2015: el año más caluroso de la historia

El aumento promedio fue de 0.13 grados Celsius.

Javier Oliva Posada
Columnas
Climas calurosos
Foto: Micolo J/Creative Commons

El pasado miércoles 20 de enero la National Oceanic and Atmosferic Administration (NOAA) y la National Aeronautics and Space Administration (NASA) dieron a conocer que, conforme a sus estudios y estadísticas desde 1880, el recién concluido 2015 ha sido el año más caluroso del que se tenga registro en la historia moderna.

También señalaron que de acuerdo con el mapa térmico mundial las temperaturas aumentaron en buena parte del Océano Pacífico, México, Centroamérica, la costa este de Estados Unidos, Colombia, Venezuela, Perú, Ecuador, Brasil, Florida y la zona media del Océano Atlántico.

Asimismo, la temperatura fue mayor en la mayor parte del Océano Índico, el sudeste asiático, la costa este de África, la península itálica, el sur de España, el norte de Rusia y una parte importante de Siberia.

El aumento promedio fue de 0.13 grados Celsius (www.ncdc.noaa.gov.us).

El reporte lo dio a conocer en su edición de aquel mismo día el diario The Washington Post.

Efectos

La conclusión obvia, aunque no por ello menos importante, es que el calentamiento global no solo no se ha detenido sino que incluso se ha acelerado. Frente a las tendencias y pronósticos el dato dado a conocer a propósito del incremento en la temperatura rebasó los escenarios más pesimistas. En el promedio del siglo XX con respecto de 2015 el aumento fue de 0.9 grados Celsius, es decir, casi diez veces más que el observado entre 2014 y 2015. Las evidencias de los perniciosos efectos fueron muchas en los meses pasados.

Por ejemplo, las inundaciones históricas en el norte del Reino Unido, los muy graves incendios en el sur de Australia, los incendios también en el centro y sur de California, las intempestivas lluvias en diciembre en buena parte de México… También el descenso en las cosechas de granos para el consumo humano en las estepas rusas y ucranianas, así como las sequías prolongadas en Somalia, España, Italia, Siria, Afganistán y otros países.

Desde luego que las hambrunas y las migraciones forzadas por los climas extremos son cada vez más una realidad. Y esto sin contar las guerras y violencia extendidas.

La gran diferencia respecto de otras variables que afectan o soportan el desarrollo entre los países estriba en que el cambio climático, aunque resulte obvio, no tiene distingos en fronteras o niveles de alfabetización. Sucede y ya. De tal forma que los gobiernos de las naciones no acostumbrados, y por lo tanto tampoco preparados para hacerle frente a los desastres ambientales, enfrentan crisis políticas severas.

Tal es el caso de lo acontecido en Inglaterra con las duras críticas al gobierno de David Cameron respecto de la gestión y capacidad de atención a la población afectada por las referidas inundaciones.

Hay otros datos muy interesantes aportados por el estudio comentado: septiembre de 2015 fue el mes más caluroso en 136 años, al igual que los meses de octubre y noviembre de ese mismo año; también en comparación con los registros y promedios del siglo XIX, el año pasado fue el primero que claramente los rebasó por un grado Celsius; quizá previendo estos resultados la reunión de enero en París sobre la forma de organizar una respuesta mundial a los desafíos del cambio climático ubicó ya como verdadera contingencia el obligar a los países más industrializados a contener el volumen de sus emisiones de monóxido de carbono, empezando por China y Estados Unidos.

Ahora bien: a México le afecta de manera sobresaliente la acelerada tendencia del cambio climático. Si ahora la migración procedente de Centroamérica, en general, es consecuencia de los desequilibrios sociales y deterioro de la seguridad pública, no falta mucho para que también la inviabilidad ambiental se sume a las causas de ese creciente fenómeno. Solo por poner un caso.