Rosetta: La conquista de un cometa

La Agencia Espacial Europea completó con éxito una tarea de más de una década de preparación cuando logró aterrizar una nave sobre un cometa: el histórico evento aportará importante información científica sobre el espacio

Arturo Moncada
Todo menos politica
Rosetta fue diseñada con un propósito muy conciso: orbitar alrededor del cometa 67P con un módulo de aterrizaje llamado Philae
Foto: Creative Commons/European Space Agency

El cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko o 67P fue descubierto en 1969 por dos astrónomos ucranianos, Klim Churyumov y Svetlana Gerasimenko, desde el observatorio del Instituto de Astrofísica de Almatý, en Kazajstán.

Como muchos otros episodios en la historia de la ciencia, este descubrimiento se dio por casualidad durante un pequeño incidente durante el proceso de revelado de las placas fotográficas del firmamento que Churyumov y Gerasimenko realizaron en aquel entonces.

La importancia de este astro se puso de manifiesto nuevamente en 2003, cuando fue seleccionado como el objetivo de la sonda Rosetta de la Agencia Espacial Europea (ESA).

Objetivo

Rosetta fue diseñada con un propósito muy conciso: orbitar alrededor del cometa 67P con un módulo de aterrizaje llamado Philae, que al posarse sobre el cometa permitiera a ambas partes analizar con una serie de instrumentos la superficie, los materiales y la composición del mismo, así como las partículas expulsadas y la medición de su núcleo a través de ondas de radio.

Los dos elementos, orbitador (Rosetta) y módulo de aterrizaje (Philae), portan algunas de las herramientas más sofisticadas de análisis científico jamás colocadas en una nave.

Ambos dispositivos son auténticos laboratorios automatizados capaces de desvelar los secretos que este cometa guarda en su interior. Con un peso de tres mil kilos, Rosetta es una sonda de tipo heliocéntrica.

Histórico

La sonda se lanzó al espacio el 2 de marzo de 2004 con ayuda del cohete Ariane. Durante sus diez años de vuelo espacial para alcanzar su meta, Rosetta se acercó tres veces a la Tierra y en una ocasión a Marte con el objetivo de tomar impulso para su viaje.

En una misión tan larga y lejana no se dejaron detalles y la nave permaneció en total dos años en hibernación con el fin de permitir un ahorro de combustible para garantizar su éxito.

Y si en 1969 fue el hombre quien pisó por primera vez la Luna, el pasado 12 de noviembre Rosetta hizo historia cuando su módulo de aterrizaje Philae logró descender y posarse por primera vez sobre un cometa.

Para la ciencia este logro significa literalmente tocar un cuerpo celeste de ese tipo y poder investigarlo de una manera nunca vista: como indican los astrónomos, cometas del sistema solar como el 67P/Churyumov-Gerasimenko son fósiles que llevan millones de años sin cambiar, es decir, son los objetos más primitivos del Sistema Solar.

El 67P se formó hace cuatro mil 600 millones de años, antes incluso que la Tierra. Su investigación ayudará a entender mejor cómo apareció nuestro planeta y qué ocurrió para que se diesen las condiciones necesarias que un día originaron la vida tal y como la conocemos.

Se sospecha desde hace mucho tiempo que los llamados ladrillos de la vida —moléculas orgánicas y compuestos ricos en carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno— podrían haber llegado a la Tierra a bordo de cometas. Poder analizar un pedazo de roca tan viejo sin cambios geológicos o ecológicos como en la Tierra puede ahora ayudar a entender por completo o un poco más esta hipótesis.

Uno de los “padres” de la misión Rosetta, Roger-Maurice Bonnet, a cargo del centro de operaciones de la ESA en Darmstadt, Alemania, comparó el proceso con “Cristóbal Colón llegando a América. Lo que me parece más extraordinario es el desafío técnico, es algo absolutamente asombroso. Para mí se trata de la culminación de un programa de 20 años. Ya es un éxito impresionante, porque nadie hubiese imaginado que este cometa era tan espectacular ni tan rico en informaciones”, explicó.

Hallazgo

Los primeros resultados de los experimentos científicos del módulo Philae, que entró en estado de reposo desde el pasado 15 de noviembre al no recibir suficiente luz de Sol en sus paneles solares para cargar sus baterías, indican que el cometa 67/P Churyumov-Gerasimenko es duro como el hielo y tiene moléculas orgánicas, las cuales son ya analizadas para su identificación.

El problema fundamental que ha afrontado Philae desde su accidentado aterrizaje en el cometa es que tras rebotar dos veces en el suelo cayó en un lugar con pronunciado relieve a su alrededor, que hace sombra sobre los paneles solares.

La máquina estaba preparada para funcionar durante dos días y medio con las baterías que llevaba cargadas y cumplir la denominada primera secuencia de ciencia. A pesar del problema, los científicos y operadores lograron rotarla sin desplazarla del sitio, con el objetivo de aumentar las posibilidades de recarga de las baterías cuando el cometa esté más cerca del Sol.

En tanto, Rosetta continúa su misión científica de observar el cometa a medida que se acerca al Sol. Está previsto que siga en operación al menos hasta finales de 2016 y, muy posiblemente, un año más.