No, rotundo

En términos legales en Estados Unidos un artista no puede hacer mucho para detener a un candidato a reproducir su música.

Pablo Reyes
Columnas
Adele
Foto: @HayeurJF/Creative Commons

Donald Trump podrá ser fan de Adele, pero la estrella del pop no es en absoluto seguidora del precandidato republicano a la Presidencia de Estados Unidos. Así lo dejó en claro la cantante originaria de Tottenham, quien pidió públicamente al magnate que no vuelva a recurrir a sus canciones para actos políticos. El equipo de representantes legales de la artista le ha solicitado al equipo del empresario que deje de usar sus temas durante los actos de campaña.

El uso de la música de Adele para los actos de Trump sucedió, primero, durante un mitin en Oklahoma: luego del discurso de cierre sonó de fondo el tema Rolling in the Deep de la solista británica; más tarde, fue en Ohio cuando se pudo escuchar la canción Skyfall, tema de la banda sonora de la cinta de James Bond del mismo título. Ese par de hechos bastaron para que hubiese una reacción de parte de la artista.

Adele no ha dado permiso para que su música se use en ninguna campaña política”, aseveró su portavoz como parte del compromiso para no tener nada que ver con políticos que ya hizo público en 2011.

La jugada de Trump, que muchos entienden como una forma de provocación, desató cuantiosas reacciones en las redes sociales, criticando la vinculación entre Adele y el político, sobre todo por el rechazo a los mensajes racistas y xenófobos que el empresario ha propagado entre sus seguidores a lo largo de los meses.

El magnate de la propiedad fue partícipe de un incidente anterior que molestó a muchos seguidores de Adele, cuando este evitó la fila de entrada al concierto que dio la cantante en el Radio City Music Hall de Nueva York, en noviembre pasado.

El problema no es nuevo para Trump, puesto que, antes de Adele, Neil Young y el grupo de rock Aerosmith se quejaron de lo mismo. La banda de Steven Tyler envió un comunicado sobre la “falsa impresión” que daba el uso de temas como Dream on y la conexión que el público podría establecer entre Trump y el grupo.

Mucho más contundente fue el cantante de REM, Michael Stipe: después de escuchar una de sus canciones en un acto político del empresario neoyorquino, tildó a Trump de hombre triste tratando de llamar la atención. “No usen mi música o mi voz para esa farsa de campaña”, sentenció a los medios.

Mensaje

Un dato interesante para el lector es que en términos legales en Estados Unidos un artista no puede hacer mucho para detener a un candidato a reproducir su música. Esencialmente, al reproducir una grabación de una canción en un evento público (político en este caso) de promoción, se necesita simplemente pagar la licencia de reproducción a las agencias especializadas, en este caso ASCAP, BMI o SESAC. Por ley federal, el agente de licencia no puede negar una autorización a menos que exista infracción de marca registrada, derecho de publicidad o prácticas comerciales desleales, pero ninguna de ellas aplica en este tema.

En todo caso, el hecho de que Adele haya salido a declarar que no ha dado permiso para que su música se utilice en la campaña política de Trump significa que es aún más clara su posición frente al magnate. Y el claro mensaje para los votantes es que ella no lo apoya.