Cita cancelada

El vértigo del Foro Económico Mundial no disminuye nunca

Sergio Sarmiento
Columnas
Primera reunión del Foro Económico en Davos, Suiza
Foto: NTX

El vértigo del Foro Económico Mundial no disminuye nunca. Alrededor de 2,500 empresarios, gobernantes, funcionarios, académicos, periodistas y líderes sociales se reúnen cada año en este pequeño poblado de los Alpes suizos en un encuentro que originalmente era un momento de reflexión en un ambiente de tranquilidad sobre los principales problemas del mundo pero que ahora se ha convertido en un remolino de actividad empresarial y política.

En este 2015 el presidente Enrique Peña Nieto decidió cancelar su participación en el Foro Económico Mundial. Lo hizo a pesar de que el próximo mes de abril la Riviera Maya será la anfitriona del Foro regional para América Latina. El mandatario al parecer pensó que sería criticado en el país, en un momento en que se encuentra bajo presión del movimiento de Ayotzinapa, si viajaba a Suiza a reunirse con algunos de los empresarios más ricos y los personajes más importantes del mundo.

La delegación mexicana fue encabezada por el secretario de economía Ildefonso Guajardo y en ella participaron también varios funcionarios de alto nivel, incluyendo a la secretaria de turismo Claudia Ruiz Massieu y al director general de la Comisión Federal de Electricidad Enrique Ochoa. Muchos otros países sí mandaron a sus gobernantes. Unos 40 presidentes y jefes de estado acudieron a la cumbre, entre ellos los de Francia, Alemania, China, Turquía y Ucrania.

El Foro Económico Mundial se distingue por ofrecer la mayor concentración de personajes con capacidad de decisión y líderes de opinión en el mundo. Por eso los gobernantes y empresarios buscan ese escenario para hacer anuncios importantes o para agendar, en unos cuantos días, reuniones con colegas y personajes que de otra manera habría que buscar en varios viajes por el mundo. Es un foro muy eficiente para lograr contactos internacionales.

El presidente Peña Nieto podría haber utilizado el Foro para mandar un mensaje a la comunidad internacional de que México no ha desaparecido, que el mismo país que hasta hace unos meses estaba en su “momento”, en el que se hicieron reformas estructurales en muy poco tiempo y en el que había grandes oportunidades de inversión, sigue existiendo a pesar de los hechos de Iguala de septiembre de 2014.

El mandatario pudo haber mandado el mensaje de que, lejos de ser indiferente ante la matanza de normalistas, designó a su propio procurador general como investigador del caso, el cual logró resolver en un tiempo muy corto y en el que ha detenido a un centenar de presuntos responsables.

Un mensaje adicional habría sido que el país tiene problemas, como todos, pero que sigue abierto a la inversión y al desarrollo y que no aceptará echar para atrás sus reformas, especialmente la educativa, a pesar de todas las presiones en contra.

El mensaje, sin embargo, no se envió. El presidente prefirió quedarse en México. La delegación que envío a Davos no tuvo el peso para realmente promover una mejor visión de México. Así son, me parece, las cosas en la política.

Los gobernantes tienen que tomar siempre la mejor decisión para impulsar sus programas. Pero a veces el miedo es un factor más fuerte que la convicción de hacer lo correcto.