El viajero de ayer y el del siglo XXI

La historia de los viajeros se desarrolla de manera paralela a la evolución del transporte. 

Yolanda Trejo
Política
El viajero de ayer y el del siglo XXI
Foto: fdecomite/Creative Commons

Viajar se ha mantenido en el gusto de las personas desde hace mucho tiempo, ya sea por motivos de trabajo, de aventura y exploración, o simplemente para conocer nuevos lugares y vivir experiencias excitantes.

El siglo XVIII y, especialmente, el XIX se caracterizaron por el arribo a México de personas que por medio de sus viajes plasmaron en sus dibujos y escritos la riqueza y los contrastes del paisaje mexicano, así como los misterios que encerraban las zonas arqueológicas, sobre todo las que permanecían ocultas en la espesura de la selva.

Fueron personas intrépidas y viajeros curiosos que utilizaron diferentes medios de transporte para llegar a su destino, sortearon barrancas, peligros y recurrieron a la sabiduría de los pueblos autóctonos para que los acompañaran en sus expediciones en busca de las ciudades sagradas del México Antiguo. Como resultado de sus incursiones realizaron cuadernos de viaje, dibujos, litografías, pinturas, poesía e historias noveladas.

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La historia de los viajeros se desarrolla de manera paralela a la evolución del transporte y a las novedades que al respecto llamaron la atención de la sociedad del siglo XIX y las primeras dos décadas del XX: el ferrocarril, las canoas, el barco de vapor, los tranvías de mulitas y los globos aerostáticos, entre otros.

El hombre, en su deseo imperioso de surcar los cielos y viajar a mayor velocidad, atravesó barrancas y cañadas y alcanzó espacios desconocidos, perfeccionó algunos medios de transporte y diseñó otros que le permitieran nuevas experiencias y el conocimiento de sitios recónditos del territorio nacional.

Los viajeros del siglo XXI gozan de un abanico de posibilidades en cuanto a transporte se refiere. En la actualidad se puede llegar en transporte aéreo o terrestre al área maya y visitar sitios arqueológicos localizados en planicies, selvas, cerca de cascadas o a la orilla de ríos y del mar: Palenque, Chichén Itzá, Tulum y Yaxchilán son algunos ejemplos.

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En el centro del país se pueden visitar centros político-religiosos: Cuicuilco, Teotihuacán, Tula, Cholula, Xochicalco y Templo Mayor, construidos en distintos periodos cronológicos. Su desarrollo histórico quedó interrumpido debido a agentes naturales, invasiones de otros pueblos, cambios drásticos en el medio ambiente y la conquista de México (1521). Son sitios que muestran todo el esplendor de sus templos y estructuras gracias a los trabajos de excavación que en diferentes temporadas hayan realizado arqueólogos prestigiosos.

Hoy, además de los transportes comerciales, se puede viajar de manera cómoda en autobuses y camionetas turísticas, así como en aviones perfectamente equipados; también se puede volar en globo aerostático sobre algunas ciudades prehispánicas. Asimismo, disfrutar de espacios naturales viajando en bicicleta de montaña o haciendo uso de vehículos “todo terreno”, así como viajar a toda velocidad en tirolesa para atravesar ríos, cañadas y parajes arbolados. Existen paradores turísticos donde se ofrecen artesanías y “recuerdos” y hoteles que cuentan con todas las comodidades. Se han creado circuitos y recorridos temáticos que atraen la atención del turismo nacional y extranjero. Las fiestas populares, especialmente los carnavales y las celebraciones religiosas, son actos que llaman poderosamente la atención de los visitantes por su colorido y porque permiten apreciar las costumbres locales: el Carnaval de Tepoztlán y el de Veracruz, así como la procesión en Tlacotalpan en honor de la Virgen de la Candelaria, por ejemplo.

Las fotografías recabadas por algunos viajeros se han convertido en un material sumamente valioso como testimonio histórico que detiene en el tiempo instantes precisos, sucesos importantes, modas y costumbres de diferentes épocas.

Exposiciones nacionales e internacionales dan cuenta del potencial turístico de México debido a su riqueza natural y cultural. Decenas de imágenes se exhiben en varios países del mundo y ponderan la biodiversidad de México y su patrimonio arquitectónico.

