Claroscuros de la relación financiera México-España

Desde 1990 la internacionalización de la Marca España se reflejó en México a través del desembarco de capital ibérico a la región latinoamericana.

Redacción
Pendiente
España va por grandes obras.
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Por Claudia Luna Palencia / Enviada / Madrid, España

Hay relaciones que son desiguales. La de México con España lo es en prácticamente todos los sentidos y ojalá se den los pasos adecuados para el acoplamiento en los ámbitos donde prevalecen nexos pecuniarios desequilibrados: mientras en nuestro país hay más de cuatro mil empresas españolas, en la llamada Madre patria apenas se cuentan casi 400 empresas aztecas, la mayoría Pymes dedicadas a ofrecer comida mexicana.


Desde 1990 la internacionalización de la Marca España se reflejó en México a través del desembarco de capital ibérico a la región latinoamericana.

En esa primera etapa los inversores españoles adquirieron activos que van desde bancos, pasando por aseguradoras, hasta fondos de pensiones: el interés primordial fue la penetración en el sistema financiero.

Son igualmente dominantes en el terreno de la administración de ahorros y gestión de créditos, pues BBVA es el principal banco extranjero en México y el tercero lo es HSBC.

El desempeño del capital ibérico, tanto en México como en América Latina, ha ido en consonancia con los procesos de desregulación, privatización y aceptación de capital foráneo en distintos ámbitos.

Es verdad que México ha llevado más lento ese proceso en el área de las telecomunicaciones y el sector energético. De hecho, en este sentido parece una tortuga si se le compara con los mercados brasileño o argentino, más avezados en cuanto a la participación de los flujos externos. Aunque es verdad que con Cristina Fernández de Kirchner en la Presidencia de Argentina y su decisión de nacionalizar YPF-Repsol los capitales, tanto españoles como de otros países, se lo piensan más de dos veces para invertir en activos en tierra austral.

México ha sido más flemático debido a que las resistencias al cambio son más pesadas y las inercias del pasado son un atavismo generacional. No obstante, hasta lo que parecía imposible se logró en 2000 cuando Grupo Telefónica Móviles compró los cuatro operadores del norte de México: Cedetel, BajaCel, Norcel y Movitel.

Y si bien esta primera etapa también ha contado con presencia de capital ibérico en hoteles y otra infraestructura de servicios, los españoles echan más bien mano de aquello de fama crescit eundo.

Inversiones y comercio, dual

Ser preponderante en lo uno no significa necesariamente serlo en lo otro. La relación está además muy condicionada por el ritmo de la Unión Europea (UE) en el renglón de inversiones y comercio.

Después de Estados Unidos la UE es la segunda fuente de Inversión Extranjera Directa (IED) en tierras aztecas, con 38% del total canalizado hacia América Latina desde el llamado viejo continente.

Dentro del conglomerado inversor europeo Países Bajos y España son los principales en México.

Para la nación ibérica México es imán de sus inversiones, al menos desde 1990 a 2013: más de 43 mil millones de dólares han ingresado para comprar diversos activos fijos en distintos puntos de la geografía patria.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) señala que el año pasado México recibió en total 38 mil 286 millones de dólares por concepto de IED, ello debido principalmente a que Grupo Modelo vendió su histórico grupo cervercero al belga Anheuser-Busch, actual dueño de Corona, entre otros.

Es decir la economía mexicana sigue siendo polo de interés aunque Brasil, según datos del mismo organismo, fue la economía de la región más favorecida por la IED global con 64 mil millones de dólares.

España quiere seguir teniendo la voz cantante en América. Estamos hablando de la cuarta mayor economía de la zona euro, la quinta de la UE y la décimo tercera del mundo por volumen del PIB.

Además es el undécimo inversor mundial, con un stock de IED de 640 mil 312 millones de dólares.

Por su parte, en el renglón comercial, en 2013 la UE se consolidó como el tercer socio comercial de México (después de Estados Unidos y China): Eurostat señala que el intercambio comercial entre México y la Unión Europea ascendió a 63 mil millones de dólares, 17.5% más respecto del año inmediato anterior.

