¿De quién es la crisis presidencial?

Carlos Ramírez
Columnas
Enrique Peña Nieto
Foto: Presidencia de la República

Si para nadie es un secreto que el presidente Enrique Peña Nieto enfrenta una severa crisis, lo que falta por aclarar es de quién es esa crisis: ¿personal, de la institución, del gobierno que encabeza, del sistema, del PRI, de la coyuntura, de su gabinete…?

Si se revisan con frialdad las circunstancias que han envuelto al presidente Peña en la crisis podría llegarse a una hipótesis de trabajo: los problemas presidenciales han sido consecuencia de una crisis en la comunicación gubernamental.

Y al hablar de la comunicación gubernamental hay que incluir no solo los mensajes sino las estrategias, las tácticas, la lentitud en las respuestas, la desarticulación de los mensajes. Un gobernante sin comunicación es un político sin red de protección.

Las estrategias de comunicación gubernamental han desdeñado las nuevas configuraciones sociales: la existencia de una sociedad-red, es decir, de una sociedad que actúa en función de su participación en las redes sociales. El principal error estratégico de la comunicación gubernamental ha estado en retrasar la configuración de un Estado-red y de un gobierno-red.

Al limitado círculo rojo de la crítica de la élite militante en los medios de comunicación escritos y radiofónicos se ha sumado el círculo naranja formado por ciudadanos con o sin representatividad que han tomado por asalto la red de Twitter para convertirla en campo de batalla política contra la clase gobernante. La prensa escrita ha sido marginada como formadora de opinión pública porque no ha entendido el dinamismo, el lenguaje y las pasiones en las redes.

Twitter ha ciudadanizado la opinión; en el pasado columnistas, editorialistas y algunas políticas informativas de los medios escritos configuraban la opinión pública para que participara en el debate… A través de esos medios. Hoy cualquier ciudadano ingresa a Twitter, dice lo que está pensando y genera una dinámica que se alimenta a sí misma.

Pero se trata de sentimientos y sensaciones, no de posicionamientos políticos. Así, Twitter ha socializado el individualismo. Los medios, los partidos y las organizaciones ya no son canales de expresión y de movilización. Y paulatinamente el uso de los mensajes con imagen y voz estará creando un nuevo canal de expresión social sin pasar por las reglas de los medios.

Geopolítica

La política de comunicación social del gobierno funciona como en el pasado: reactiva. Los políticos y gobernantes no han entendido que las redes sociales requieren de un nuevo lenguaje, de nuevos códigos y de mayor velocidad. Las redes se quedan en las pasiones y los ánimos, sin reflejar una toma de posición política.

En este sentido, la crisis presidencial es producto de una mala comprensión de la comunicación en redes y del pasmo en la reacción. El problema se complica cuando los medios escritos y radiofónicos se rinden al dinamismo de las redes porque los usuarios individuales ya no leen prensa reflexiva ni escuchan para informarse. Paulatinamente, los medios han sido arrastrados a los espacios de la información en redes producto del enojo de los ciudadanos.

En el caso de la fuga de El Chapo la estrategia de comunicación gubernamental fue inexistente, rígida y de pasmo, y dejó que Twitter moldeara el ánimo nacional. El viaje a Francia no supo ser explicado en la nueva geopolítica de la era Obama. En este sentido, hasta ahora, la crisis presidencial es de imagen y de política de comunicación.