Corrupción: causas, no efectos

El presidente de la República y el secretario de la Función Pública han afirmado que la corrupción es un problema cultural

Carlos Ramírez
Columnas
Oficinistas
Foto: Cuarto Obscuro

Todo el debate sobre el sistema nacional anticorrupción tiene dos defectos: carece de un diagnóstico histórico del problema y se centra en los efectos y no en las causas.

El presidente de la República y el secretario de la Función Pública han afirmado que la corrupción es un problema cultural; la reacción anímica en redes impide la reflexión y se basa en el repudio. Pero lo quieran reconocer o no en efecto se trata, además, de un problema de cultura.


En uno de los capítulos más escabrosos de Vecinos distantes, el ex corresponsal del The New York Times estableció el criterio de que la corrupción es la amalgama que cohesiona al sistema político; es decir, hay funcionarios corruptos que roban para sí, pero ciudadanos que participan del proceso de corrupción.

Sin embargo, lo que pudiera decirse que es la causa originaria de la corrupción tiene que ver con la con- figuración del Estado: en uno de sus ensayos más lucidos y menos conocidos —carta a Adolfo Gilly en 1972, publicado solo en la revista Plural y no recogido en libros—, Octavio Paz lleva el origen de la corrupción a las dinastías chinas de principios de la era moderna. Su fuente es el libro histórico La burocracia celeste, del sinólogo Etienne Balazs.


El especialista indaga la fundación del sistema chino de gobierno: los emperadores y miembros de la corte no se contaminaban con el funcionamiento día a día del gobierno y entonces decidieron contratar a quienes debieran de hacerlo: los funcionarios letrados, algo así como los licenciados de ahora o los funcionarios civiles.

No está tan claro pero puede decirse que la frase de “cobrarse a lo chino” vendría de ese modelo de las dinastías chinas. Los funcionarios contratados tenían que capacitarse, pagar clases y gastar dinero para pasar los exámenes de funcionarios; una vez en el poder, sus salarios no alcanzaban a cubrir lo invertido y por eso succionaban de las arcas públicas recursos para recuperar: se cobraban a lo chino.

Orígenes

Las tres fuentes originales de la corrupción que ofrece Balazs son:

1. El Estado patrimonialista. Sin estructuras de control interno del aparato del gobierno, las dinastías primero usaban el Estado como patrimonio personal y de su corte, dejando muy poco para obras.

2. El Estado alquilado. A partir del modelo anterior los funcionarios reproducían en un segundo nivel el modelo patrimonialista: primero ellos, luego sus familiares, amigos, aliados y cómplices.

3. El Estado clientelar. Ya en funcionamiento el Estado, entonces el clientelismo priorizaba el uso de los recursos públicos: dinero del Estado para comprar lealtades de la sociedad, no para promover el bien común.

Las leyes contra la corrupción son punitivas después del acto corrupto punitivo, no en su fase de prevención. Pero sería más fácil castigar la corrupción si antes del castigo se les amarran las manos a los funcionarios. Una ley inhibitoria de la corrupción sería la de extinción de dominio de propiedades que se prueben que han sido fruto de la corrupción del funcionario y familiares y amigos.

Las razones por las cuales este esfuerzo anticorrupción no tendrá efectos radica en el hecho de que los partidos sumidos en la corrupción quieren poner leyes que los castiguen en los excesos de expropiación particular de recursos del Estado por parte de políticos de esos partidos.

Si de verdad quisieran los partidos crear una estructura de corrupción, que vayan a las causas.