Dilemas de la industria editorial

Las exportaciones de libros en papel a Latinoamérica están estancadas y con tendencia a la baja y se aprecia el interés y la emergencia con que comienza a irrumpir el tema digital.

Hector González
Todo menos politica
Dilemas en la industria editorial
Foto: kristin klein/Creative Commons

Decir que la industria editorial está en un momento de transición no sorprende a nadie, pero en su informe Evolución y tendencias digitales en Latinoamérica la institución alemana Bookwire detecta dos líneas que llaman la atención: primero, que las exportaciones de libros en papel a esta región del mundo están estancadas y con tendencia a la baja, y segundo, que se aprecia el interés y la emergencia con que comienza a irrumpir el tema digital.

El escenario lleva al reporte a concluir que existen las condiciones para una auténtica explosión del comercio digital durante la próxima década. Según el organismo, el panorama se deriva del proceso de transformación que enfrenta el libro.

A nivel nacional existen 25 millones de personas sin acceso a la lectura. La información proveniente del estudio Panorama del Libro Digital en México, elaborado por Casa del Libro México, contabiliza 1,200 puntos de venta de libros. Es decir, entre los dos mil 454 municipios que conforman el país algunos no tienen un solo expendio”.

Javier Celaya, director operativo de Bookwire España y México, explica en entrevista: “La nueva era digital da la oportunidad para que la lectura llegue a mucha gente. En México hay muchos municipios donde no hay un solo punto de venta, por no decir librerías o bibliotecas. Con el soporte en papel es difícil crear esa red; en cambio, con lo digital cualquier móvil o tableta es un punto de venta”.

netropolitan.jpg

Hacia una industria digital

El documento ofrece un panorama del sector dentro del mercado de habla hispana. Según datos del Banco Mundial, por cada aumento de 10% en la penetración de internet se puede incrementar cerca de 1.3% del Producto Interno Bruto de los países emergentes.

La tendencia que argumentan las propuestas del estudio se sostiene en datos contundentes obtenidos del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe: el número de títulos publicados en formato digital se incrementa año con año, pues en 2010 representó 8%; en 2011 y 2012, 14%, y en 2013, 17%.

La posición de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana apunta a lanzar una alerta sobre la necesitad de tomar medidas que incentiven el acceso al libro.

Actualmente las ventas digitales de los sellos españoles a Latinoamérica representan entre 25% y 50% de los ingresos por esta vía.

Ley inoperante

Ubicar el problema del acceso al libro como una cuestión de conectividad es reducirlo a una cuestión técnica.

Los índices de lectura reflejan que 73% de la población no se reconoce como lectora, en tanto que 7% asegura leer libros digitales.

Carlos Anaya expresa que el tema de la distribución del libro en México es complicado.

“En 2013 se produjeron 340 millones de ejemplares, de los que 146 millones provinieron de la iniciativa privada y de estos, 44 millones fueron adquiridos por el Estado. Los particulares no contamos con sistemas de distribución fuertes. Los fletes son muy caros y es costoso el transporte a Tijuana o Mérida. El acceso al libro está centralizado porque no hay políticas públicas que permitan el desarrollo de empresas editoriales en los estados de la República. Por otra parte, tenemos al sector público, principalmente a la Comisión Nacional de Libro de Texto Gratuito, que produce 196 millones ejemplares al año; ellos tienen su propio sistema de distribución, que incluye al Ejército y los policías”.

“Es una ley inoperante. Tenemos que construir los puntos sobre los que debe trabajar. Sin librerías para qué tenemos una Ley del Fomento a la Lectura y el libro, de qué nos sirve el precio único. Primero construyamos las librerías y luego regulamos su comercio”, comenta Anaya.

lectura.jpg

—¿Cuestiona una política como el libro de texto gratuito?

—No. El libro de texto gratuito es de las mejores políticas públicas construidas por el régimen. Lo que no es adecuado es su instrumentación, porque no resuelve la inequidad del acceso del libro. Si las publicaciones estatales se distribuyeran en librerías estaríamos construyendo un sector de comunicación muy fuerte, tendríamos librerías en cada municipio que otorgarían los libros de texto gratuitos mediante vales. Así acercas a los niños a más puntos de venta y les enseñas que hay otros títulos. Esa es una manera de resolver el problema de la centralización.

Reducir la brecha digital

Actualmente, en comisiones del Senado de la República se encuentran un conjunto de propuestas sobre posibles modificaciones a la ley, mismas que apuntan a establecer sanciones a quienes la incumplan y a definir el libro digital.

Para la CANIEM los productos digitales representan no más de 2% de las ventas de las librerías.

Carlos Anaya entiende que la cifra deberá aumentar progresivamente y que en el futuro inmediato se debe trabajar en esta dirección. “Los proyectos de libro digital son bienvenidos. No importa el soporte, lo valioso son los contenidos. El problema es cómo vamos a lograr que la gente tenga acceso a este. Hay una tendencia en el mundo digital a pensar que los contenidos son gratis. De qué sirve tener librerías digitales si no tenemos cobertura de banda ancha en todo el país. ¿Cómo vamos a hacer para superar el analfabetismo digital? Son cuestiones que necesitamos atender”.

Los argumentos del representante de Bookwire se sostienen en una auténtica aplicación de la ley cuyos alcances incluyan la aplicación de sanciones. “Para avanzar se necesita una ley que funcione. Un ejemplo es lo que sucede con Amazon. En Europa se le ha obligado a respetar las leyes vigentes en cada país, dejando que los editores sean quienes marquen el precio de libros en la plataforma y no ellos, que es lo que la plataforma intenta en México. Nadie duda de la utilidad de esa vitrina, que eso es, pero si aquí existe el precio fijo no puede transgredirlo.

celulaengorda.jpg

Con lo digital tenemos una segunda oportunidad que no debemos dejar pasar. En Iberoamérica los índices de lectura son muy bajos. Ahora tenemos una nueva posibilidad de atraer lectores mediante contenidos dinámicos e interactivos, pero también de contribuir a la reducción de la separación entre los consumidores acomodados y los sectores marginados. No es algo exclusivo de la industria editorial, lo mismo pasa con la televisión o el radio. El Estado y el sector privado deben trabajar juntos para que el público de internet crezca día a día”.