Música para guitarra, Manuel M. Ponce

El maestro le dio a la guitarra la solidez que terminó por coronar el instrumento a la altura de cualquiera de tipo convencional.

Eusebio Ruvalcaba
Columnas
Música para guitarra
Foto: James Lee/Creative Commons

La aportación de Manuel M. Ponce a la guitarra se mide en términos de universalidad. Quien desee dominar el instrumento, sea en el extremo del mundo que se guste, forzosamente habrá de tener a Ponce en la mira. A estas alturas, sin embargo, no se le ha dado la suficiente relevancia.

El maestro, nacido en 1882 y muerto en 1948, le dio a la guitarra la solidez que terminó por coronar el instrumento a la altura de cualquiera de tipo convencional, mundialmente aceptado.

Para darse una idea de los alcances del compositor, de su maestría en el arte de la composición, de su pensamiento afianzado en el desplazamiento guitarrístico, basta con aproximarse a la Obra integral de Manuel M. Ponce para guitarra, editado por la Universidad Nacional Autónoma de México y el sello Quindecim. Se trata de un álbum de cinco discos, interpretado por los guitarristas Manuel López Ramos (ya fallecido), Rafael Jiménez, Dúo Pavón Reyes, Guillermo González Phillips, Alejandro Mora, Ernesto Martínez, Arturo Hernández, Gerardo Díaz de León, Víctor Gardoqui y Raúl Zambrano; por los clavecinistas Rafael Cárdenas y Rosino Serrano; y, en el caso del Concierto del Sur, que también figura en el álbum, la orquesta es la Sinfónica Académica del Estado de San Petersburgo, con Raúl Zambrano como guitarra solista, bajo la dirección de Arkady Shteinluth.

Lo que llama la atención de inmediato es el modo como se dividió la música para darle al álbum levedad y deleite. O, más que eso, una perspectiva lo suficientemente versátil.

El disco 1, llamado Variaciones, diferencias y homenajes, contiene Tema variado y final, Variaciones sobre un tema de Antonio de Cabezón, Apéndice: Tres variaciones sobre Cabezón, Andantino variado, Homenaje a Tárrega, Diferencias sobre la folia de España y fuga.

El disco 2, intitulado Barroco y música para guitarra y clavecín, comprende Preludio en mi mayor, Balleto, Courante, Suite en la menor, Sonata para guitarra y clavecín, Suite en re mayor, Giga y Preludio para guitarra y clavecín.

Y mientras que el volumen 3, Sonatas, reúne la Sonatina meridional y las sonatas Clásica, Romántica, III y Mexicana, y el 4 —Preludios, Postludio y Estudio— compila en efecto los preludios, el disco 5 —Piezas, canciones y concierto— compila piezas que van de la célebre Estrellita al también memorable Concierto del Sur.

Beneficios

A modo de botón de muestra, y como no es posible comentar todo el álbum, vale la pena detenerse en la Sonata romántica (Hommage à Fr. Schubert qui aimait la guitarre), tocada por Guillermo González Phillips. Es una obra dotada de un romanticismo delicado, que exige para su más fiel interpretación una musicalidad domeñada. Mesuradamente pero a flor de piel. Guillermo González hace de la guitarra una extensión de su individualidad. No solo se adentra en el espíritu de Ponce, sino en el de Schubert. Porque el espíritu del inspirado compositor vienés parece permear esta sonata homenaje que le compuso Ponce y que seguramente habría aprobado el propio Schubert.

Y cómo no mencionar el Scherzino mexicano, arreglo de Manuel López Ramos. Interpretado por el propio López Ramos, es una pieza deliciosa, de intensa espiritualidad y que solo un gran artista como lo era López Ramos es capaz de tocar con esa claridad y buen gusto.

Y aquí hay que mencionar un detalle importantísimo: la amistad de Andrés Segovia y de Manuel M. Ponce. Considerado el más grande guitarrista de la historia, Segovia estuvo muy cerca de Ponce en la confección de gran parte de su obra para guitarra. La música misma salió beneficiada de esa amistad.