Turismo como forjador de valores

La actividad turística favorece el desarrollo personal y la convivencia en grupo.

Yolanda Trejo
Todo menos politica
La actividad turística favorece el desarrollo personal y la convivencia en grupo.
Foto: Creative Commons

La actividad turística favorece el desarrollo personal y la convivencia en grupo.

Se puede viajar de manera individual o en compañía de otras personas que compartan nuestras aficiones e intereses. Los viajes pueden ser tan ambiciosos como lo desee: con itinerarios preestablecidos o eligiendo sitios específicos que le permitan armar uno o varios circuitos “a la medida”.

Cada actividad puede ser un detonador de valores y actitudes que tengan una repercusión social positiva, amén de contribuir al cuidado del medio ambiente y a la preservación del patrimonio cultural.

Nuestro país es infinitamente rico en paisajes y en expresiones culturales cuyo cuidado y difusión es una responsabilidad tanto de las autoridades como de la sociedad en su conjunto.

Actualmente los turistas jóvenes muestran una marcada preferencia por las actividades de aventura y ecoturismo. Demandan experiencias que generen emociones e incluso cierto riesgo para poner a prueba y demostrar su valor y destreza. Se han diseñado recorridos especiales donde se fomenta el trabajo en equipo, la toma de decisiones y el cambio de actitudes.

Los adultos prefieren en gran medida los recorridos turísticos que incluyen temas de historia, arte y música. Los adultos mayores y las personas jubiladas encuentran en los viajes grupales una oportunidad invaluable para visitar lugares interesantes y socializar con otras personas.

Respecto de la población infantil, sus primeras experiencias tienen lugar en el ámbito familiar, al salir de vacaciones a alguna playa o centro vacacional o bien al visitar algún museo o sitio histórico como parte del programa extramuros de su plantel educativo. Cada persona tiene sus propios gustos dependiendo de su edad, tiempo y recursos disponibles.

Es necesario crear una cultura de viaje que permita disfrutar al máximo cada experiencia, a la vez que respetar otras expresiones culturales y entornos naturales. Cada viajero puede convertirse en un agente de cambio que incida positivamente en los sitios visitados.

Los periodos de descanso, sean cortos o largos, generan una sensación de bienestar que repercute en el estado de ánimo de los viajeros y en su predisposición hacia lo novedoso, lo diferente, lo poco conocido... Es evidente la intención de aprovechar el tiempo al máximo, sin importar que haya trayectos largos de viaje, condiciones de clima cambiantes e incluso imprevistos: todo es parte de la aventura.

Sin embargo es fundamental contar con un buen transporte, un guía experimentado, infraestructura turística y condiciones de seguridad en los destinos seleccionados.

El respeto y la tolerancia hacia el otro inician desde que se abandona el lugar de residencia hasta que se regresa al punto de partida.

La puntualidad resulta fundamental para realizar todas las actividades programadas: acceso a zonas arqueológicas, a museos o a eventos artísticos-musicales. Llegar a tiempo permite hacer un cambio de transporte o contactar a algún guía local (por ejemplo, en las comunidades indígenas y en las zonas selváticas).

Para viajar más cómodo es conveniente llevar equipaje ligero e identificarlo con una cinta o etiqueta. La ropa debe ser adecuada a las condiciones climáticas de los lugares visitados. Nunca está de más llevar un suéter o chamarra: hay sitios que a pesar de ser calurosos al mediodía pueden cambiar drásticamente de temperatura por la tarde-noche. Libérese de muchos artículos y viaje con lo necesario. Si toma algún medicamento prevenga su compra antes de salir de viaje. Prevenir imprevistos le hará más placentero su viaje.