‘La novela es una transformación de la experiencia’

La literatura de Héctor Abad Faciolince no se puede entender sin los recuerdos.

Hector González
Todo menos politica
Héctor Abad Faciolince
Foto: Daniela Abad/hectorabad.com

Un mal día, Héctor Abad Faciolince concluyó su novela Antepasados futuros. Fue un mal día porque entonces descubrió que no le gustaba y anunció su retiro de la literatura. En la bienal de novela Mario Vargas Llosa, celebrada en Lima, declaró en público: “Me siento como un cura ateo en un concilio de obispos. Perdí la fe, no en la literatura, pero sí en mi literatura, en mi capacidad para escribir un buen libro”.

Las declaraciones sorprendieron al medio literario. ¿Cómo era posible que el autor de la entrañable novela El olvido que seremos hubiera tirado la pluma?

Vino un intento más y Memorias de un amante impotente fue el resultado. Un relato sobre la impotencia física, pero también literaria. La desventura lo puso una vez más contra las cuerdas: el manuscrito se perdió mientras paseaba en bicicleta por Berlín.

Por aquel tiempo Mario Vargas Llosa le dio un consejo: “Uno corrige y trabaja hasta que le gusta”. Rescató del cajón entonces La oculta, un antiguo e inacabado proyecto.

Por fin el relato llegó a buen puerto y Abad Faciolince satisfizo sus altos estándares de calidad. “Sé que hice una buena novela”, dice, sereno.

La historia se ubica en Antioquia, Colombia, la tierra donde nació. Una finca familiar es la metáfora de muchas cosas: la sociedad, su país, sus recuerdos... “Ahora quería tratar un asunto importante dentro de las familias, como es el contacto con la tierra y la gente. En Bogotá les parece rarísimo que salgamos al campo, tal vez porque venimos de pueblo y nos gusta volver”.

El narrador reconoce en el origen uno de los temas centrales de su novela. “Todos tenemos un lugar que nos gusta, un lugar al que nos sentimos arraigados. Puede ser la casa de los abuelos, un barrio o un país. Los seres humanos somos distintos pero en el pueblo nos parecemos mucho. Somos enanos que nos apoyamos en hombros de gigantes”.

Literatura y política

La literatura de Héctor Abad Faciolince no se puede entender sin los recuerdos. La memoria es la materia prima de su prosa. “La novela es una transformación de la experiencia. Escribo con la experiencia y la mala memoria que van deformando las cosas y las reacomoda. Ese ir y venir de la experiencia a las palabras, de las edades a las palabras, de las relaciones con los padres y los hermanos. Todo está basado en eso”.

Uno de los personajes de La oculta dice en algún momento: “Amigo, no hay que decir siempre la verdad dura y cruda”. El narrador cuestiona la importancia de lo verdadero y se pregunta si no está sobrevalorado. “Uno siempre trata de decir la verdad, pero hay que reconocer también que no decirla puede ser un acto de cortesía. Hay verdades completamente inútiles. Si estoy frente a una mujer que tiene la piel llena de acné, ¿para qué le voy a decir que su acné es desagradable? ¿Para qué voy a hurgar en esas heridas? Hay normas de cortesía que no son hipocresía, sino una especie de lubricante social”.

Ganador de los premios Casa de América, Wola-Duke de Derechos Humanos y a la Mejor Novela Extranjera en China, Faciolince sabe que sus comentarios adquieren otra dimensión si se les da un sentido político. “La política tiene dos niveles: la del comentarista y la del político practicante. La primera es un ideal, la segunda es trágica, porque si bien tiene fines buenos implica ceder o hacer pactos con gente que hace cosas malas”.

El telón de fondo de La oculta es una Colombia convulsa y envuelta en contradicciones sociales. Por medio de sus personajes contrapone los complejos, pero sin caer en el maniqueísmo político. “Un novelista no debe dar respuestas, debe poner en boca de sus personajes lo que pasa, lo que piensan distintas personas”.

Una cosa lleva a la otra y el escritor aterriza sus comentarios en su país y el proceso de paz que se negocia actualmente entre el gobierno y los paramilitares. “Colombia es una anomalía en todo el hemisferio occidental. Es el único país con una guerra interna. El último que queda. La guerrilla políticamente es una especie de chavismo armado. Ellos se sienten como parte de ese movimiento bolivariano, pero son el ala más radical contra el Estado tradicional”.

Reconoce, en este sentido, que el proceso de paz puede tener un costo social muy alto. “El Estado está tan ansioso por firmar la paz, que la ha abaratado. A pesar de los avances en cualquier momento se podría romper. En un país muy complejo, pero si se logra sería maravilloso”.

Con el oficio del escapista, Héctor Abad Faciolince se desmarca a la primera oportunidad y abandona el terreno político. Actualmente goza de una beca para dedicarse a escribir en Holanda. Se reconoce como un hombre con un elevado nivel de autoexigencia, pero ya no pasa por su mente la idea de abandonar la escritura. “Uno siempre debe intentar hacer un gran libro. Hay que escribir lo mejor posible, pero con un lenguaje y una experiencia de nuestra vida. Me gustaría pensar en un libro mío como en un libro donde la literatura sea una transformación de la experiencia”.

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