Ante el Informe presidencial

Juan Gabriel Valencia
Columnas
Ante el Informe presidencial
Foto: NTX

Pocas veces un mensaje presidencial intermedio del sexenio ha despertado tantas expectativas como el Tercer Informe del próximo 1 de septiembre.

Un capricho del Poder Legislativo en el sexenio de Vicente Fox impide que con verdadero sentido democrático y republicano el presidente rinda cuentas ante el Congreso de la Unión. Ya sería hora de revisar esa decisión caprichosa de legisladores opositores a todo, incluido el régimen presidencial.

Llega Enrique Peña Nieto al intermedio de su sexenio en una situación particularmente compleja y difícil. El propio presidente de la República ha reconocido que existe un problema de confianza. Los cambios en el gabinete ayudan, pero por desgracia la problemática los trasciende.

El entorno internacional no podría ser más difícil. La caída del precio del petróleo no solo significa un desplome de las finanzas públicas: es un horizonte que amenaza con ser de larga duración, permaneciendo en los dos o tres próximos años con un precio del barril de petróleo de entre 30 o 40 dólares máximo. Eso pone en riesgo la situación del propio Pemex y la mejor instrumentación de la reforma energética, de cuyos resultados el país está más que urgido.

La apreciación del dólar frente a las principales monedas del mundo ha llevado al peso a cotizaciones de 17.45 en promedio frente a la moneda estadunidense, implicando un costo en las reservas internacionales de más de cinco mil millones de dólares derivados de las subastas del Banco de México.

El país se encuentra en una etapa de gasto recortado, disminución que será mayor en 2016. La puesta en práctica del Presupuesto Base Cero supondrá la eliminación, en algunos casos integral, de diversas políticas públicas.

Más con menos

Tiene razón el presidente Peña cuando hace énfasis en el tema de la confianza. Se requiere confianza en general en la opinión pública, perturbada por incidentes múltiples en el periodo que cubre el Tercer Informe. Se requiere una renovada confianza de la inversión privada del país para activar el mercado interno ante la lentitud de la recuperación americana y la persistencia de escenarios recesivos en distintos países del mundo.

Es necesario apresurar la aplicación de reformas estructurales que no implican gasto público del que el gobierno federal no dispone, como es el caso de la reforma educativa y la de telecomunicaciones.

Por otro lado, no olvidemos que parte del excedente petrolero de los dos gobiernos panistas se aplicó a un gigantismo burocrático y gasto superfluo que hacen pertinente, en esta hora, una revisión a fondo de la administración pública federal y de sus delegaciones estatales.

En fin, no hay mucho margen de maniobra para el gobierno federal y no hay lugar a expectativas exorbitantes en cuanto a los anuncios que se hagan en el mensaje presidencial. Pero es necesario que lo que se haga, se haga bien y que se haga más con menos.