Fuego y cenizas

Una poesía libre, casi narrativa, donde el lenguaje se convierte en el combustible que le da forma. 

Redacción
Todo menos politica
La pareja disfruta del fuego porque lo consumen y los consume a ellos mismos.
Foto: Creative Commons/Mikhail Kryshen

Por: Federico González

Antonio Sonora. Fire Station. Conaculta/Conarte. 84 pp.

“Con la euforia de Nerón calcinando Roma/ salimos a la calle/ con un poco de gasolina/ y un fósforo listo entre los labios”. Así inicia el recorrido de la pareja de pirómanos protagonistas de Fire Station, poemario de Antonio Sonora (Monclova, 1979).

La pieza ganadora del Premio de Literatura del Noreste Carmen Alardín propone una poesía libre, casi narrativa, donde el lenguaje se convierte en el combustible que le da forma. “Quieren un poema sobre el fuego/ su boca”, dice uno de los personajes como parte de unos versos que se desplazan a quemarropa.

Sonora juega con las imágenes: su poesía es tan visual como cinematográfica. Circula a la misma velocidad que las situaciones que describe. La pareja disfruta del fuego porque lo consumen y los consume a ellos mismos.

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Le sigue Cartografías. Apartado menos visual pero quizá más íntimo que versa alrededor de un extranjero preso de sí mismo: “Qué clase de viajero es aquel que pierde su primera ciudad/ y trata de encontrarla en todas las que visita./ Un viajero triste./ Un viajero perdido en un mismo viaje”, escribe en unos versos que marcan el tono del poema.

El escritor monclovense habla de la soledad, la pérdida, el abandono a través de figuras y alusiones que presumen frescura: “Partitura de agua,/ mapa del vacío,/ no diré más que el abandono/ es el traje con el que visten a un hombre para su ataúd”.

Sin complejidad, Sonora nos lleva del fuego a las cenizas. “Ella es el último asiento libre en el tren./ Su sonrisa es un epílogo: a ella llegan puntuales/ soldados heridos,/ santos marchitos de corazón de oro. /Ella es el olvido y sus catedrales:/ estos muertos que viajan y creen en el futuro”. Y que cada quien entienda lo que guste.

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Ejercicio

Por ahora con eso, créame, es suficiente. Basta con el descubrimiento de un poeta que advierte fuerza y capacidad para comunicar no sólo ideas o acrobacias líricas sino también sensibilidad. Si una es la pretensión de Antonio Sonora, es la de conmover al lector.

No faltan guiños y homenajes, pero esos ya es labor de cada quien descubrirlos.

Fire Station es ante todo un notable ejercicio de claridad y levedad entendida como lo sugería Calvino en sus Seis propuestas para el próximo milenio, es decir, donde todo fluye con facilidad, tal y como también sugería Valéry: “Hay que ser ligero como un pájaro, no como una pluma”.

Otros títulos de Antonio Sonora son Piezas para un anticuario y Souvenirs.

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