Envejece el dragón chino

¿El fin de la política del “hijo único” será suficiente para detener el envejecimiento del dragón China?

Lucy Bravo
Columnas
China
Foto: Dennis Jarvis/Creative Commons

El anuncio del gobierno chino sobre el fin de la política del “hijo único” marca un hito en lo que ha sido el mayor experimento demográfico de la historia, pero es solo el primer paso para frenar las consecuencias del envejecimiento del país más poblado del planeta.

Aunque la histórica medida ha sido suspendida, China aún no permite la libre procreación sino que ahora limita el número de hijos a dos, por lo que el panorama sobre su efectividad es muy sombrío todavía.

La política de control de la natalidad fue adoptada en 1979 en un esfuerzo por evitar la superpoblación masiva. Sin embargo esto dio lugar a un gran desequilibrio de género que contribuye a la tensión social y una pirámide de población invertida, donde un grupo cada vez menor de trabajadores jóvenes está apoyando a un número cada vez mayor de jubilados. China ahora teme que el país se vuelva viejo antes de volverse rico.

La realidad es que China creó una bomba de tiempo demográfica: hoy cuenta con más de 20% de su población mayor a 65 años y pronósticos de que aumente a casi 39% para 2050, es decir, más de 300 millones de personas.

Mientras que el gobierno chino atribuye a su política de control de la natalidad una reducción de 400 millones de habitantes de su población, existen diversos indicios de que la medida era completamente innecesaria. Muchos estudios indican que los países que invierten en desarrollo y educación —sobre todo de su población femenina— la tasa de natalidad se reduce naturalmente.

La reforma anunciada por el Partido Comunista muestra un golpe de timón en el liderazgo chino, pero esto podría acarrear otros cambios políticos inesperados como la agudización de la desigualdad social y el colapso de una fuerza laboral a bajo costo, que ha sido la base del milagro económico chino durante mucho tiempo.

¿Suficiente?

Si bien con la nueva medida hasta 100 millones de familias podrían verse beneficiadas, se estima que el interés en tener descendencia seguirá siendo bajo debido a las limitaciones del sistema de salud y los altos precios de las viviendas y la educación.

Por ejemplo, tras una primera etapa de la flexibilización de la natalidad para ciertas parejas en 2013, solo 1.45 millones de familias se registraron para tener un segundo hijo; es decir, 12% de las que cumplían con los requisitos.

Aunado a esto, 60% de las familias elegibles corresponden a regiones rurales, donde el interés en tener descendencia podría ser mayor. Esto significa que es muy probable que se profundice el abismo entre la China rural, de más de 900 millones de habitantes pertenecientes a las clases más bajas y la China desarrollada de la zona costera, hogar de casi 400 millones de chinos, incluyendo gran parte de la clase media. En este sentido, la desigualdad cada vez mayor entre la costa y el interior de China podría generar fricción política y descontento social.

El reciente anuncio fue acompañado de un compromiso para lograr “el desarrollo para el pueblo, por el pueblo y compartido por toda la población”.

Si bien el fin de la política del “hijo único” es definitivamente un paso en la dirección correcta, ¿será esto suficiente para detener el envejecimiento del dragón chino?