Pensamientos criminales de Max Aub

Para justificar la violencia a veces basta cualquier razón, por increíble que parezca.

Redacción
Todo menos politica
Max Aub
Foto: Andres Moreno/Creative Commons

Por: Federico González

Max Aub. Crímenes ejemplares. Libros del Zorro Rojo. 88 pp.

¿Será verdad que todos tenemos pensamientos asesinos? Cada quien tome unos minutos antes de responder.

“—¡Antes muerta!—, me dijo. ¡Y lo único que yo quería era darle gusto!”, escribe Max Aub (París 1903-DF 1972).

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Personaje excéntrico y lúcido como pocos, a lo largo de los años se dedicó a escribir Crímenes ejemplares, título que originalmente fue publicado en 1968 pero que ahora el sello Libros del Zorro Rojo recupera con algunos textos suprimidos entonces y las notables ilustraciones del monero argentino Liniers.

Aub tuvo una vida con tintes de drama: fue un sobreviviente de la Primera Guerra Mundial, se trasladó a Valencia y la Guerra Civil Española lo obligó a hacer maletas para volver a Francia, donde fue apresado por comunista y enviado al campo de concentración de Djelfa, en Argelia.

De ahí viajó a México, donde radicó hasta su muerte. Pronto hizo de nuestro país el territorio de su literatura. Nótense las descripciones de calles y avenidas, así como las atmósferas en ciertos pasajes.

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Humor y tragedia

Pese al exilio y el drama, el escritor encontró en el humor una forma de procesar el dolor y el absurdo que le tocó ver y padecer. Los textos que integran el libro son muestra de ello. Aub lleva al extremo situaciones cotidianas, unas, ridículas otras.

Relatos breves, brevísimos algunos. “De mí no se ríe nadie. Por lo menos ese ya no”, escribe.

Para justificar la violencia a veces basta cualquier razón, por increíble que parezca. Aub, quien conoció de cerca la guerra, bien sabía de lo que hablaba. Su colección de postales es trágica y reveladora a la vez. No se sienta con cargo de conciencia si en ocasiones siente empatía con la vocación criminal de los textos: es normal y quien no haya pensado en silenciar al vecino por poner la música a todo volumen que arroje la primera piedra.

Decía Albert Camus que el único problema serio es el suicidio. El apartado que Aub dedica a esta práctica conserva algo de eso. Entre broma y broma, Trabaja uno hasta matarse, además de sonar algo divertida, refleja algo de la sociedad en qué nos hemos convertido. Sin clemencia el escritor primero nos hace reír, pero después la sonrisa se diluye en amargura, así hasta quedarnos pétreos sin saber si reír o llorar. A lo más podremos reconocer que a este hombre no le falta razón.

Otros títulos de Max Aub son Las buenas intenciones, Juego de cartas y Cuentos mexicanos (con pilón).

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