De este intercambio resulta una balanza superavitaria para la UE con 43 mil 143 millones de dólares, en tanto que México arrastra un déficit de 19 mil 857 millones de dólares.

Para el presidente Enrique Peña Nieto uno de los principales cometidos es renegociar el acuerdo comercial con la UE, lo que no es desde luego menos ríspido, aunque no imposible.

Pero si analizamos los antecedentes del marco-acuerdo con la UE y observamos las nueve rondas que le antecedieron hasta su entrada en vigor el 1 de julio de 2000, una renegociación implicará otros tantos años más de estira y afloja.

Y es que si en algo se parecen la UE y Estados Unidos es un su política proteccionista, máxime en terrenos de actividades primarias de la producción como agricultura, ganadería, caza y pesca.

Por ejemplo, las micro, pequeñas y medianas empresas del sector atunero mexicano se quejan de que a pesar del acuerdo de libre comercio la UE les impone un arancel de 23.5% para las importaciones de atún enlatado mexicano y ello obviamente les resta competitividad frente a otros productores, inclusive de la propia región latinoamericana que, sin tratado de por medio, importan su atún enlatado hasta con arancel cero. España, en particular, es parte del problema.

Y es que por un lado España registró en 2013 un déficit por 22 mil 176.2 millones de dólares en el intercambio comercial con México, que a su vez logró un superávit por dos mil 712.1 millones, siendo el petróleo uno de los principales componentes de la relación trasatlántica, según el Instituto Español de Comercio Exterior (Icex).

Sin embargo, los atuneros mexicanos dejaron de exportar el año pasado 20 mil toneladas de producto a España.

Segunda fase

Claro está que para España la inversión es su fuerte: de la facturación de sus empresas que cotizan en el IBEX 35, al menos 64% se encuentra en el extranjero. Ese afán por diversificarse hacia el exterior ha permitido amainar el golpe de la crisis y el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, cuyo desastre económico y social pudieron haber sido de hecatombe si las empresas españolas dependiesen únicamente del mercado local.

Ahora la internacionalización de la Marca España ha ingresado en una segunda etapa, en la que predominan las grandes empresas líderes en infraestructura, esas mismas que sobresalen en el podium de los conglomerados que adquieren magnas obras de infraestructura y construyen lo mismo en Riad que en Puebla.

Por ende, en esta segunda etapa el capital ibérico busca obras en canales, ductos, gasoductos, plataformas petroleras, trenes de alta velocidad, aeropuertos y puertos, centros comerciales y obra pública en general.

Ya están en la médula del sistema financiero, en los hilos telefónicos y controlan las entrañas de las urbes con el gas natural... pero pretenden más.

El Boston Consulting Group anticipa que entre 2010 y 2030 la pequeña gran aldea global requerirá de 40 a 50 billones de dólares en infraestructura y los países con más posibilidades de demandar su construcción serán México, China, India, Rusia y Turquía.

España y sus acorazados empresariales no quieren perderse la cruzada. Aunque, al parecer, esta vez no se conformarán únicamente con ponerle tecnología española a la Basílica de Guadalupe, ya que Playmedia (empresa de Manresa, Barcelona) ganó el proyecto de 5.75 millones de dólares para crear el Centro Multimedia de Evangelización.

Las empresas españolas quieren negocios de envergadura y allí es donde podrían llevarse uno que otro disgusto, dado que puede intuirse un cambio de tendencia en el actual gobierno por diversificar la cesta de sus socios e inversionistas foráneos.

De acuerdo con el informe Presencia de España. La empresa española en el mundo, elaborado por el Ministerio de Asuntos Exteriores, 37% de las principales concesiones de transportes del mundo, principalmente aeropuertos, puertos y autopistas lo gestionan empresas españolas.

Empresas como ACS, FCC, OHL, Ferrovial, Sacyr, Abertis, Acciona, Dragados Offshore o Typsa son los nuevos wo-cou dispuestos a ir por todas para obtener negocios desmesurados derivados de construir y gestionar grandes obras de infraestructura.

El meollo es que el gobierno actual lo quiera.

Construcción española de infraestructura en México

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Fuente: Elaboración propia con datos de cada empresa