Más de 120 tipos de bacterias en la CDMX

Microorganismos como seudomonas y estreptococos se encuentran en el ambiente.

Lorena Ríos
Todo menos politica
Bacterias medio ambiente
Fuente: Notimex

Los habitantes de la Ciudad de México, además de enfrentar crisis ambientales por la presencia de altos niveles de partículas suspendidas en el aire, también respiran otra clase de contaminantes potenciales de origen biológico en la atmósfera baja de la urbe, a los que no se les da mucha importancia.
Advirtió lo anterior Jaime García Mena, investigador del Departamento de Genética y Biología Molecular del Cinvestav, quien en un estudio reporta la presencia de más de 120 bacterias diferentes en el aire que se respira en la ciudad.
En la investigación La diversidad de bacterias de la atmósfera baja de la Zona Metropolitana del Valle de México, publicado en la revista Microbial Ecology, se registró la presencia de una diversidad de microorganismos entre los que destacan seudomonas, acinetobacter, estafilococos y estreptococos, entre otras bacterias sin formas resistentes que se mueven en la atmósfera, lo que implica que pueden llegar a cualquier superficie y contaminar alimentos o utensilios.
Los reportes bacteriológicos médicos muestran que generalmente estos microorganismos se relacionan con enfermedades intrahospitalarias, pero no afectan a personas sanas.

“No son peligrosas, siempre han existido; son parte de nosotros, de la atmósfera y entorno; generalmente un buen estado de salud nos mantiene a salvo de adquirir una infección por ellos”, aseveró García Mena.
Las bacterias presentes en el ambiente solo podrían representar peligro en personas inmunocomprometidas o que reciben tratamiento en hospitales, si no se toman las medidas sanitarias apropiadas que eviten contaminar materiales capaces de generar una infección intrahospitalaria.

El estudio hizo un muestreo en 67 sitios en varias zonas de la ciudad, siguiendo las rutas de transporte masivo superficial o subterráneo, usando un método que por gravedad colecta bacterias vivas del ambiente y que también informa su capacidad de desintegrar glóbulos rojos de la sangre o causar hemólisis.
“La actividad humana que implica el movimiento de personas o vehículos, barrer, mover sustancias o apilar material, genera un bioareosol que contiene partículas de origen químico y biológico: es el material suspendido en la atmósfera y su concentración aumenta en periodos de contingencia”, señaló Selvasankar Murugesan, miembro del Laboratorio de Genómica Ambiental del Cinvestav, quien también participó en el trabajo.
En la zona metropolitana conviven más de 20 millones de personas que estornudan, tosen y hacen sus necesidades, por lo que el aporte de bacterias, virus y hongos al ambiente es significativo, pero no hay una medición directa de eso.
“La aplicación de estos datos es inmediata, porque si se logra sensibilizar a las autoridades se podría establecer un observatorio microbiológico para la ciudad, ya que es necesario dar seguimiento a la presencia de las bacterias, además de los virus y hongos que se dispersan en la atmósfera”, sostuvo.