Pemex en el tobogán

A diferencia de cualquier empresa privada, de la A a la Z, Pemex siguió elevando sus pasivos en lugar de reducir su gasto. 

Alberto Barranco
Columnas
Pemex
Foto: Roy Luck/Creative Commons

Hace seis años, en 2009, el entonces presidente de la Comisión de Energía del Senado, Francisco Labastida, incendió la pradera al declarar que Petróleos Mexicanos, la principal empresa del país, se ubicaba en quiebra técnica.

La figura se aplica cuando el valor de las deudas de una unidad productiva supera al de sus activos; es decir, ni vendiendo esta se alcanzará a pagar a los acreedores.

La tormenta se intentó amainar con la idea de que Pemex no eran solo sus fierros, sus pozos, sus plataformas, sus edificios, sino su propia marca, sus reservas de hidrocarburos, su potencial a futuro

Como sea, la espinita, los focos rojos, quedaron encendidos de cara a la opinión pública, lo que no inhibió la fiesta: la petrolera siguió contratando deuda vía colocación de papeles en todas las monedas, en un vértigo que tenía novedades cada semana.

La explosión llegó en el actual sexenio. El débito financiero de la hoy empresa productiva de Estado ha crecido en menos de tres años 88.7%. De 786 mil 906 millones de pesos se saltó a un billón 485 mil. El incremento fue de 698 mil millones.

El monto global representa casi 40% del presupuesto de gasto del gobierno para el año próximo, calculado en poco más de cuatro billones.

Ahora que el monto es casi idéntico al que se arrastra en materia de faltante de reservas para atender jubilaciones y pensiones, por más que se abrió ya el camino para disminuir el fardo.

Si sumamos ambos pasivos, el monto total se eleva a tres billones 240 mil 715 millones de pesos, con la novedad de que el valor de los activos de la empresa alcanza dos billones 140 mil pesos.

Fondo

Pemex, pues, arrastra un faltante de capital de un billón 175 mil millones de pesos.

El escenario de quiebra técnica elevado al infinito.

Cuando el senador Labastida, alguna vez candidato del PRI a la Presidencia de la República, colocó el alerta, el capital negativo llegaba a 230 mil millones de pesos.

Lo inaudito es que Pemex haya engordado sus deudas en proporción directa a su declive. Años antes de la caída dramática en el precio internacional del petróleo, la plataforma de producción se había caído a niveles preocupantes. De 2.3 millones de barriles diarios se llegó a 1.9, al agotamiento de los yacimientos de la Sonda de Campeche, con énfasis en Cantarell.

La gallina de los huevos de oro redujo los intervalos de producción.

A diferencia de cualquier empresa privada, de la A a la Z, Pemex siguió elevando sus pasivos en lugar de reducir su gasto, ya cancelando proyectos no estratégicos o vendiendo activos improductivos.

Y aunque se canceló al fin el alud que representaban los Proyectos de Inversión Diferida en el Registro de Gasto, conocidos como Pidiregas, es decir, la construcción de obra con financiamiento privado que se amortiguaría con la explotación de los activos, la empresa se quedó con las deudas.

La teoría no empató con la práctica: la velocidad de recuperación fue inferior al vencimiento de los pagarés.

La gran pregunta es qué pasaría si ante el crecimiento de la deuda pública en conjunto las calificadoras de deuda le rebajan la calidad crediticia al país… que se presenta como aval de las deudas de Pemex.

Siempre sí tenía fondo el barril.