En las urnas, hartazgo ciudadano

Spotiza, gasto electoral, ineficiencia, corrupción, partidocracia, impunidad, violencia: motivos sobran.

Norberto Vázquez
Nacional
Voto ciudadano.
Foto: Notimex.

En ningún otro momento de la era moderna de México se han conjugado como ahora factores propagandísticos, políticos, económicos y sociales tan negativos, que provocan un evidente hartazgo en la sociedad frente a un sistema arcaico y poco creíble de comunicación política entre candidatos y electores: los votantes repudian lo que consideran un injustificable dispendio de recursos públicos y una virtual agresión con mensajes que se utilizan más para denostar a los rivales que para presentar propuestas políticas serias.

De hecho, las campañas de los partidos poco o casi nada sirven para construir ofertas de políticas públicas innovadoras y transformadoras que una vez en el poder puedan poner en práctica los gobiernos emanados de los costosos y megarreglamentados procesos electorales en México.

Sobran motivos

Este desgaste de la sociedad, reconocen especialistas entrevistados por Vértigo, se debe entre otras cosas a la marejada de difusión propagandística de los diversos institutos de representación popular durante sus campañas electorales, mejor conocida como spotiza.

Son campañas con un alto contenido de crítica y/o calumnia hacia los adversarios, que ahora incluyen el espionaje telefónico como herramienta para demostrar qué grupo político es más corrupto que el otro, dejando por completo de lado el sustento ideológico y las ofertas de gobierno modernizadores para beneficio real del país, que es lo que a fin de cuentas importa a los ciudadanos.

Por si fuera poco, resaltan los analistas, los procesos electorales le cuestan mucho dinero a las arcas del país: todo para solapar a gobiernos y personajes que surgen en cada elección para más tarde ser acusados de malversación, desvío o utilización de recursos públicos en favor de sus cuentas personales o de familiares, lo que aviva el hartazgo de la sociedad debido a la irrefrenable corrupción.

Otro factor, dicen los expertos a este semanario, es que mientras la partidocracia no hace otra cosa que defender sus propios intereses en los medios masivos de comunicación, la ineficiencia administrativa impera en el país: nunca como antes la inseguridad, las extorsiones, la privación de la libertad de particulares y las desapariciones forzadas habían cimbrado de manera tan grave la forma de vida de millones de mexicanos.

Así, mientras los partidos diseñan spots superficiales y sin contenido, en un país con un enorme potencial de recursos humanos, naturales, terrestres, marinos y energéticos, la crisis económica se deja sentir en los bolsillos de los mexicanos.

La partidocracia, de hecho, pone oídos sordos a las demandas ciudadanas que señalan con toda claridad que para la sociedad lo importante son los proyectos empresariales, de inversión y de empleo, y no contenidos propagandísticos absurdos que solo fomentan la impunidad de grupos políticos que desgobiernan a México.

Por estos motivos y otros más, mencionan los entrevistados, la comunicación política en este país debe modernizarse: el contenido promocional sin sentido, el intercambio de acusaciones mutuas sobre quién es más corrupto, los discursos trasnochados y reiterativos, así como las promesas incumplidas, son factores que tienen a la sociedad harta de escuchar soliloquios esbozados para el golpeteo entre los partidos y no para generar interés en la democracia participativa por parte de la sociedad en su conjunto.

Spotiza = abstencionismo

Uno de los principales motivos del hartazgo ciudadano que se reflejó en las urnas durante la jornada electoral del pasado domingo 5 de junio lo constituye, sin duda, la cifra millonaria de spots que se transmitieron durante las campañas y que en su mayoría solo reflejan confrontación entre los diversos candidatos y partidos políticos.

Para la Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión (CIRT), por ejemplo, pese a los miles de spots transmitidos ganó el abstencionismo: “El reciente proceso electoral demostró que la saturación de mensajes no es buena para nadie, ya que pese a los miles de spots el abstencionismo triunfó”, dice Édgar Pereda, presidente del Consejo Directivo del organismo cúpula de los medios electrónicos de comunicación masiva.

Por lo anterior, el presidente de la CIRT convoca a los partidos políticos a sustituir los miles de spots por el debate y el intercambio de ideas.

“Hoy nos queda claro a todos que la saturación de mensajes no es buena para nadie y que aun así el abstencionismo ganó, por lo que los invito a utilizar una estrategia distinta de comunicación con la ciudadanía”, demanda el directivo.

