Por: Federico González
Alberto Ruy Sánchez. Una introducción a Octavio Paz. Fondo de Cultura Económica. 167 pp.
A petición de Charles Scribner’s Sons, Alberto Ruy Sánchez (Ciudad de México, 1951) elaboró un texto sobre Paz para un diccionario de escritores publicado en Estados Unidos. A fin de dar mayor alcance y difusión a su material, profundizó en la obra del Nobel mexicano y elaboró un libro netamente divulgador. El autor conoció bien y estudió lo suficiente al poeta como para reseñar y analizar su vida y obra. La relación tan cercana entre ambos evade la crítica y fortalece la fluidez de las anécdotas. “Sus poemas no eran vestigios de su propia historia sino actos de creación que seguían ardiendo en su relación con el mundo. No eran su patrimonio sino sus ojos, sus labios, sus venas”, concluye Ruy Sánchez.
Evodio Escalante. Las sendas perdidas de Octavio Paz. Ediciones Sin Nombre/UAM. 183 pp.
Con admiración, pero sin caer en el panegírico, Evodio Escalante (Durango, 1946) ofrece una acuciosa reflexión sobre la poética y la prosa de Paz. Sabe que al autor de Piedra de sol le sobran aduladores y su ensayo circula por senderos más escabrosos. Cuestiona su interpretación y relación con el grupo de los Contemporáneos; sus desavenencias políticas y estéticas con Neruda; su notable debilidad por las vanguardias, aunque no siempre llega temprano a ellas; incluso lo clasifica como un poeta conservador. En contraste celebra su intención de ligar la tradición literaria a una tradición de ruptura. No estamos, pues, ante un volumen para iniciados sino para lectores conocedores de Paz. Escalante sabe que la crítica fortalece y escribe un ensayo que invita —cosa que se agradece— a leer con otros ojos.
Armando González Torres (Selección). Itinerario político. Conaculta/Cámara de Senadores. 342 pp.
El perfil más polémico de Octavio Paz es el político. Sus críticos no le perdonan sus coqueteos con el PRI ni sus cuestionamientos al EZLN o a la izquierda. Incluso demeritan sus poemas o ensayos artísticos como consecuencia de sus reflexiones acerca del Estado. En este sentido el título diseñado por Armando González Torres (Ciudad de México, 1964) pone varias cosas en claro, entre ellas que Paz era un gran polemista. El orden cronológico de los textos permite ver la evolución de un pensamiento crítico y no necesariamente sólido, como se aprecia en la última parte del libro. Los textos de su última era son también los más flojos. A su manera, Paz cambio a la izquierda por la socialdemocracia. Nunca fue adepto de los totalitarismos, fue inclemente con el socialismo a lo Castro y nunca entendió sus ecos en Latinoamérica. Pero a la vez denostó al totalitarismo priista. Vamos: si hubo una constante fue la pulsión crítica.
Miguel Maldonado. Octavio Paz. Homenaje y Profanación. El Colegio de Puebla. 79 pp.
El título no deja espacio para la duda: Miguel Maldonado (Puebla, 1976) se mueve entre los polos del poeta de Mixcoac. Celebra la autonomía de su lenguaje y su inmenso compromiso con la palabra. Revisa el alcance de conceptos como libertad, otredad, origen y tradición dentro su obra. “Siguiendo los retruécanos que gustaban a Paz, se podría decir que gradualmente su política se fue poetizando y su poética despolitizando”, explica el poblano a la hora de argumentar una de sus principales tesis: la forma en que Octavio Paz se relacionaba con la poesía era la misma con que confrontaba a la realidad.
