‘El Nido’ mantiene el vuelo

La donación de 3 incubadoras permite pronosticar un buen incremento en el número de especies que son reproducidas en el aviario.

Martha Mejía
Todo menos politica
Águila
Cuartoscuro

Dedicado a la conservación y protección de aves, la mayoría en peligro de extinción, El Nido es el tercer aviario más grande del mundo y uno de los pioneros en la reproducción en cautiverio del quetzal, ave emblemática de las civilizaciones prehispánicas.

Hogar de casi tres mil individuos pertenecientes a 320 especies de aves, este aviario aloja además a felinos y primates.

No obstante, su camino para llevar a cabo esta labor no ha sido nada fácil.

El Nido se creó hace más de 50 años como Vida Silvestre Jesús Estudillo López AC, nombre que hace referencia a su fundador, el médico veterinario zootecnista y uno de los ornitólogos más importantes del mundo, Jesús Estudillo López, quien adquirió un terreno de ocho hectáreas para impulsar, por cuenta propia, un proyecto para la investigación y conservación de aves.


El aviario se encontró durante muchos años solo accesible a la comunidad científica especializada. Sin embargo, con el paso del tiempo ese paraíso fue evolucionando ante la necesidad de impulsar la conservación de especies y generar conciencia en las nuevas generaciones, hasta que en 2005 abrió sus puertas a niños y visitantes nacionales como extranjeros.

Al cambiar su nombre a El Nido lanzó también nuevas atracciones, como la posibilidad de establecer contacto directo con algunos animales, tomarse fotografías con las hermosas ninfas —una especie de cacatúa— o con águilas y halcones.

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Más crías

El director general de El Nido, Jesús Estudillo Guerra, comenta que su padre, fundador del parque, desde pequeño estuvo marcado por una vocación hacia las aves y al realizar un recorrido por el Istmo de Tehuantepec tomó la decisión de dedicar su vida a la conservación de especies.

Ahora, señala, “el desafío es tener mayor visitas de público, contar con más recursos para cuidar a las aves y mantener un alto porcentaje de nacimientos de aves, siendo una de las prioridades contar con apoyos tanto empresariales como de oficiales, mismos que han sido muy complicados hasta el momento”.

Por su parte Mary Palma, responsable de la salud de las aves de El Nido, explica que varios de los animales que son decomisados por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), son llevados a las instalaciones del aviario, pero la institución no les administra ningún tipo de apoyo para su manutención.

“Esos animales (decomisados) son propiedad de la nación, no son nuestros. Definitivamente, si no los trajeran aquí morirían. Para Profepa somos un aliado. Por fortuna las aves no comen tanto, pero imagínate si se tratara de otro tipo de animales”, expone Palma.

Afortunadamente, añade, “tenemos donaciones; por ejemplo, un comerciante de la Central de Abasto nos regala, para la alimentación de las aves, la fruta que considera que no está en óptimas condiciones; u otras, como la donación de incubadoras”.

En este sentido, Jesús Estudillo Guerra agradece por la entrega de tres incubadoras con el fin de que continúe con su labor. Esta donación es resultado de la campaña que lanzó una cadena de comida oriental en abril de 2015, invitando a los comensales a adquirir pulseras conmemorativas o aportar en alcancías en apoyo del aviario ubicado en Ixtapaluca, Estado de México.

“La ventaja de las nuevas incubadoras es que tienen divisiones, además de que están acolchonadas, por lo que podemos poner huevos de distintas especies. Esto es importante, porque al carecer de esta tecnología tuvimos que tomar decisiones difíciles. Por ejemplo, elegir entre incubar un huevo de quetzal u otra especie. Y eso para nosotros es una decisión muy difícil. En el mejor de los casos logramos algunas veces que todos los polluelos nacieran, pero a veces no. En este sentido, esa tecnología hace la diferencia”, explica Palma.

Con esta campaña se lograron juntar 60 mil pesos y Panda Express decidió aportar 30 mil más para comprar tres incubadoras con sistemas de tecnología más avanzados, con las que se espera un buen incremento en el número de especies que son reproducidas en el parque, como quetzal, flamingo del Caribe, guacamaya roja, tucán y águila real, dice Estudillo Guerra, quien precisa que estas nuevas incubadoras dan 30 o 40% más de probabilidad de que el nacimiento del huevo sea exitoso.

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Picasa

Diversidad

El santuario de aves ha sido galardonado por el Fondo Mundial para la Vida Silvestre y las Naciones Unidas, que le otorgaron en 1993 el Premio Global 500.

Aquí se puede ver de cerca a la arpía, una de las águilas más rapaces del mundo, con garras más grandes que las de un oso gris y cuyas alas pueden medir casi dos metros: el único ejemplar que existe en el país se encuentra en El Nido.

“Esta águila arpía tiene alrededor de 18 años, pero llegan a vivir hasta 40. Lo que queremos es que Bolivia nos mande un pie de cría de arpía, para poder liberarlas en México; y en intercambio nosotros devolverles a ellos algunos ejemplares de crax fasciolata (muitú o pavón muitú) pero no es tan fácil, debido a que se deben realizar diversos trámites por parte de Semarnat y la Secretaría de Relaciones Exteriores”, indica Mary Palma.

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Quetzal

Sin duda uno de los habitantes más queridos y deseados para agasajar la pupila de los visitantes es el quetzal.

Estas bellas aves, originarias de los bosques de niebla de México, Guatemala, Costa Rica y Panamá, están en peligro de extinción debido a su bajo índice de reproducción y la destrucción de su hábitat.

Tienen un corto periodo de incubación, de 18 a 19 días. Por ello nacen en condición precaria: sin plumas. Tardan más de ocho días en abrir los ojos. Durante ese tiempo son alimentados por sus padres o por don Santos Hernández, trabajador por más de 40 años de El Nido.

“Mi labor es alimentar a las aves. Cuando nacen darles de comer y cuidar a las nuevas crías de loros, guacamayas, cacatúas y quetzales, que son los más delicados. Este trabajo está lleno de satisfacciones al ver que se logran los polluelos”, comenta.

Los quetzales en vida silvestre están expuestos a enemigos naturales como el tucán o la urraca. A su vez, el quetzal adulto no tiene ni pico fuerte ni garras para poder defender a sus crías. Si a eso sumamos que los depredadores del quetzal han aumentado y que el ser humano al contaminar el medio ambiente también contribuye a la destrucción de su hábitat, es fácil entender el riesgo de su desaparición en México.

Cabe recordar que El Nido fue uno de los primeros aviarios en el mundo en reproducir a la emblemática ave. Actualmente cuenta con doce ejemplares y tiene intercambios con diversos países en materia de estudios y especímenes.

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