We are the champions

Los embarazos adolescentes son probablemente los más trágicos para una sociedad.

Juan Pablo Delgado
Columnas
Joven embarazada
Foto: freestocks.org/Creative Commons

No existe duda de que uno de los mayores triunfos del movimiento feminista en particular —y del progreso humano en general— haya sido el invento de la píldora anticonceptiva.

Con su entrada al mercado hace 55 años la píldora prometía una nueva era para las mujeres, donde podrían ser libres de ejercer su sexualidad responsablemente; de forjar su propio futuro sin temor a embarazarse; y donde un proyecto de familia pudiera aplazarse de manera controlada y sin caer en los infiernos de tener a un chamaco cuando no se planea.


Para México más honroso todavía resultaba que un compatriota nuestro, el químico Luis Ernesto Miramontes, haya sido la mente maestra detrás de este descubrimiento médico.

¡Ah, si tan solo la realidad no fuera tan necia y permitiera ser reales a nuestros paraísos imaginados! Porque medio siglo después de la llegada de la píldora nuestro país se encuentra aún muy alejado de esa utopía humanista.

¿Por qué tanto pesimismo? Pues basta con ver la realidad reflejada en el último informe de la OCDE intitulado ¿Cómo va la vida? (La respuesta a esta pregunta para México sería: va muy mal).

Porque más allá de que seamos el primer lugar en obesidad, el primer lugar en agresión y robos, o tengamos los peores salarios de la OCDE, ostentamos también otro deshonroso primer puesto que es indudablemente uno de los más graves: la mayor tasa de embarazos entre adolescentes.

Lo interesante es que la mayoría de nuestros rivales de la OCDE ni siquiera se acercan a nuestras cifras (excepto Chile). Esto nos ha permitido mantenernos como campeones indiscutibles de embarazos adolescentes por dos años consecutivos. Y si consideramos las cifras de 2014 este primer lugar se traduce a medio millón de embarazos adolescentes al año; mil 252 partos por día; o un embarazo no deseado cada minuto. ¡Viva el México campeón!

Variables

A diferencia de los otros terribles indicadores de la OCDE, los embarazos adolescentes son probablemente los más trágicos para una sociedad, porque el daño colateral se desborda a múltiples esferas: desde un incremento en las tensiones familiares hasta la falta de educación y oportunidades para el muchacho que nacerá en nueve meses.

¿Y qué diablos está sucediendo en México? Pues es indudable que los embarazos adolescentes son consecuencia de múltiples variables: marginación, desinformación, pobreza, machismo y otros tantos etcéteras. No es casualidad que los estados con mayores cifras en este rubro sean Chiapas, Oaxaca y Guerrero. Pero un segundo grupo de estados con alta incidencia de embarazos no deseados (Guanajuato, Puebla y Aguascalientes) apuntan a quien considero otro sospechoso común: la arraigada religiosidad en nuestra sociedad.

Hace apenas unos días el Sínodo de Obispos reunidos en el Vaticano se rehusó a realizar cambios a su postura sobre el uso de anticonceptivos: toda relación sexual deberá estar abierta a la vida. ¿Pues así cómo, señores?

Es irrefutable que en cualquier sociedad del mundo una mujer solo podrá empoderarse si cuenta con seguridad económica y el control absoluto de su sexualidad y reproducción. Pero no en el caso de México. Sigamos así y ya tendremos en 2016 nuestro tercer campeonato en la OCDE.

¡Ánimo, señores!