Zika

¿Por qué ha declarado la OMS una emergencia de salud pública de importancia internacional en torno de este virus?

Elena Fernández del Valle
Todo menos politica
Zika
Foto: AP

¿Es el zika una nueva enfermedad? ¿Por qué ha declarado la OMS una emergencia de salud pública de importancia internacional en torno de este virus?

Zika es el nombre de un bosque cercano a la capital de Uganda, hoy área protegida al cuidado del Uganda Virus Research Institute. Entomólogos y microbiólogos acuden al lugar, desde hace medio siglo, para estudiar a los insectos transmisores de enfermedades. Fue allí donde, durante la búsqueda del agente causal de la fiebre amarilla, se aisló accidentalmente en 1947 el virus que hoy tanto nos preocupa. Nadie le hizo mucho caso al principio: la infección no tenía consecuencias graves y afectaba sobre todo a otros primates. En los últimos años las cosas han cambiado y hoy nos vemos obligados a conocer a fondo los efectos del virus sobre el organismo.

El virus de zika es una esfera de 50 millonésimas de milímetro, que entra al cuerpo a través de la picadura del mosquito Aedes (como sucede con los virus del dengue y el chikungunya). Para reproducirse el virus debe secuestrar la fábrica de proteínas de alguna célula y obligarla a ensamblar las cápsulas que envuelven su genoma, mientras los filamentos de RNA que lo componen se replican también a costa de la célula invadida. El virus no se alimenta por sí mismo, no respira, no puede desplazarse. No es más que una cadena de diez mil 700 elementos transmisores de información genética envuelta en un par de capas de proteína y lípidos.

Tras penetrar en la piel el virus es capturado por las células dendríticas, centinelas del sistema inmune encargadas de detener a los extraños y presentarlos ante el siguiente nivel de defensa. Estas células dendríticas serán las primeras víctimas del zika. Parasitadas por el virus lo llevarán más adentro, hacia los ganglios linfáticos que son el centro de producción de anticuerpos. A pesar del éxito del zika en valerse de las células defensoras para reproducirse, en unos cuantos días el sistema inmune derrota al virus y se deshace de él sin que la persona agredida se dé cuenta siquiera en la mayoría de los casos. Algunas de las personas infectadas (20 a 40%) sufren de fiebre, dolor de cabeza, exantema y conjuntivitis que no duran más de una semana, ni requieren algún tratamiento especial.

Los problemas serios vienen después. Se ha visto que en las zonas en donde se han dado muchos casos de zika ha aumentado la frecuencia de nacimientos de bebés con cabezas muy pequeñas y también la incidencia del síndrome de Guillain-Barré, que afecta a los nervios periféricos. Tanto la microcefalia como la polineuropatía de Guillain-Barré existían desde hace mucho, pero se presentaban raramente.

La microcefalia responde a una falla en el desarrollo cerebral del feto, que puede tener muchas causas: anomalías cromosómicas, exposición de la madre a ciertos agentes tóxicos, infección por rubéola en las primeras semanas de embarazo. En el síndrome de Guillain-Barré ocurre una destrucción de las vainas nerviosas, que al ser atacadas por el sistema inmune se vuelven incapaces de conducir eficazmente las señales motoras y sensitivas. En las tres cuartas partes de los casos lo precede una infección aguda. Una a tres semanas después de ceder la fiebre y el malestar general aparece una debilidad en las piernas que asciende hacia el abdomen, y progresa hasta la parálisis total. La mayoría de las personas que lo sufren se recuperan a lo largo de los meses siguientes.

No sabemos aún con certeza si el virus de zika es el causante del aumento en la frecuencia de estos problemas. Pero para averiguarlo necesitamos vigilar la evolución de cada caso, según recomiendan la OMS y la Secretaría de Salud.

Mientras tanto, ¡evitemos que los mosquitos aniden! ¡No dejemos agua al descubierto!