Nuevo embajador

Juan Gabriel Valencia
Columnas
Eduardo Medina Mora, embajador de México en EUA
Foto: NTX

El Ejecutivo federal envió a la Cámara de Senadores la terna de candidatos a sustituir al fallecido —y muy sentidamente— ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Sergio Valls. De la terna destaca un nombre: el del actual embajador de México en Washington, Eduardo Medina Mora.

Quizá los otros dos integrantes de la terna son tan relevantes y pertinentes como el mismo Medina Mora. Que lo ignoremos es en parte responsabilidad del Poder Judicial, del que son integrantes, y cuya difusión pública de sus decisiones no alcanza a los grandes segmentos de opinión.

El hecho es que Medina Mora ha sido director general del Centro de Investigación de Seguridad Nacional, secretario de Seguridad Pública federal, procurador general de la República, embajador de México ante el Reino Unido… No es un personaje menor en el ámbito jurisdiccional y de la seguridad.

Al margen de múltiples y naturales interpretaciones, el Ejecutivo federal envía una señal clara de que desde su punto de vista el actual embajador de México en Estados Unidos le es de mayor utilidad al gobierno —entendido este en un sentido constitucional— como integrante del máximo órgano del Poder Judicial de la Federación, que en el manejo de las relaciones con el vecino país del norte. Podrá opinarse lo que sea, pero esa es la señal inequívoca.

Habrá nuevo embajador de México en Washington, en un momento muy difícil, si el Senado de la República vota por la propuesta de Medina Mora. La votación será más o menos pronta, pero el relevo no es tan próximo ni tan sencillo.

Énfasis

Barack Obama se encuentra a 23 meses del término de su segundo mandato. Contrariamente a lo esperado, cuando en 2012 Obama inició su segundo mandato y Enrique Peña Nieto comenzó el sexenio, la relación ha estado lejos de ser óptima. Del gobierno de Felipe Calderón al de Peña Nieto no hubo cambios sustantivos en las prioridades de la agenda bilateral y se mantuvieron como temas a la cabeza de la misma la migración y la seguridad. En ninguno de los dos ámbitos ha habido avances significativos.

No podrá haberlos, a pesar del cambio de embajador, dados los tiempos y las circunstancias políticas en Estados Unidos. Ya un juez de Texas suspendió la decisión ejecutiva de Obama para flexibilizar la situación jurídica de inmigrantes actualmente ilegales en el vecino país. No es esperable que la Presidencia de Estados Unidos empeñe mayores esfuerzos en los próximos meses sobre el tema, considerando que puede ser contraproducente para los demócratas en una temporada electoral.

En el tema de seguridad, como decimos en México el balón está en la cancha de los Estados Unidos y tampoco se pueden vaticinar cambios significativos ni en la legalización de estupefacientes ni en el comercio de armas, prioridades que México puso en la relación bilateral en los últimos años.

Por eso en la tesitura de que Medina Mora deje la embajada de México en Washington, antes de definir el perfil del que será el nuevo representante de México en Estados Unidos es importante que el gobierno mexicano determine cuáles son los principales temas a fortalecer en esa relación. ¿Seguirán siendo la seguridad y la migración o podrían ser energía, infraestructura, cooperación educativa y tecnológica? Eso debe decidir el énfasis de la actuación mexicana de la representación gubernamental en Estados Unidos. No a la inversa.