Contra el tiempo

Las crónicas de Ricardo Garibay son parte del mejor periodismo mexicano del siglo XX.

Redacción
Todo menos politica
Ricardo Garibay
Foto: Garry Knight/Creative Commons

Por: Federico González

Josefina Estrada (Selección y prólogo). Ricardo Garibay. Antología. Cal y arena. 645 pp.

Quizá fueron sus comentarios implacables. Quizá cierta cercanía con el poder. Entre artistas y creadores los celos son tan álgidos que basta una descalificación para borrar de un plumazo al adversario en turno. Lo cierto es que en días en que el periodismo de largo aliento o literario atraviesa un momento luminoso sorprende que Ricardo Garibay (Tulancingo, 1923–Cuernavaca, 1999) no reciba la atención que se merece.

Más allá de aquel proyecto de Rogelio Carvajal que reunió su obra completa en una decena de tomos publicados por el sello Océano, no había existido una exhaustiva revisión de la obra del hidalguense hasta ahora.

Josefina Estrada (Ciudad de México, 1957), narradora y amiga cercana de Garibay, ofrece una selección de sus trabajos más representativos. Se concentra en el cuento, la crónica, las semblanzas y textos literarios para articular una antología capaz de introducir al lector neófito en un autor imprescindible. El sentido didáctico del libro es claro: el prólogo lejos de ser un ensayo crítico es una semblanza que ubica los puntos finos del escritor y periodista.

Acerca de Garibay hay tela de donde cortar. Sus crónicas son parte del mejor periodismo mexicano del siglo XX. Dentro del género, Las glorias del gran Púas es un clásico, como también Acapulco. No desmerecen tampoco De indios intemporales o Cárcel. Todas incluidas.

Justo en este terreno es donde encontramos algunos de sus mejores momentos como contador de historias: trasgredió las convenciones al incluirse como personaje y supo captar la oralidad de las situaciones en las que se abocó; su capacidad para plantear los diálogos alcanzaría otros momentos cumbres en sus guiones cinematográficos o piezas para teatro.

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Polémico

En términos de ficción Garibay hizo de sí mismo un personaje. Sin ser radicalmente autobiográfico tomó de su experiencia elementos para su proyecto literario. Sus cuentos no son lo más osado en términos de estructura, pero sí en la creación de personajes. Ejemplar en este sentido es la novela Beber un cáliz —no incluida en la antología—, donde narra la muerte de su padre.

Hombre polémico donde los haya, Ricardo Garibay denostó a Rulfo, Arreola y demás contemporáneos. Alguna vez dijo: “No tengo amigos”, y un sentido, Rubén Bonifaz Nuño, tomó distancia. A estas alturas aquellos pasajes no son más que anécdotas.

Hoy ya es tiempo de recuperarlo y comprobar que su literatura no ha perdido vigencia.

Otros títulos de Josefina Estrada son Señas particulares y Relatos desde la cárcel.

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