Pereda destaca la responsabilidad en el ejercicio de este derecho en los medios de comunicación, así como la necesidad que tiene la sociedad de mantenerse informada: “Somos los medios de comunicación los responsables de informar y retroalimentar a los mexicanos con las reacciones de la sociedad sobre una política pública y muchas veces esto puede incomodar, pero el silencio impide el crecimiento del individuo y la madurez de una nación”, advierte.

El especialista deja en claro “que la lucha por lalibertad de expresióncorresponde a todos y al limitarla se condena a la opresión total de la vida democrática”.

Por su parte, el analista político Carlos Ramírez examina los resultados electorales del pasado 5 de junio y la gran sorpresa que dio la participación ciudadana para el cambio de escenario gubernamental.

Ramírez indica que lo ocurrido se debe “a dos cosas fundamentales: uno, una sociedad irritada que le otorga de nueva cuenta valor al voto, como en 2000; dos, la mala calidad política de los candidatos a las gubernaturas, sobre todo por dejarle la decisión a los gobernadores salientes, que decidieron en función de su sobrevivencia y no del estado de ánimo de la sociedad”.

En ese sentido, el analista define que cada estado tuvo su propio escenario electivo, pero en cada uno de ellos se vislumbró un diferente hartazgo de la ciudadanía: “Cada plaza tuvo su propia lógica. En Veracruz se acumularon los problemas con el gobernador saliente: inseguridad, no entrega de subsidio a la universidad, pasivos a proveedores, arrogancia del gobernador, desaparición de estudiantes. En Chihuahua fue la corrupción y el alejamiento del gobernador respecto de la sociedad. En Quintana Roo fue el estilo virreinal del gobernador saliente. En Tamaulipas influyó la violencia. Pero hubo dos factores políticos: la aparición de Morena, que le restó votos a todos, y la disminución en los votos cautivos de los partidos debido a la reaparición del voto útil-flotante como en 2000”.

Añade que a pesar de las guerras sucias de los partidos políticos la ciudadanía dio cátedra y salió a sufragar. “En promedio, la participación habría sido de 50-55%, nada desdeñable. En todo caso, más que la participación, vi de nueva cuenta la valoración del voto por parte de los ciudadanos, a pesar de las despensas, los tinacos y todos los regalos. También hay que registrar el hecho de que cada plaza mostró factores de participación electoral especiales: el interés social. En los hechos vi más bien agendas estatales que tuvieron como elemento central la valoración crítica de los gobernadores salientes”, determina.

De las principales experiencias que dejó la elección del domingo pasado respecto del voto de castigo que se dio contra gobiernos locales, acusados de corrupción o de no resolver la inseguridad pública e impunidad en los tres niveles de gobierno, dice: “Nos dejó la reordenación de las agendas ciudadanas por la inseguridad y la corrupción, el fracaso de los independientes, el voto de castigo a los gobernadores salientes y el desequilibrio en la distribución del voto por la aparición de Morena como cuarto invitado. Todo esto dejó un ambiguo escenario de los votantes para 2018”.

Sobre el mensaje que le están dando en las urnas los ciudadanos a los partidos políticos y a los gobernantes surgidos de estos institutos políticos, determina Carlos Ramírez: “Deja un proceso local con ciertos elementos nacionales, no determinantes para 2018 como creen algunos partidos, con un electorado que cada vez más descubre el valor de su voto para protestar y con otros institutos políticos que creyeron que la elección era como en los cincuentas. Partidos y gobernantes deben entender que el voto cautivo-leal-duro es cada vez menor”, concluye.

Corrupción

El director general de Integralia, Luis Carlos Ugalde, considera en tanto que las elecciones de 2016 son la continuación de 2015, ya que el domingo anterior no fue la primera vez que el PRI perdió: el año pasado fue derrotado a nivel regional y nadie lo entendió.

En 2015 el PRI ganó la Cámara de Diputados pero a nivel regional perdió mucho, de hecho fue el que más pérdidas electorales tuvo”, recuerda.

Advierte que a su juicio lo ocurrido en los comicios del 5 de junio es el preámbulo para que el tricolor pierda Coahuila en el proceso electoral de 2017, además de que el Estado de México será muy competido.

