Sanders contra Trump

Bernie Sanders se ha declarado un abierto simpatizante de una seria y decisiva reforma migratoria

Javier Oliva Posada
Columnas
Bernie Sanders-Donald Trump

Pese al protagonismo alcanzado por el casi seguro candidato presidencial del Partido Republicano, Donald Trump, la “oposición de izquierda” dentro del Partido Demócrata ha tenido una más que histórica participación: el senador por Vermont, Bernard Sanders, ha logrado movilizar a una importante cantidad de votantes jóvenes y progresistas de su país.

Con todo y sus 74 años, la vitalidad e intensidad que ha desplegado a lo largo de su campaña le han merecido a Sanders, además de significativas victorias sobre su principal oponente, Hillary Clinton, un verdadero posicionamiento ideológico liberal y progresista, algo que pocas veces se ve en las contiendas presidenciales de ese país.

En una entrevista concedida al periódico español El País, Sandersdeclara con toda puntualidad que si pierde su objetivo será no dejar que triunfe Trump.

Su lectura respecto de por qué, desde posiciones tan distintas y con argumentos tan contrastados, él y Trump han logrado tan deslumbrantes avances es impecable: las bases de los partidos no confían en los políticos tradicionales. Es decir, el ejercicio profesional de la política en su país —considera— ha agotado la paciencia y las expectativas de soluciones reales y de largo plazo, para que la sociedad pueda con cierta seguridad tener un futuro confortable.

Osadías

De esa manera, las promesas y los discursos, las disputas en el Congreso y demás tics de la clase política han terminado por vaciar la esperanza de auténticos cambios.

Por ejemplo, sus posiciones abiertamente críticas en contra de la Segunda Enmienda, que permite la libre posesión de armamento, son algo que otros que buscan la Presidencia de Estados Unidos no ofrecen: Clinton se pronunció por tibias medidas para controlar la venta de armamento de asalto (fusiles), mientras que la muy poderosa y a la vez racista National Rifle Association (NRA) expresó su completo apoyo a Donald Trump y este en obvia correspondencia dijo que de ninguna forma apoyaría o promovería alguna medida para limitar la compra y posesión de armas (los grupos de la delincuencia organizada en México ya debieron haberse declarado “trumpistas”).

Bernie Sanders, como se le llama en su publicidad, también se ha declarado un abierto simpatizante de una seria y decisiva reforma migratoria.

En estos días se llevará a cabo la elección primaria de su partido en California y los resultados serán definitivos para quien logre el triunfo.

Los ataques contra Sanders no han sido de la virulencia esperada porque, quizá, los grupos racistas, xenófobos y ultraconservadores han centrado sus ataques en quien consideran su adversario real, Hillary Clinton. Pero me parece que se equivocan en su apreciación: aunque pierdan, Sanders y Trump ya ganaron.

La razón es tan simple como profunda: ambos han despertado de muy diferente manera los sentimientos no muy visibles de la sociedad. En lo que a Sanders toca en un sentido social, incluyente, propio del siglo XXI, ha traído consigo y con su equipo los mejores argumentos para hacer de su país un mejor protagonista en el mundo. Sanders viene de ser el presidente de la Comisión de Veteranos (de guerra), misma que tiene un papel muy sensible sobre la forma en que se trata a los soldados que vuelven de los distintos frentes bélicos para buscar su reinserción social, así como los apoyos necesarios ante mutilaciones, heridas, secuelas sicológicas y también la atención necesaria a sus familias.

Su trabajo en esa comisión también le ha generado reconocimiento y simpatías. De no ser el candidato presidencial, Sanders será un poderoso baluarte político y moral contra la escalofriante banalidad de Trump. Y ya se comprometió. Qué bueno.