2016: un buen año

El Papa Francisco estará en México. Es una oportunidad espléndida para que nos recuerde que hay valores más trascendentes.

Juan Gabriel Valencia
Columnas
Papa Francisco visitará México en 2016
Foto: AP

Si la nación es capaz de dejar de pensar por un momento en dónde está el Chapo Guzmán o qué sucedió el año pasado en el incidente terrible de Iguala, hay mucho país por construir en 2016. Mucho más de lo que seamos capaces de imaginarnos.

El año próximo, en febrero, el Papa Francisco estará en México. Uno quisiera pensar que los asesores del mensaje de la visita que durará cinco días sean capaces de poner el acento en lo que nos une, no en lo que nos divide. La visita papal reviste para el Vaticano una importancia singular. Ya ha ido a Sudamérica, África, Estados Unidos… pero en el mapa mundial del catolicísimo México es casi excepcional.

Llega a México el jefe del Estado Vaticano a hablarle a una nación llena de enconos y de diferencias, a un país en el que sus élites se ocupan solo de elecciones, sobre todo la de 2018. Es una oportunidad espléndida y quizás única de que el Papa nos recuerde que hay valores más trascendentes, duraderos y valiosos. No es momento de recriminaciones ni para ahondar las distancias económicas y culturales en el México de 2016.

El año económico no empieza bien, pero tampoco es para tirarse al piso. Se ha devaluado el peso en un porcentaje significativo y lo probable es que seguirá en ese proceso durante el primer semestre del año entrante. Mientras sea el peso y no el nivel de precios el que absorba el shock externo, la economía mexicana seguirá siendo un paradigma de estabilidad y, aunque algunos lo desestimen, de crecimiento bajo pero sostenido. Una economía con 2.5% de crecimiento anual no es de menospreciarse y hacia allá apuntan todos los indicadores.

El precio de la mezcla mexicana de petróleo el día de hoy es de unos decepcionantes 27 dólares por barril, una pérdida de casi 75% respecto del año anterior.

No es el fin del mundo. La reforma energética, con más de 50 años de atraso, empieza a arrojar sus primeros resultados. Las tres primeras etapas ya representan una inversión extranjera del orden de los tres mil millones de dólares.

No obstante, 2016, en el segundo semestre, implica la licitación de diez campos petroleros cuya adjudicación supondrá un monto de inversión superior a los 40 mil millones de dólares, aunque el precio del petróleo esté en el suelo. Las grandes compañías petroleras del mundo habrán de ponernos a la vista que el futuro próspero de una nación no se vislumbra a partir de a cuánto se está vendiendo el dólar hoy por la mañana en el Aeropuerto de la Ciudad de México, sino a ocho, diez, 20 años en los que México, si hace las cosas bien, sin locuras ni ocurrencias, será la sexta o séptima economía del mundo; una apuesta casi segura.

Condiciones

Sin contar la elección extraordinaria de Colima en enero, en 2016 habrá doce elecciones de gobernador; procesos, todos, en los que a pesar de que nos quejemos un día sí y otro también de la democracia mexicana, son funcionales a la transmisión de demandas y canalización de odios, por la vía civilizada y legal.

Es muy cara la democracia mexicana y debe revisarse. Hay que decirlo también: las dictaduras, cubana y venezolana son muy baratas.

Las crisis políticas de grandes economías emergentes como Brasil convierten a México, con su estabilidad política y macroeconómica, en un gran polo de atracción para inversiones y creación de empleos.

Están dadas todas las condiciones para que 2016 sea un año excepcionalmente bueno para México en comparación con un entorno mundial sombrío y adverso.