Y subraya que esta situación abre el riesgo de que el PRI sea desplazado de la carrera presidencial de 2018 y la contienda electoral termine como una competencia entre Andrés Manuel López Obrador y el candidato o candidata del PAN, lo que en su opinión es un cambio drástico de la forma en que se concebía 2018 hasta hoy.

El ex consejero presidente del Instituto Federal Electoral (IFE), hoy Instituto Nacional Electoral (INE), explica que la apuesta del PRI en los comicios presidenciales iba en el sentido de fragmentar el voto entre seis o siete candidatos, lo que le daría la oportunidad de quedar en primer lugar con un estimado de 28% de la votación.

“Pero las reglas de ahora ya pintan diferente. El tema es que, después de todo, puede convertirse en una suerte de voto estratégico. Y entonces frente a López Obrador quien puede ganar tal vez sea Margarita Zavala y puede que todo el mundo se vaya con ella, con lo que el PRI corre el riesgo de quedarse rezagado en un tercer lugar. Ese creo que es el tema más estratégico de todos hacia el futuro”, indica.

Coincide con otros analistas en señalar que en las elecciones del 5 de junio se manifestó el hartazgo de los ciudadanos hacia los partidos políticos, la inseguridad, la corrupción, la impunidad y la spotización, entre otras causas.

Ugalde subraya que el mensaje de los ciudadanos es que quieren partidos honestos y están hartos de la corrupción. “Es un tema fundamental y los ciudadanos le darán el voto a aquel que la denuncie o que parece valiente para combatirla, sea un político independiente, como Jaime Rodríguez El Bronco, o un candidato de partido como Javier Corral, o de Morena. Sea quien sea, el tema es quién puede combatir el abuso de poder, cuya máxima expresión es la corrupción: ese es el mensaje”, advierte Ugalde.

Inseguridad y violencia

Isabel Miranda de Wallace, presidenta de la Organización No Gubernamental Alto al Secuestro, afirma por su parte que la inseguridad y la violencia influyeron de manera determinante en los resultados electorales, sobre todo en Tamaulipas, Veracruz y Quintana Roo.

Y es que en estos estados, añade, los gobernadores no actuaron de manera efectiva, fueron omisos al atender denuncias de actos de corrupción y, lógicamente, los ciudadanos les cobraron la factura con su voto.

“Creo que es la primera vez en la historia de México que los mexicanos tomamos esta actitud de castigar a los partidos y a los gobiernos por el tema de la inseguridad y de la corrupción”, recalca.

La luchadora social insiste en que fueron muy claros los mensajes emitidos por los mexicanos a la hora de depositar su voto y “si los políticos tienen todavía oídos para escuchar bien” tendrán que cambiar su forma de actuar y dejar de simular en muchos de los estados del país.

“El gran reto para los nuevos gobernantes es que se fijen una nueva ruta en materia de seguridad, atender a las víctimas y dejar muy claro en qué tiempo lo van a hacer”, concluye Miranda.

El analista Eduardo Huchim refiere por separado que la principal razón de las derrotas del PRI son los malos resultados que han dado varios de sus gobernadores en las entidades que estaban en juego, donde se presentaron arbitrariedades frente a diversos actos de violencia, de corrupción y de represión, como en Veracruz, Chihuahua y Quintana Roo.

“Esos hechos, unidos a los deficientes resultados en la economía nacional, me parece que han influido para que el electorado emitiera un voto de castigo. Y le cobró la factura a los gobiernos estatales por todos esos elementos”, expresa.

Voto de castigo

Huchim, ex consejero electoral de la Ciudad de México, también coincide con otros analistas en señalar que los resultados que se dieron en los comicios del domingo 5 de junio fueron producto en gran parte del hartazgo ciudadano ante casos de corrupción, impunidad, dispendio en las campañas electorales, inseguridad, violencia y violación de los derechos humanos, situación que viven millones de mexicanos en carne propia.

“Si unimos todo esto: los malos resultados de los gobierno estatales, la corrupción, los problemas de inseguridad y la violencia, todo este conjunto de elementos llevaron al ciudadano a emitir un voto de castigo”, apunta.

—¿Cómo leer este proceso electoral? ¿Qué mensaje mandaron los ciudadanos a los partidos políticos?

—El mensaje que interpreto de esta votación es un grito, un clamor de ya basta: ¡Ya basta con la corrupción! ¡Ya basta de dispendios! ¡Ya basta de ineficiencia! ¡Ya basta de inseguridad! ¡Ya basta de violación a los derechos humanos!

