La bala perdida

Lucy Bravo
Columnas
Donald Trump
Foto: AP

Días después de que el precandidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, saltó a los titulares por sus incendiarias declaraciones antiinmigrantes, la muerte de una mujer en San Francisco a manos de un indocumentado mexicano que ya había sido deportado cinco veces intensificó el debate sobre la inmigración ilegal en ese país.

La bala perdida que ocasionó la muerte de la víctima aparece en el panorama como una metáfora de la volatilidad del discurso del magnate estadunidense y sus letales efectos en un tema sensible para la población, no solo en el marco de las elecciones presidenciales de 2016.


Aunque las circunstancias del crimen aún no han sido aclaradas, Trump inmediatamente saltó sobre el tema, seguido por el senador republicano y también precandidato presidencial Rand Paul, quien prometió un proyecto de ley para cortar todos los fondos federales a las “ciudades santuario”, como San Francisco.

En estas entidades, tras una detención, la policía local no está obligada a alertar al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas sobre un inmigrante ilegal, a no ser que esté buscado por un crimen violento. Existen casi 200 ciudades santuario en EU, entre ellas Nueva York, Los Ángeles, Chicago y Miami.


Por este motivo el estereotipo que durante mucho tiempo, contra toda evidencia ha asociado a los inmigrantes con la violencia y la inseguridad ha cobrado relevancia en las elecciones primarias, tras las palabras de Trump. Sin embargo, la polémica también alcanzó a las filas del Partido Demócrata, hasta agrietar un discurso que hasta ahora no era cuestionado: incluso la precandidata Hillary Clinton cuestionó la actuación de las autoridades de San Francisco e instó a los gobiernos locales a acatar las medidas del Departamento del Interior.

Sin embargo, la vorágine de reacciones que ha intentado convertir la tragedia en un caso sobre inmigración o sobre portación de armas de fuego nada tiene que ver con el tema de fondo: la persistencia de un discurso que estigmatiza a millones de inmigrantes como chivos expiatorios y una amenaza de seguridad nacional.

Demandas

Un informe que pasó desapercibido en medio de la tormenta de Trump, publicado la semana pasada por el Immigration Policy Center, encontró que los inmigrantes —ya sea legal o no autorizado, y sin importar su país de origen o nivel de educación— son menos propensos a ser delincuentes que los estadunidenses nacidos en el país y que los periodos de alta inmigración corresponden con menores índices de delincuencia.

Se estima que hay más de 41 millones de inmigrantes en EU, de los que más de once millones son ilegales. Aunque diversos estudios apuntan que la opinión pública en general apoya la regularización de la situación de los inmigrantes indocumentados, 26 estados interpusieron una demanda en contra de la implementación de los alivios migratorios que permitirían a ciertos sectores obtener un permiso temporal para residir y trabajar en el país.

Si bien la batalla legal ha suspendido la entrada en vigor de la acción ejecutiva del presidente Barack Obama sobre inmigración, los ojos de millones de inmigrantes están puestos sobre el Tribunal de Apelaciones del Circuito Quinto, que aún debe emitir su fallo sobre el caso.

Sin embargo, la movilización en contra de Trump de diversos sectores demuestra que los argumentos antiinmigrantes tienen costos políticos cada vez más altos frente a la comunidad latina. A pesar de las acciones concretas para boicotear al empresario multimillonario, Trump sigue siendo la bala perdida con el potencial de afectar de manera importante el debate político en las elecciones primarias del Partido Republicano, pero que al mismo tiempo ofrece una oportunidad valiosa para que el electorado pueda identificar al candidato con la agenda más incluyente y visionaria.