La dichosa pastilla

El tema del sexo regresa a los titulares con la llamada “píldora rosa”: un medicamento creado para incrementar el libido de una mujer.

Juan Pablo Delgado
Columnas
Píldora
Foto: Canned Muffins/Creative Commons

La sexualidad es una terra incognita de donde pocos escapan sin caer en los desfiladeros de los mitos, las mentiras o los torpes prejuicios. Más peligroso resulta incursionar en la sexualidad femenina, donde la superstición, el tabú y otros espectros acechan todavía como las sirenas de Homero, listos para enviarnos a naufragar entre las rocas de la ignorancia y el ridículo.

Porque es innegable que para muchas mentes primitivas el sexo femenino sigue siendo algo que debe vigilarse y la simple idea de una mujer ejerciendo libremente su sexualidad jamás ha caído en gracia entre los más conservadores de nuestra sociedad.

Hoy el tema del sexo regresa a los titulares con la llamada “píldora rosa”: un medicamento creado para incrementar el libido de una mujer y regresarle su deseo sexual.

Esta pastilla, conocida genéricamente como flibanserin, va dirigida a mujeres premenopáusicas que sufren de Trastorno de Deseo Sexual Hipoactivo (TDSH). Pequeño detalle: el TDSH es la disfunción sexual más común entre las damas, por lo que la aparición de esta píldora es algo cercano a lo revolucionario, pues mientras los hombres tienen 25 productos distintos para tratar sus fracasos eréctiles, las mujeres hasta ahora contaban con cero opciones para sus problemas sexuales. ¡Cero!


Como era de preverse, la respuesta a la bienaventurada píldora no se hizo esperar: las feministas lo festejaron, los conservadores la satanizaron y algunos médicos cuestionaron sus efectos secundarios.

Cada quien

Sin embargo, sigo sin entender cuál es el verdadero escándalo en todo esto: si una mujer con TDSH quiere seguir disfrutando de su sexualidad, acude a su médico y este le receta unas pastillas rosas que con el tiempo le regresan su libido y ella podrá seguir gozando de su sexualidad tan campante como antes. Si una mujer con TDSH no quiere tomar el medicamento, ¡pues muy válido también! Quizá no le interese volver a sus antiguas sesiones de alcoba y pasará su vida feliz y satisfecha. ¡Nada de polémica!

Los efectos secundarios también han servido como munición para los detractores. ¡Pero por favor, señores! Basta con leer la extensa lista de efectos secundarios en todo lo que nos tomamos para saber que la industria farmacéutica no está en el negocio de las verduras orgánicas, y seguro que también han escuchado de algún despistado que murió por un paro cardiaco al tomarse su pastilla azul. ¡Así que no me vengan con esas cosas!

Y tal como lo señaló la empresa productora, este medicamento es solo para mujeres con TDSH, ¡no para todas las que hayan perdido el interés en el sexo! A ellas les espera el diván del sicoanalista, el divorcio exprés o una visita a Ashley Madison (quizá no sea el mejor momento).

¿Entonces, cuál es la gran controversia? Creo que el problema surge por estar hablando de la sexualidad femenina, la cual cada día escapa más del control de los hombres. Porque si con la pastilla anticonceptiva se logró el primer paso hacia la emancipación sexual, la dichosa “pastilla rosa” refuerza el control que las mujeres tienen sobre el disfrute de su sexualidad.

Por ahora dejemos de pensar en lo que ocurre en alcobas ajenas y que cada quien disfrute del sexo como Dios le dé a entender. ¿No creen?