El analista Juan Gabriel Valencia afirma por su lado que los resultados de los comicios del 5 de junio son consecuencia del hartazgo de los ciudadanos, quienes emitieron un voto de castigo para manifestar su inconformidad.

También considera que son producto del desencanto de la población respecto de reformas estructurales que por los plazos y coyunturas externas no han podido concretarse en hechos tangibles.

Explica que si se hace un comparativo de las elecciones de 2010 con respecto de 2016 los porcentajes del PAN no crecen mayormente entre una elección y más bien cae la votación del PRI, lo que es una situación distinta.

“El PRI en 2015 no leyó correctamente el resultado de la elección y, con una mayoría artificial que logró ese año, pensó que podría repetir la dosis en 2016… lo que no fue el caso”, destaca.

Menciona el ejemplo de Hidalgo, donde el abanderado del PRI, Omar Fayad, ganó con una ventaja de seis puntos frente a un candidato del PAN. Sin embargo, explica que en esa entidad el tricolor perdió las principales zonas urbanas, como la capital Pachuca, Actopan, Real del Monte y Huejutla, principalmente.

Valencia también refiere que en el norte el PRI perdió todas las ciudades fronterizas: Tijuana, Mexicali, Ciudad Juárez, Reynosa, Nuevo Laredo, Matamoros… “y es muy probable que pierda las elecciones para gobernador en Coahuila el próximo año”.

En su apreciación, el PRI no supo leer y no tuvo una estrategia que le permitiera ver las condiciones cambiantes, además de que permitió el discurso y la narrativa de la corrupción sin que nadie metiera las manos, sobre todo en Chihuahua, Veracruz y Quintana Roo.

Valencia insiste en que la gente está siendo más exigente con buenos gobiernos, en una doble vertiente: aptitud y transparencia. “Donde se presentaron fenómenos de gobiernos ineptos y corruptos, o ambas cosas, la población salió y castigó en las urnas. ¡No se quedó en sus casas resignada!

Por otra parte, resalta un aspecto de la elección: el hecho de que a pesar de tratarse de un proceso electoral en el que se dieron campañas “despiadadas”, como las calificó el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio, y de que se tuvieran los peores augurios respecto de incidentes electorales o del crimen organizado, no hubo un solo incidente serio que lamentar, un mérito que atribuye básicamente al gobierno federal, el cual supo mantener y ofrecer condiciones de seguridad a lo largo y a lo ancho de todo el país.

Castigo a malas gestiones

También para el Centro de Investigación para el Desarrollo (CIDAC) el hartazgo de la ciudadanía frente al desempeño de sus gobiernos fue uno de los principales motores de la alternancia en estas elecciones.

El CIDAC destaca que las acusaciones de corrupción, enriquecimiento ilícito y desvío de recursos, aunadas a los bajos índices de aprobación gubernamentales en los estados fueron lo suficientemente graves para favorecer a los candidatos de oposición.

En su análisis, el centro especializado advierte que los gobiernos de alternancia entrantes tendrán que cumplir con sus promesas de campaña y ser capaces de atender los intereses de la ciudadanía que votó por ellos, puesto que de lo contrario llegará también su turno para ser castigados en las urnas.

Resalta que durante la pasada jornada electoral, en su mayoría, los comicios estatales produjeron una lección valiosa para los partidos políticos: la alternancia como castigo.

“Es importante resaltar el mensaje para los partidos políticos de gobiernos entrantes y salientes: el votante mexicano, más que premiar a algún candidato, castiga malas gestiones”, destaca.

Añade que la segunda lección importante de la elección es que el tema de combate a la corrupción es y será central en las futuras campañas.

Modelo atorado

Así, afirman los expertos, hoy la comunicación política en el México del siglo XXI no puede ser relegada por los partidos políticos a lineamientos de los años cincuenta.

Un modelo que solo difunde rencillas proselitistas y no propuestas serias de gobierno, agregan los consultados, provoca un hartazgo ciudadano que durante varios años incubó y ahora se refleja en las urnas.

Ello obliga, concluyen, a dimensionar un cambio en la estrategia propagandística de campaña y eliminar una spotiza que no aporta nada a la democracia participativa en México y sí mucho al encono y a la confrontación, de la cual la ciudadanía y el país están hartos.