El gran tzompantli de México-Tenochtitlán

En las culturas mesoamericanas la exhibición de las cabezas de los enemigos caídos era un ritual frecuente, a este conjunto de cráneos se le llamaba tzompantli. 

Hector González
Todo menos politica
Tzompantli de México-Tenochtitlán
Foto: NTX

En las culturas mesoamericanas la exhibición de las cabezas de los enemigos caídos era un ritual más o menos frecuente, cuenta Fray Diego Durán en Historia de las Indias de la Nueva España e islas de tierra firme. Al conjunto de cráneos se le llamaba tzompantli (es decir, muro de cabezas) y se atribuyen a los individuos —la mayoría cautivos— sacrificados en honor a los dioses.

Si bien su elaboración se atribuye sobre todo a los mexicas, en otras partes de Mesoamérica se han encontrado también piezas similares.

El hallazgo más reciente de un tzompantli lo anunciaron investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) el pasado jueves 22 de agosto en el Museo del Templo Mayor. La estructura, elaborada entre 1486 y 1502, se localizó en la calle de Guatemala, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

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“A dos metros de profundidad se encontró una plataforma rectangular con una longitud superior a los 34 metros, que contenía en su núcleo un elemento circular elaborado de cráneos unidos con argamasa de cal, arena y gravilla de tezontle”, explica Raúl Barrera, director del Programa de Arqueología Urbana del INAH.

“Es un muro de tezontle con un recubrimiento de estuco y piso de lajas, orientado de norte a sur, que presentaba asociados mandíbulas y fragmentos de cráneos dispersos sobre la plataforma y un elemento circular elaborado de cráneos humanos unidos con argamasa”, dice. Por sus características y sus materiales, el especialista atribuye el tzompantli a la sexta etapa constructiva del Templo Mayor (1486-1502).

Como resultado de las excavaciones en el predio de Guatemala número 24, se encontró una sección de una plataforma con una altura aproximada de 45 centímetros y por lo menos 13 metros de largo y seis de ancho.

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Los trabajos en la zona iniciaron el 9 de febrero y concluyeron a finales de junio. Barrera informa que la mayoría de los cráneos corresponden a hombres adultos jóvenes, pero también hay algunos de mujeres y de niños. “Hasta el momento se han encontrado 35 cráneos, pero debe haber decenas de ellos asociados a este espacio”.

Se encontró además una ofrenda compuesta por fragmentos de dos o tres piezas de travertino blanco, que fueron rematadas de manera ritual, y otra ofrenda alterada en época colonial, conformada por 21 cascabeles de cobre y cuentas de piedra verde.

Escrito en los códices

Eduardo Matos Moctezuma, investigador emérito del INAH, señala que el hallazgo del tzompantli coincide con lo señalado en los códices, donde se indica que este elemento era una plataforma de poca altura pero muy impactante por los postes y las vigas de madera donde se insertaban los cráneos. “Lo importante es que ya se tiene la ubicación precisa del Templo de Ehécatl, el Juego de Pelota y en particular del tzompantli citado en las fuentes históricas por Hernán Cortés, Bernal Díaz del Castillo y Andrés de Tapia, así como por frailes y cronistas entre los que se encuentran Bernardino de Sahagún, Francisco López de Gómara, José de Acosta y Hernando Alvarado Tezozómoc. El hallazgo demuestra la estrecha relación que existe entre estos edificios y el Templo Mayor”.

Añade que a principios del siglo XX Leopoldo Batres había encontrado en la calle de Guatemala algunas esculturas con forma de cabezas de serpiente, un altar con almenas y restos de muros asociados a fragmentos de cráneos humanos, que seguramente eran parte de este tzompantli.

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En 1914 Manuel Gamio hizo excavaciones en un predio contiguo encontrando restos que debieron formar parte de esta misma plataforma y con las obras de construcción del Metro volvieron a surgir parte de estos muros, pero hasta ahora con las nuevas evidencias es posible afirmar que se trata del gran tzompantli de México-Tenochtitlán.

Eduardo Matos Moctezuma señaló que fray Bernardino de Sahagún había mencionado la existencia de varios tzompantlis y dos juegos de pelota. “Por su ubicación, creemos que se trata del Huey Tzompantli, es decir, el tzompantli mayor de Tenochtitlán. Esta estructura tenía un simbolismo específico y muchos de estos cráneos podrían ser de enemigos de los mexicas que eran capturados, sacrificados y decapitados como una advertencia de su poderío”.

Agrega que con este hallazgo, resultado de los trabajos de investigación del Programa de Arqueología Urbana, se corrobora lo señalado en los códices, como el de Diego Durán, que indicaba la existencia de tzompantlis a los que se describía como basamentos bajos, alargados, en cuya parte superior había postes de madera con los cráneos insertados.

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Pedro Francisco Sánchez Nava, funcionario del INAH, señala que de acuerdo con la política de la dependencia es una prioridad proteger estos vestigios, al igual que se hizo hace algunos años en el Centro Cultural de España en México, donde se exhiben los restos del calmécac. “Por el momento se piensa continuar la exploración y la consolidación de los elementos encontrados y, en el futuro, que este espacio pueda ser visitado por el público”.

El equipo de investigadores participantes, bajo la coordinación de Raúl Barrera Rodríguez y Lorena Vázquez Vallin (como jefa de campo), está integrado por los arqueólogos Sandra Liliana Ramírez Barrera, Ingrid Trejo Rosas, Janette Linares Fuentes, Edgar Pineda Santacruz, Moramay Estrada Vázquez y la antropóloga física Bertha Alicia Flores Hernández.