Día del Ejército

Javier Oliva Posada
Columnas
Compromiso y lealtad
Foto: NTX

El pasado jueves 19 de febrero se realizó la ceremonia que conmemora el 102 aniversario de la creación de una de las instituciones señeras del Estado mexicano posrevolucionario y que, presente en todo el territorio nacional, ha observado los cambios en la sociedad y en el mundo para adaptarse y seguir siendo un referente de confianza y seguridad.

Más aún: en los últimos diez años, cuando se recurrió a las Fuerzas Armadas en general para acudir en auxilio de la población y de las autoridades civiles en el intento de recuperar la paz y el Estado de Derecho, sus índices de aceptación siguen siendo los primeros en cuanto a instituciones se refiere.


De 2005 a la fecha muchos han sido los momentos críticos que varias zonas de la República han pasado. También el contexto internacional ha observado serias transformaciones, que han exigido a los militares de nuestro país procesar con profesionalismo los antagonismos del siglo XXI.

Los retos son múltiples. Van de lo interno a lo externo, de lo específico a lo diverso, de los valores al adiestramiento. Las variables para hacerle frente a tan intensas dinámicas se soportan precisamente en la serie de valores que distinguen la historia, en este caso, del Ejército Mexicano.

Como lo expresó el general secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Zepeda, el pasado 9 de febrero, destacan entre otros: lealtad, institucionalidad, honor, abnegación, vocación de servicio y patriotismo. Su puesta en práctica es lo que les permite a los soldados actuar conforme a las exigencias y hacerlo bien. Y esto último se sostiene con datos objetivos, con números que pueden ser interpretados, dentro y fuera de México, como una contundente evidencia de sus capacidades como profesionales de las armas.

Crucial

Allí están los datos anuales referentes al notable descenso en los recursos, quejas y recomendaciones en materia de violaciones a los derechos humanos.

También en el número de militares que persisten en la difícil actividad de sustituir a las corporaciones policiales, locales y federales, en sus directas atribuciones.

Si observamos con detenimiento y sin animosidad el profesionalismo de los soldados y marinos de México, está a la altura de los mejores en el mundo.

Pero la lamentable actitud de negar y reconocer lo que sí hace bien el país expresada por algunos pocos segmentos de la sociedad, recurre a la cómoda y prejuiciada actitud de descalificar por método.

La vida de los soldados en México es dura. Exige dejar a sus familias por largos periodos. Padres, hermanos, esposa, hijos, amigos... No hay fecha o celebración personal que les impida cumplir 100% sus tareas. Nosotros los civiles podemos rehusar alguna tarea, diferir algún empeño o, simplemente, faltar a la escuela. En la formación y doctrina militares eso no es siquiera una opción. No pasa.

Así, dejando de lado compromisos personales, los vemos por las carreteras desplazarse a toda hora, con frío o calor, con hambre y sin dormir, dispuestos a defendernos.

Es muy probable que al concluir el sexenio del presidente Enrique Peña Nieto los militares sigan empeñados en lo que ahora hacen de forma aparentemente provisional. Cumplirán entonces 14 años y medio en labores de apoyo a la seguridad pública. Por eso resulta crucial que desde el poder civil se prevea el entramado legal, mediático, presupuestal, político y diplomático para mejor corresponder a los esfuerzos y demostrados compromisos de los soldados que integran el Ejército Mexicano.