se cumplieron 100 años del natalicio de José Revueltas
Foto: Especial

La figura de José Revueltas tiene varias aristas. Como en pocos casos su alcance creativo liga de manera consustancial su ejercicio político con el artístico, sobre todo con el literario.

Este 20 de noviembre se cumplieron 100 años del natalicio del autor de títulos tan importantes como Los días terrenales, El apando, México: una democracia bárbara o El luto humano.


Para celebrarlo, durante las próximas semanas diversos escritores e intelectuales analizarán su influencia desde distintas facetas.

Abre la serie el periodista y analista Carlos Ramírez, quien hace una profunda disección de su pensamiento político.

Efecto

—Dentro de la tradición de la izquierda mexicana, ¿qué representa José Revueltas?

—Revueltas se localiza principalmente en la izquierda marxista-leninista del Partido Comunista Mexicano, no siempre mayoritaria. En el PCM del periodo1960-1970 hubo una lucha entre la corriente marxista-leninista contra una corriente marxista pero no tan leninista. Hacia la segunda mitad de los setentas se consolidó en la dirección nacional una corriente marxista democrática perfilada hacia el eurocomunismo, un marxismo no dictatorial alejado de Moscú y más fijado en las necesidades nacionales. Por ejemplo, los partidos comunistas de España, Italia y Francia. Las tesis de Revueltas se basaban en las doctrinas de Marx y Lenin.

—¿Cómo podemos explicar su precocidad en términos de activismo? Antes de la mayoría de edad ya había estado en una correccional y a lo largo de su vida estuvo en prisión tres veces más…

—Revueltas nació en el seno de una familia de activistas, por lo que su tendencia a la protesta era consustancial con su entorno y su rebeldía natural. A los 15 años se unió al Socorro Rojo Internacional, una organización marxista de activistas. Fue detenido siendo menor de edad y enviado a las Islas Marías por protestas en las calles. A Revueltas no le asustaba la cárcel aunque tampoco la buscaba, la cárcel fue un efecto de sus formas radicales de pensar y de actuar. Para Revueltas, como se revela en la metáfora de las rejas y los tubos atravesados en su maravillosa novela corta El apando, la cárcel era una reproducción de la sociedad, dejando su tesis de que los ciudadanos también estamos presos en una cárcel social sin rejas y, claro, ahí asentaba sus argumentos sobre el marxismo como liberación.

—¿Qué tipo de comunista era Revueltas, pensando en que él mismo fue expulsado del PCM?

—Un comunista ortodoxo, marxista, leninista... Esta posición, paradójicamente, contrastaba con la de sus compañeros, quienes acomodaban el marxismo al entorno ideológico y a los debates internos. Creo que Revueltas fue de los pocos comunistas ortodoxos. Pero no fue dogmático, sino que su marxismo y su comunismo partían de la reflexión, quizá como pocos marxistas en la izquierda mexicana. Por eso Revueltas combatió al marxismo acomodaticio de Vicente Lombardo Toledano, al marxismo vulgar de otros militantes que se quedaban en la reproducción de frases y no en el materialismo dialéctico, y al marxismo colaboracionista de Lombardo y de Víctor Rico Galán que buscaban un pacto con la pequeña burguesía y al que calificaban como sector nacionalista del gobierno.

—¿Es válido pensar que después de Los días terrenales, la novela con que polemiza con militantes y simpatizantes de la izquierda, como Neruda, por sus críticas al estalinismo, termina claudicando y entra en un periodo de oscuridad ideológica?

—No. Revueltas nunca claudicó y ese fue justamente su problema con los comunistas del PCM. En el caso de Los días terrenales Revueltas fue víctima de sus afectos por Enrique Ramírez y Ramírez y el crítico de arte Antonio Rodríguez: sacrificó un poco sus ideas en aras de la disciplina partidista y comunista. Revueltas había sido expulsado del PCM en 1943 por sus posiciones radicales en torno del partido. Su novela salió publicada en 1949 y estaba en la línea de plantear su reingreso al partido. A mediados de los cincuenta regresó al partido y volvió a ser expulsado. En 1964 publicó Los errores, una segunda obra sobre los bajos fondos del proletariado. Las salidas del PCM lo llevaron inclusive a una mayor radicalización y en 1962 publicó la crítica más sólida, científica y materialista contra el PCM: Ensayo sobre un proletariado sin cabeza. Además, después de la polémica por Los días terrenales escribió mucho en contra de los enfoques ideológicos del PCM. La afirmación más severa de Revueltas después de Los días terrenales consistió en señalar que el PCM padecía una “locura brujular”, una brújula con la flecha girando sin parar y sin identificar polos ideológicos.

Influencias

—¿Qué representó en términos políticos para la generación del 68?

—Revueltas no tuvo una significación especial durante aquel movimiento, por tres razones: no había una dirección ideológica, el comité de profesores y artistas nunca tuvo presencia fuerte en el Consejo Nacional de Huelga, y Revueltas tenía entonces 54 años, frente al promedio de 20 años de los estudiantes. Hizo panfletos, escribió artículos y cartas y redactó documentos de análisis, pero sin influencia en el contenido programático del movimiento. Revueltas propuso la categoría científica de la “autogestión universitaria”, pero los jóvenes querían una revolución para derrocar al capitalismo. Por cierto, en la acusación penal fue acusado del delito de proponer la “autosugestión universitaria”, lo que provocó las burlas del propio escritor. Como preso político tampoco fue una figura destacada. La lectura de su participación en el movimiento incluida en el libro México 68: juventud y revolución —publicado en la segunda mitad de los ochenta— muestra que él andaba por las tesis de fondo y los jóvenes en las marchas.

