Donald, el irreverente

Gabriela Guajardo
Columnas
Donald Trump
Foto: AP

La semana pasada Donald Trump se vio involucrado en un nuevo escándalo, ahora por hablar mal de John McCain, ex candidato a la Casa Blanca y héroe de guerra: hablar de una persona tan respetada en el Partido Republicano y por los veteranos en general con desprecio es un grave error para cualquier aspirante a la candidatura presidencial.

Sin embargo, el éxito de Trump en las encuestas se ha basado en crear controversia al expresar opiniones políticamente incorrectas, lo que a su vez ocasiona que la cobertura de la elección primaria republicana se enfoque en el polémico personaje.

Según datos de GoogleNews obtenidos por el blog FiveThirtyEight, que dirige Nate Silver, entre junio 14 y julio 12 de este año Trump recibió más cobertura mediática en Estados Unidos que cualquier otro contendiente republicano.

Los datos muestran que 46% de la cobertura fue para Trump y 13% para Jeb Bush, quien ocupa el segundo lugar en las encuestas.

A pesar de la controversia y de insultar a importantes segmentos de la población estadunidense, como son los hispanos y los veteranos de guerra, Trump se encuentra a la cabeza en las encuestas: un promedio realizado por RealClearPolitics lo muestra cuatro puntos arriba de Bush, con 18% de las preferencias entre el 9 y el 19 de julio.

Sus comentarios contra McCain, el 18 de julio, solo se reflejan en una porción de estos datos, así que habrá que esperar a ver el impacto en los próximos días.

Aún así, lo que se perfilaba como una fugaz aspiración a la candidatura ha logrado mantenerse en el centro de la discusión. El resto de los precandidatos no ha ocultado su desprecio a Donald Trump, sobre quien inevitablemente tienen que hablar en cada una de sus entrevistas.

Es cierto que a estas alturas de las elecciones primarias una ventaja como la suya significa poco. Es muy común que un personaje con pocas probabilidades de ganar acapare la atención mediática y suba en las encuestas, para después desplomarse mucho antes de que se emitan los primeros votos, como ocurrió en los casos de Sarah Bachmann y Herman Cain en 2012.

Debate

Aunque sabemos desde ahora, más de un año antes de la elección, que es muy improbable que Trump obtenga la nominación del Partido Republicano, también es verdad que jugará un papel importante a lo largo de las próximas semanas.

El 6 de agosto de este año se llevará a cabo el primer debate entre los contendientes. Las cadenas de televisión estadunidenses decidieron que solo los precandidatos que estén en los primeros diez lugares en las encuestas podrán tener un espacio en el debate principal, y Trump, por supuesto, es ahora el primero en esa lista.

Su posición le permitirá cuestionar a sus oponentes sobre temas incómodos, en especial sobre migración. Trump ha comprobado en su corta precampaña que al menos una parte de la base del Partido Republicano está de acuerdo con su posición radical de construir un muro.

Esto puede meter en problemas a aspirantes como Jeb Bush y Marco Rubio, quienes no comparten su visión pero quisieran mantener la discusión al margen para no perder el apoyo de la base republicana.

Sin embargo, las aspiraciones de Trump se desinflarán poco a poco, pues las tácticas que ha empleado hasta ahora no le servirán para ganar el debate. Tal vez acapare algo de la cobertura con un nuevo escándalo, pero se hará evidente que no tiene mucho más que ofrecer detrás de esa fachada de rebelde.