James, un niño autista de 9 años que vive en la ciudad neozelandesa de Wellington, tiene un amigo inseparable: “Mahe”, su perro labrador negro que lo calma y mantiene a salvo.
El niño no puede hablar y evita todo contacto con su familia, incluido el visual, pero convive alegremente con “Mahe”.
Tan importante es el vínculo que el niño tiene con su perro que le fue permitido estar junto a él en el hospital infantil de Wellington cuando James fue a realizarse unas pruebas que le causan ataques.
Después de que James llegó anestesiado, el perro sólo podía mirarlo fijamente, con verdadera preocupación, según el testimonio de la madre del pequeño.
Mientras la mujer esperaba a que el escáner del pequeño terminara, “Mahe” también se sentó a su lado para calmarla.
La vida de la familia entera cambió cuando el can llegó a sus vidas.
“No podíamos ir ni a tomar un café. James se ponía muy nervioso y quería irse inmediatamente. Pero cuando ‘Mahe’ llegó, James se sentaba ahí esperando a que termináramos nuestros cafés”, explicó la mamá del niño.
Mahe,el perro que no deja a su dueño con autismo ni en la cama del hospital,pq el mejor que nadie sabe como calmarlehttps://t.co/HbzYp4P76r — Itacan (@Itacan_terapies) febrero 18, 2016
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