—Pese a pensar diferente a su contemporáneo Octavio Paz, este siempre le guardó respeto. ¿A qué atribuye que Paz lo respetara y en cambio otros intelectuales de izquierda no? Incluso llegó a tener una fuerte polémica con Adolfo Sánchez Vázquez, por ejemplo…

—Paz consideraba a Revueltas como un gran escritor y lo caracterizaba como uno de los hombres más puros de México. Creo que Paz reconocía en Revueltas el sentido crítico hacia el marxismo ortodoxo controlado por los soviéticos y los cubanos. Paz fue un lector profundo de Marx —detestaba a Lenin—, como lo demostró en un ensayo incluido en su libro Corriente alterna. Revueltas era marxista, pero dominaba la dialéctica filosófica. Sánchez Vázquez, en cambio, representaba al marxismo “oficial” soviético.

—¿La militancia ideológica demerita o contamina —si me permite el término— su trabajo literario?

—Ahora sí que todo depende. Revueltas no solo era un militante comunista sino que no reconocía más ideología política que el marxismo ni respetaba ningún método que no fuera el materialismo dialéctico. Por tanto, sentía que la literatura debía moverse en esos parámetros. Sin embargo, siempre se alejó de la estética del realismo socialista; sus dos novelas sobre el proletariado y sus dirigentes, Los días terrenales y Los errores, tienen como protagonista a la clase proletaria pero con enfoques críticos. De ahí que su ideología no solo no afectaba el contenido de su obra literaria sino que la potenciaba en sentido crítico. A pesar del enojo de los marxistas, en sus novelas estuvo más cerca del existencialismo que del marxismo, aunque yo diría un existencialismo más dialéctico —aun cuando se enoje Sartre—. Revueltas utilizaba la ideología como método de análisis, no como un chaleco a la medida. Su enfoque marxista diseccionaba a los protagonistas de sus novelas; fue, por tanto, un ejemplo del antirrealismo socialista.

Relectura

—Ahora que el marxismo parece tener una suerte de renacimiento el pensamiento de Revueltas merece ser revisitado…

—No creo que haya un renacimiento del marxismo, más bien la burocracia soviética y sus aliados han encontrado en el marxismo una forma de renovar esperanzas después de la derrota de noviembre de 1989. De todos modos, sea como sea, Revueltas merece la relectura en función de su estilo literario, de la permanencia en el tiempo de sus novelas y sus cuentos y de su ejemplaridad ideológica. Su figura como intelectual también es meritoria ante los ejemplos desmoronados que hemos visto en los últimos años. Revueltas redefinió el rumbo de la literatura aunque no pudo fijar ninguna nueva generación. Sus tesis sobre la inexistencia histórica del Partido Comunista son hoy vigentes para analizar el fracaso del PRD como partido de izquierda y como el heredero del PCM. Quizás haya que limar bastante su lado leninista pero ello no demerita la calidad de su reflexión política e histórica.

—¿Cómo entender el desarrollo del pensamiento de izquierda de Revueltas, que pasó por conceptos como la revolución, la autogestión y el marxismo?

—La izquierda, a pesar de la profundidad histórica de su pensamiento, quedó atrapada en la circunstancia. Y parafraseando a Ortega y Gasset en Meditaciones del Quijote, la izquierda no salvó la circunstancia y por tanto la izquierda no se salvó a sí misma. El pensamiento marxista que animó la configuración de la izquierda dependió de la circunstancia soviética. Antes de 1989 el marxismo soviético anquilosado perdió en Hungría, Checoslovaquia y el eurocomunismo. También el marxismo internacionalista soviético, junto con el cubano, entró en la locura brujular que señaló Revueltas. Él no ofertó algún enfoque en particular; su reflexión fue sobre el marxismo y lo que, a su juicio, Marx quiso decir.

Las tesis de Revueltas sobre Marx, el marxismo, el partido, la revolución y la autogestión siguen vigentes. Por ejemplo, las propuestas de Revueltas sobre autogestión universitaria podrían revalidarse ahora que se discute el nuevo diseño del Instituto Politécnico Nacional.

—Después de libros como México: una democracia bárbara, Los días terrenales o México 68: juventud y revolución, ¿cuál es la vigencia del pensamiento social y político de Revueltas? En este sentido, ¿con cuál de sus obras se queda?

—Sigue vigente su idea del marxismo como método de análisis del capitalismo; la propuesta del sistema comunista, aunque hoy ajustado a la realidad democrática; la reflexión sobre la política “a la mexicana”; la lucha de Revueltas contra el pensamiento histórico enajenante (el marxismo, decía, era un factor de desenajenación de la clase trabajadora) de la Revolución Mexicana… Yo me quedo con la novela Los días terrenales y sobre todo con el ensayo México: una democracia bárbara. En este breve ensayo Revueltas llegó inclusive a hacer teoría política sobre la realidad mexicana; en este ensayo desarrolló su teoría del Estado mexicano como un “Estado ideológico total y totalizador” cuya fuerza radicaba —y fue el genio de Elías Calles y Cárdenas— en el control “de la totalidad de las relaciones sociales”. Más que otros politólogos, en el Revueltas marxista se encuentra la mejor anatomía del poder político priísta en México que seguimos padeciendo. Por cierto, la editorial Era acaba de circular una nueva edición de México: una democracia bárbara con añadido de unos textos más.

Más que celebrarlo en medios, dice Carlos Ramírez, “a Revueltas hay que leerlo y releerlo”.