De la sociedad civil a la sociedad del meme

La dinámica de la pasión en el ciberespacio es algo así como la socialización desordenada y apasionada de las individualidades.

Carlos Ramírez
Columnas
Marcha
Foto: Cuartoscuro

Una cosa es que el Twitter haya revolucionado el afán de personas para participar en el espacio de las opiniones y otra cosa que no existen las redes sociales formales: la dinámica de la pasión en el ciberespacio es algo así como la socialización desordenada y apasionada de las individualidades.

Los mensajes en Twitter no generan opinión pública. Dos casos concretos: en España arrestaron en el aeropuerto al ex gobernador coahuilense Humberto Moreira y una parte de la prensa española reveló —al menos así se dijo— que era investigado por lavar dinero de Los Zetas. Días después fue liberado sin fianza y con indicios de que no había cargos concretos más que la transferencia de euros. Eso sí: en las redes Moreira fue juzgado, aniquilado y sentenciado.

En sectores de opinión había certezas —no datos duros— de irregularidades en la gestión de Moreira; el asunto de la deuda encontró espacios de complicidad en el proceso judicial federal. El caso fue que salió “no-culpable”, que es diferente a inocente. Pero lo grave de todo fue el linchamiento en las redes; una cosa es que haya animosidad en contra de los políticos y otro el de convertir las redes en tribunales.

La sociedad mexicana se ha desarticulado; ha pasado de la sumisión casi absoluta en los años del viejo régimen autoritario priista sin opciones políticas, a la conquista de una libertad sin restricciones políticas aunque también carente de opciones políticas.

Pese al desánimo y desasosiego en las redes, en 2015 el PRI reafirmó su mayoría y vía alianzas logró la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados.

Del otro lado, la oposición suda esfuerzos para construir una opción, para descubrir nuevos liderazgos y para encauzar la ira social. El escenario electoral local de 2016 como aduana para el relevo presidencial en 2018 ofrece el patético panorama de esfuerzos denodados del PAN y del PRD para armar alianzas que cuando menos ofrezcan competitividad al PRI. Por eso la pregunta: ¿dónde anda la sociedad de la ira en redes a la hora de usar las elecciones como opción de cambio?

Lamento

La sociedad que protesta en redes no aparece a la hora de las elecciones, ni menos se localiza en la construcción de opciones político-electorales; ahora mismo se ofrece el camino de los candidatos independientes, pero en la realidad esas posibilidades están bastante lejos de ser consideradas una opción real de construcción de alternativas; como en las redes, se trata de la socialización de individualidades.

Las ofertas de los independientes han fracasado en la realidad o se disfrazan de bajas en salarios y no en reorganización social y sistémica.

Los líderes sociales de opinión se desgañitan con textos de críticas y se difunden profusamente en redes, pero tampoco derivan en nuevas organizaciones de la sociedad. Por eso el PRI se ha permitido imponer como candidatos a gobernador no a propuestas de liderazgo, sino a figuras de grupos de poder. El aparato electoral priista ha regresado para destruir avances democratizadores.

Más que una sociedad organizada en oposición político-electoral para relevar al PRI en el poder con opciones de desarrollo, la sociedad mexicana se agota en la queja y en la burla: el meme ha sustituido al discurso y al programa alternativo. México pasó de la sociedad-ciudadana a la sociedad-meme, de la ciudadanía al lamento tuiteriano.