‘Y perdona nuestras deudas...’

Aunque todavía hay ciegos que no lo quieren ver, ya estamos en pleno megacolapso global.

Guillermo Fárber
Columnas
Foro Económico Mundial
Foto: AP

Así decía el Padre Nuestro que yo aprendí en el catecismo. Después mañosamente algunos banqueros colados en el Vaticano lo cambiaron por “Perdona a los que nos ofenden…” Y es que en este mundo metalizado y sin sentido del honor es más difícil perdonar una deuda que una ofensa: duele más el bolsillo que la dignidad.

Aunque todavía hay ciegos que no lo quieren ver, ya estamos en pleno megacolapso global (hasta Carstens el disciplinado lo admite, lo que es la confirmación plena). Bueno, el terremoto ya está aquí. Y ahora, ¿qué sigue? Una autorizada descripción del Brave new world en ciernes la da Ambrose Evans-Pritchard en su artículo El mundo enfrenta una épica ola de impagos de deuda, dice veterano banquero central. Por supuesto, don Ambrose no dice ni la décima parte de lo que sabe, pero deja claro el punto clave: “Las cosas de este cansado mundo están espantosamente fuera de foco”.

Digo que es una descripción “autorizada” porque tanto don Ambrose como su entrevistado son alfiles reconocidos del Poder Global y hablaron en la plaza pública de dicho Poder: el Foro Económico Mundial de Davos. Puede decirse entonces que su mensaje es la voz misma de las alturas más altas de la Torre de Control Global, diciendo lo que quiere que oigamos.

El entrevistado por don Ambrose es William White, ex economista en jefe del Banco de Pagos Internacionales (Bank for International Settlements, BIS), la institución más importante y reservada del castillo financiero mundial. White, pues, pasó muchos años en una posición relevante dentro del meollo de la red financiera mundial: el banco central de los bancos centrales.

La voz del amo

Dice el Poder Global (a través de sus pericos Ambrose-White): “La gran cuestión es si seremos capaces de mirar a la realidad en los ojos y confrontar lo que viene de una manera ordenada, o si esta confrontación va a ser desordenada”. Y aquí la frase que me parece capital de todo su rollo mareador: “Los jubileos de deuda han existido desde hace cinco mil años, con los sumerios”. Y la asignación de tareas precisas para sus operadores (lo dice como si fuera una ocurrencia suya; no lo es: es una orden de las alturas): “Lo que sigue es que las autoridades financieras mundiales (o sea, sus lacayos) sepan manejar las cancelaciones de deuda —es decir, un nuevo arreglo de ganadores y perdedores— sin que esto desate una tormenta política”.

¡Aquí salió el peine! Lo que están ordenando los pericos Ambrose-White es que sus patrones exigen que en el reacomodo que viene ellos se queden, gananciosos, con la mayoría de las canicas, pero que eso ocurra con el mínimo posible de estertores sociales y políticos. ¿Y quiénes son estos megadeudores que serán beneficiados por el Jubileo: perdonados de sus deudas? Varios gobiernos (señaladamente el gringo, el mayor deudor de toda la historia) y el casino… perdón, el sistema financiero global.