Fue el Estado

El paso de Patricia nos reconcilia con una realidad más allá del lugar común de la retórica: México y los mexicanos son más grandes que sus problemas.

Juan Gabriel Valencia
Columnas
Huracán
Foto: NTX

Pueblo y gobierno(s) fueron los responsables de lo que pasó en Iguala. Así entendido, fue el Estado. Además, el destino, la fortuna y la buena suerte son de quienes los trabajan. En este caso, todo indica que no se trabajó.

En lo del huracán Patricia también fue el Estado. Un distractor muy conveniente. Estaba la resolución de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa. También se encontraba en la escena la anulación de la elección de Colima por la intervención aviesa de un priista de quinta. Agréguese a ello al Chapo prófugo. Con el añadido de que todos sabemos que los jefes de Estado del hemisferio occidental, sobre todo el de Estados Unidos, son corruptos y perversos.

El escenario estaba dado para que el gobierno de Enrique Peña Nieto comprara la actuación de los norteamericanos y derivara en que Barack Obama mandara a su vocero a convocar una rueda de prensa para alertar sobre la peligrosidad del huracán más grande del que se tenga registro en la historia.

¿Por qué accedió Estados Unidos al burdo montaje de un huracán siniestro? ¿Por qué accedió la NASA? ¿Por qué se sumaron y se coludieron los servicios meteorológicos del mundo occidental? Por corrupción, como ya se ha dicho, en parte. Más no solamente. México es una pieza estratégica en el mapa mundial para cuando el próximo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, le declare la guerra a Rusia, seguramente antes del Mundial de Futbol de 2018, cuando Peña Nieto estará terminando su mandato.

Demencial, ¿o no?

Interés

El afán destructivo en lo individual y colectivo de una nación está probado a lo largo de la historia que no tiene límites. No hay sorpresa. Lo extraño es el ímpetu autodestructivo de grupos y gente que sin reparar en el daño propio persisten en demoler instituciones y personas que consideran adversarias.

Lo que se vio en las redes sociales con respecto del huracán Patricia es una seria llamada de atención. Para todos. No hay escrúpulos. Ante Patricia y la repentina conversión de un huracán frecuente en una monstruosidad de la naturaleza, el Estado mexicano, reitero, pueblo y gobierno, actuaron con una ejemplaridad reconocida a nivel mundial. Tuvo que ser The New York Times el que resaltara la eficacia, oportunidad, pertinencia y coordinación del gobierno de México, en contraste con lo que el gobierno de Estados Unidos no pudo hacer en ocasión del huracán Katrina, la destrucción de Nueva Orleáns y cientos de muertos.

Entiendo, o más bien trato de entender, que para muchos el hecho de que el saldo de Patricia no haya sido una tragedia mayúscula, primero, es decepcionante; y segundo, prueba que el gobierno de Peña Nieto concibe patrañas y excusas para desviar la atención de la opinión pública. ¿Desviarla de qué?

Nunca en la historia de México el gobierno de la República había actuado con tal precisión y prontitud. Nunca. Ojalá así fuera todo el tiempo y en todo lugar, para que algún día, cuando a México le salga algo bien, podamos decir con orgullo y sin retórica: fue el Estado.