‘Enemigo de Dios’

Guillermo Fárber
Columnas
Enemigo de Dios
Foto: Especial

Sospecho que este caso (aunque no es noticia fresca) provoca calambres en la comunidad financiera global, pues acaso marca el fin de un estado de impunidad absoluta y aparentemente infinita.

El multimillonario Mahafarid Amir Khosravi, también conocido como Amir Mansour Aria (acá sería el Trucos o algo así), fue ahorcado en Irán por su implicación en un fraude por dos mil 600 millones de dólares contra un banco estatal. Cargos concretos: malversación, lavado de dinero, soborno.

La ejecución del hombre de negocios se llevó a cabo una vez que la Corte Suprema ratificó la sentencia pronunciada en julio de 2012 y apelada hasta el límite.

El fraude contra el banco estatal se inició en 2007 y es el más cuantioso de su tipo cometido desde la revolución islámica de 1979 en el país. En total 39 acusados fueron declarados culpables en este caso. Cuatro fueron sentenciados a muerte, dos a cadena perpetua y el resto a penas de prisión de hasta 25 años.

El fraude implicó la falsificación de documentos para conseguir suculentos créditos en una de las principales instituciones financieras de Irán, el Banco Saderat, para comprar activos que incluyeron compañías estatales, como la principal siderúrgica del país, la Compañía Acerera Khuzestan.

El imperio empresarial de Khosravi (entonces el hombre más rico de Irán y número 219 en la lista 2011 de Forbes) incluía más de 35 firmas en diversos negocios, como producción de agua mineral, un club de futbol e importaciones de carne procedentes de Brasil.

Corrupto de la tierra

En lengua persa se dice Mofsed-e-filarz (fasad-fel-arz en la ley sharia) y consiste en “el crimen capital de esparcir la corrupción en la tierra”. Sus perpetradores son considerados “amenazas contra el bienestar social y político”, “ofensores graves del orden moral” y “enemigos de Dios en la tierra”.

La empresa financiera de Khosravi se llamabaAria Investment Development Company. En junio de 2006 valía 50 millones de tomans (superunidad de la moneda oficial de Irán, el rial), milagrosamente multiplicados por 400 en tres años para llegar a 20 mil millones en febrero de 2009 gracias a esos préstamos fraudulentos de dinero público destinados a comprar activos públicos a precios desplomados. Esos préstamos, además, no serían pagados nunca (business as usual, pues).

Y yo recuerdo aquella anécdota de cierto pintoresco político (habilitado como general sin haber sido nunca militar) al que se le señaló que tenía una enorme flotilla de camiones y él explicó que se trataba de un fenómeno perfectamente explicable. Yo comencé, dijo muy serio, con una camioneta y un camioncito… ¡y pues se reprodujeron! Por eso le decían “general no de División, sino de Multiplicación”.

En fin, la única pregunta que ahora importa es si esta muestra de castigo real a la podredumbre financiera brincará las fronteras iraníes (como antes las islandesas).