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Grandes pioneros

El deseo de volar como las aves llevó a los hombres de épocas pasadas a inventar aparatos que pudieran elevarse del suelo y les permitieran surcar los cielos y tener vistas inmemorables del paisaje, así como experiencias que produjeran la admiración y el reconocimiento internacional.

Hubo casos fallidos e intentos memorables en el diseño y funcionamiento de globos aéreos. La emoción de este tipo de viajes fue captada magistralmente por el escritor francés Julio Verne (1828-1905) en su libro Viajes extraordinarios, cinco semanas en globo (1863).

En el caso de México, el señor Joaquín de la Cantolla y Rico (1829-1914) realizó varios ascensos exitosos en globo. Sus aparatos aerostáticos se convirtieron en un gran atractivo de las fiestas populares debido a la admiración y diversión que causaban entre los pobladores. Logró perfeccionar el sistema de vuelo al regular la llama de alcohol que permitía dominar el ascenso y descenso. En sus viajes portaba traje de charro o levita y sombrero de copa y llevaba consigo la bandera nacional.

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Estampas pintorescas

Uno de los paseos tradicionales en la Ciudad de México en el siglo XIX y principios del XX se realizaba por el Canal de la Viga (hoy desaparecido). La actividad, colorido y bullicio de los pobladores al viajar por este y por el de Chalco fue captado magistralmente en diferentes escritos por madame Calderón de la Barca (viajera europea), Guillermo Prieto (poeta y político mexicano) y Manuel Payno (autor de la novela Los bandidos de Río Frío).

El Canal de la Viga era un sitio importante de abasto de mercadería diversa (fruta, flores y legumbres) que entraba y salía para el consumo de los pobladores; también era un lugar de recreo y diversión. El transporte se realizaba en embarcaciones de diferentes tamaños. En 1850 el barco de vapor La Esperanza surcó por primera vez el canal. Para principios del siglo XX el canal ya era un atractivo turístico.

Otros paseos importantes en el México de ayer eran la Alameda Central y el Bosque de Chapultepec. Este último era un espacio privilegiado debido a la tranquilidad que emanaba y la sombra que prodigaban los frondosos ahuehuetes. Era un sitio ideal para familias adineradas que gustaban de ir a montar a caballo o a disfrutar de un día de campo.

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Viajeros incansables

Ya en pleno siglo XX aún había que hacer malabares para llevar a cabo un viaje a las tierras mayas. Al respecto, resulta interesante la memoria visual que integró el fotógrafo Armando Salas Portugal y que refleja —entre muchas otras cosas— los pormenores del viaje que realizó a las selvas de Chiapas y en el que contó con el apoyo de guías indígenas. Si de equipaje se trata, el suyo era muy abundante: numerosos bultos dispuestos sobre mulas, rollos de película, utensilios y enseres diversos, así como medicamentos y antídotos para picaduras o mordeduras de insectos y animales venenosos.

La visita a zonas arqueológicas como El Tajín (Veracruz) y Xochicalco se limitaba a los monumentos que habían sido liberados de la vegetación y a la recuperación de algunas estructuras. Tuvieron que pasar varias décadas para que estos sitios dejaran ver toda su monumentalidad.

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Viajeros de hoy

Tienen a su disposición numerosos mapas, croquis de ciudades y aplicaciones tecnológicas que les permite programar sus viajes desde la comodidad de sus casas. Las distancias se han acortado considerablemente gracias a las carreteras y autopistas, así como a la conectividad aérea que permite viajar de un sitio a otro en poco tiempo.

Los viajeros constantes han aprendido que es adecuado portar un equipaje ligero donde haya prendas acordes a las características orográficas y al clima de los sitios elegidos. Cabe subrayar la conveniencia de llevar un suéter o chamarra ligera, así como bloqueador solar. Los viajes con niños pequeños o con personas de la tercera edad, o con capacidades diferentes, requieren de varias precisiones para hacer más disfrutable la experiencia del viaje. Los jóvenes pueden viajar en grupo, pero también suelen hacerlo en forma individual, seguros de que el viaje les proporcionará la oportunidad de interactuar con otras personas de su edad y hacer nuevas amistades.

En algunos casos los turistas únicamente están interesados en tomarse algunas fotos de sus sitios preferidos, perdiendo la oportunidad de conocer todo el potencial que ofrecen los lugares seleccionados. Disfrute las maravillas turísticas de México y sáquele provecho al tiempo invertido.

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